Capitulo Seis

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      Aome se levanto de la cama en cuento Bankotsu hubo salido de su habitación y se quito la ropa. Tomo una bolsa de la lavandería del armario y metió sus cosas en ella. Vestida solo con el sujetador y las medias, abrió la puerta de la habitación y dejo la bolsa afuera antes de volver a cerrarla.

      Automáticamente, empezó a prepararse para meterse en la cama: se quito la ropa interior, se lavo los dientes, se refugio en la ducha de agua caliente, y todo ello intentando negar lo rápidamente que había caído en los brazos de Bankotsu D'Angelo y bajo sus encanto masculino. Envuelta en una toalla y sin nada mas que hacer, se sentó en el borde de la cama y se enfrento a la realidad.

      Hacia menos de una semana que había fallecido su marido y ella se había lanzado a los brazos de otro hombre. Se sintió cansada. Aunque hubiese querido entender lo que estaba pasando, nada en su vida la había preparado para aquello. Ni los colegios privados en las distintas ciudades del mundo en las que había vivido, ni el haber ayudado a su padre trabajando con niños desfavorecidos, ni, mucho menos, el haber descubierto que su marido , el hombre que había jurado amarla para siempre, hubiese llevado una doble vida.

      ¿Cuándo había empezado a desmoronarse su matrimonio? ¿Qué podría haber hecho para cambiar aquello? ¿Acaso habría habido alguna diferencia? ¡Y como había sido su comportamiento con Bankotsu D'Angelo? En esos momentos era la persona a la que menos le apetecía volver a ver. Otro de los acreedores de Inuyasha. Una cosa era dejar que el la consolase y, otra bien distinta, haberle ofrecido sus labios, su cuerpo. Y aun entonces, seguí sintiendo sus caricias. Su beso había sido dominante, diestro y ella lo había recibido  con una indecencia que todavía la sacudía.

      No debería sentirse asi. Debería sentirse culpable, no estar deseando mas. Todavía recordaba su olor, su calor.

      Quería que la sacudiese con fuerza. No sabia si aquello era una reacción visceral ante la noticia de que Inuyasha le había sido infiel, ante la prueba de que ella no había sido suficiente mujer para el.

      Aome se metió debajo de las sabanas y se tapo hasta la barbilla, a oscuras. ¿En que se había convertido su vida, que la esperaba en un futuro?

      

      A la mañana siguiente, Aome se despertó al oír que llamaban suavemente a la puerta. Había soñado que se encontraba entre los brazos de Bankotsu D'Angelo. Se sentó en la cama y se retiro el pelo de los ojos. Estaba hecha un desastre. La toalla en la que se había envuelto la noche anterior se le había bajado, y la subió para taparse al ver que se abría la puerta.

      Bankotsu apareció, su presencia era imponente y oscura, iba vestido con su característico traje de chaqueta. Sus ojos azules miraron con frialdad su pelo enmarañado, sus hombros desnudos y descendieron hasta el valle de sus pechos. Sintió que una ola de calor le recorría el cuerpo, su piel se volvió de pronto sensible al roce de la toalla. Se paso la lengua por los labios repentinamente secos y vio como se le encendía a el la mirada al verla hacer aquello. 

      -Buon giorno, señora Higurashi. ¿Ha dormido bien? - su tono de voz era duro, casi como si estuviese enfadado.

      Aome lucho para mantener su elegancia.

      -Por favor, no me llame asi. Yo no... no... -no pudo acabar la frase.

      No le gustaba como sonaba aquel <<señora Higurashi>> de boca de Bankotsu D'Angelo, ni de boca de nadie. Había sido la esposa de Inuyasha, pero no había significado nada para el. Nada de nada. La noche anterior al pensar como se había dejado caer en los brazos de Bankotsu, se había dado cuenta de que no había sido nada mas que otro logro para su marido. Algo de que alardear delante de sus colegas. De lo que presumir cuando hablaba de lo lejos que había llegado a a pesar de haber dejado de estudiar con quince años y haber pasado por todo tipos de trabajo.

Amor y VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora