Capítulo #4 No es vida

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Estoy sintiendo la
necesidad de buscarte,
pero cuando estoy a punto
de marcarte viene
a mi cabeza la idea
de qué tal vez
tú estás feliz...

3 años después...


POV POCHÉ

Encendí un cigarrillo llevándolo a mi boca y dándole una calada no tan profunda, expulse el humo y gire un poco mi vista hacia el interior de la habitación, podía observar perfectamente el cuerpo desnudo de la mujer que se encontraba durmiendo en la cama. Gire mi cuerpo por completo quedando recargada sobre el banderal del balcón, dando una calada más el cigarrillo, para después tirarlo al piso y aplastarlo con la punta de mi zapato. No era que fuera tan amante de los cigarrillos, de hecho no soportaba tanto el olor, pero me gustaba un poco fumar al terminar de tener sexo placentero. Era como una forma de sentirme más liberada después de tener un buen orgasmo.

Entre de nuevo a la habitación, me acerque sigilosamente hacía la cama, me detuve a observar por última vez el cuerpo desnudo de la chica, sin duda he disfrutado tener sexo con ella esta noche, pues he dejado unas cuantas marcas sobre su piel. Esta chica demostró tener bastante experiencia en la cama, además de un buen cuerpo, casi podía decir que podría tener nuevamente un encuentro casual con ella el día de mañana, pero eso no pasara. Solté una risa maliciosa al recordar como al principio se estaba haciendo la interesante y la difícil conmigo, como otras chicas anteriores con las que he estado, pero al igual que todas esas chicas, no me costó mucho convencerla en venir a este hotel, típico que algunas se hagan las interesadas y las difíciles, pero todas al final terminan cediendo y cayendo ante mis encantos de seducción. Unas cuantas miradas, unas copas, acercamientos algo coquetos, un beso que les haga saber lo bien que la pasaran esa noche y al final decirles cercas al oído me acompañen a otro lugar mientras el agarre de mis manos sobre sus cinturas es firme y posesivo, eso termina haciendo que a gritos me pidan las coja muy duro.

Bien María José, es hora de irse. Tome la tela de sábana para cubrir el cuerpo de la mujer, cuidando de no despertarla. Tomé mi bolso y saqué unos cuantos dólares dejándolos sobre la mesita de noche y una hoja de papel que decía "Fue todo un placer". Solía hacer esto sólo con las mujeres que me hacen experimentar de un buen sexo.

No sé cómo lo tomaban las mujeres, al despertar y no encontrarme en la habitación del hotel. También aquellas que se encontraba con dinero de mi parte como una forma de pago, tal vez y algunas se lleguen a sentir ofendidas, otras tal vez lo vean como algo doblemente bueno, ya que no todos los fines de semana te encuentras con una mujer que te hace gritar en la cama y te llena de orgasmos. Pero siento lastima en ocasiones por ellas, por el simple hecho de que ya jamás vuelven a verme y sobre todo gozar de un buen sexo. Por lo regular, suelo estar cambiando los lugares que frecuento, de esta forma evitar toparme nuevamente con la chica con la que estuve anteriormente y disfrutar así de nuevas experiencias.

Salí del hotel acomodando de mi abrigo, como siempre mi chofer se encontraba esperando al frente. Al verme caminar, rápidamente se bajó del auto rodeándolo para abrirme la puerta.

—¿Cuantas veces más tendré que decirle que no es necesario haga eso Antonio?— dije al hombre mientras me subía al auto. 

—Lo siento señora, me cuesta trabajo acostumbrarme quedarme arriba del auto. Ante todo siempre presente la caballerosidad de un buen hombre— respondió cerrando de la puerta —Además de que es parte de mi trabajo— dijo al subirse de nuevo al auto

—Al menos ya logré convencerle que no use su traje cuando me acompaña a estos lugares— reí un poco

Antonio era un hombre de 55 años de edad, de un aspecto bastante gentil y caballeroso. Gustaba de usar siempre como uniforme un traje color negro con camisa blanca y corbata, cosa que le decía no era necesario tanta formalidad cuando me acompañaba los fines de semana, que era mejor usara ropa cómoda. Tenía unos cuantos meses trabajando para mí, ya que había despedido a mi antiguo chofer por unos inconvenientes surgidos. Al mudarme a New York, al principio intente manejar, pero fui un fracaso total, no me gustaba manejar tanto y sobre todo no podía lidiar con el tráfico de la ciudad, así que opte por contratar un chofer para que se hiciera cargo de llevarme a todos los lugares que mi trabajo me demanda, mientras que los fines de semana no me parecía mala idea ser yo quien manejera, pues así tenía total privacidad en mis encuentros casuales o al menos eso pensaba hasta que conocí a Antonio, quien es bastante discreto.

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