Bankotsu alquilo un coche a la mañana siguiente y fueron hacia el sur por la autopista, hasta llegar al campo. Pasaron varias horas recorriendo carreteras comerciales, conociendo la zona antes de detenerse en una animada cafetería de la pequeña ciudad de Whitford.
Mientras Bankotsu esperaba en una de las mesas de fuera que les llevasen la comida y el café, Aome se dio una vuelta por la tienda de regalos que había al lado.
Le llamo la atención la ropa de bebe, las camisetas y las botitas de color blanco. Por primera vez desde que Inuyasha y ella habían abandonado la esperanza de ser padres, no le resulto doloroso ver aquella ropa. Incluso alargo la mano para tocar la suave tela. Sin darse cuneta de lo que estaba haciendo, Aome se llevo una de las camisetas a la mejilla y cerro los ojos. Por primera vez, se sentía bien haciendo algo asi. Siempre había querido tener un hijo con Inuyasha, pero nunca había imaginado que las cosas podrían salir de ese modo.
Distraídamente, selecciono un caballo en tonos pasteles, hecho con retales de tela y un par de minúsculos calcetines. Calculo mentalmente el precio de todo y se alegro al recordar que todavía tenia el dinero que le habían dado de la venta de los anillos. Podía comprar aquello si quería. Eso la puso contenta, y eligió otro juguete, otra camiseta.
-Yo lo pagare -dijo Bankotsu desde detrás de ella, sorprendiéndola tanto que casi se le caen las cosas de las manos-. ¿Quieres algo mas?
-Puedo pagarlo yo. Tengo dinero.
-Guárdate tu dinero. Se lo mucho que te a costado obtenerlo -Bankotsu bajo ligeramente la cabeza y llevo las cosas al mostrador.
Aome se puso furiosa. ¿Asi era como iba a ser todo? Se dio la vuelta y fue a sentarse a la cafetería y miro las tiendas que había al otro lado de la calle. Sabia que su comportamiento era infantil, pero se sentía decepcionada. Bankotsu volvió a la mesa, con las compras empaquetadas, y Aome sintió como una sombra se cernía sobre ella.
Comieron en silencio. Cuando Bankotsu hubo terminado su café, siguió con su mirada la de Aome.
-Ven -dijo levantándose de la silla y tomando el paquete. Señalo hacia la inmobiliaria que había la otro lado de la calle-. El agente debe estar esperándonos. La zona es bastante agradable, ¿no crees?.
Aome lo siguió y ambos entraron en la inmobiliaria.
El agente los saludo efusivamente y les enumero las propiedades que podía enseñarles. Se ofreció a llevarlos en su coche.
-No, nosotros lo seguimos -insistió Bankotsu-. Tal vez tengamos que volver a la ciudad repentinamente.
Aome sintió un escalofrió al pensar que Bankotsu tendría que marcharse en cualquier momento si lo llamaban para decirle que había nacido su sobrina. De repente, aquello le parecía demasiado real. ¿De verdad seria capaz de hacerlo?
-¿Aome? -la llamo el, sacándola de sus pensamientos.
Estaba esperándola con la puerta de la agencia abierta, para que pasara delante de el. Al hacerlo, olio su aroma. Intento desesperadamente ignorar la respuesta de su cuerpo.
Dentro del lujoso sedan, Aome intento distenderse, no fijarse en la fuerza con la que agarraba el volante, llevando el coche por la carretera y acelerando hasta llegar a los cien kilómetros por hora. Su piel ligeramente bronceada contrastaba con la camisa blanca que llevaba puesta. El vello oscuro le daba un toque masculino a su refinada persona. Aome observo sus dedos largos.
Ella había sentido esos dedos en sus caderas, en los pechos y, de repente, experimento la necesidad de volver a sentirlos. Se estremeció solo de pensarlo.
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Amor y Venganza
RomanceAome Higurashi no había sabido nada sobre el adulterio de su marido... hasta que el había muerto dejándola completamente arruinada y a cargo del hijo que había tenido con otra mujer, que ahora luchaba por no morir. Por eso, cuando aquel guapo y mis...