Capitulo Dieciséis

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      Bankotsu llevaba en la mano una botella de su vino favorito, algo de lo que no había perdido  disfrutar Aome recientemente. Sirvió dos copas y se sentó frente a ella.

      Aome lo miro enfadada a la cara y noto inmediatamente la expresión cansada en sus ojos, la fatiga en sus rasgos y la prominencia de sus pómulos. Tampoco parecía haber tenido tiempo de afeitarse ese día. Su apariencia la impresiono. Él, que siempre había sido la perfección de la elegancia. No obstante, no podía importarle. Tenia que recordar como la había tratado. Se irguió en la silla.

      -¿Qué quieres? -le pregunto.

      -Es simple. A ti -respondió él con voz ronca.

      Aome observo como el tomaba su copa de vino y se la daba. Rosándole deliberadamente los dedos al hacerlo.

      Sin dejar de mirarlo a los ojos, ella dejo de nuevo la copa en l mesa y echo la silla hacia atrás . No podía soportar aquello ni un segundo más.

      -No te marches, por favor.

      Aome se quedo helada al oír la nostalgia en su voz. Tenia que ser sensata y levantarse, salir por la puerta y no detenerse hasta no olvidarse de él. Pero hubo algo en su ruego que le llegó directo al alma.

     -¿Por qué?

      -Porque me equivoque. Y mucho. No entendía cuanto significabas para mi.

      -¿Y cuanto significaba para ti? - de pronto sintió todo el dolor que llevaba conteniendo durante un mes-.

       ¿Quieres decir que te recordaba constantemente que tu hermana no podía casarse con el padre de su hijo?

      ¿Qué por mi culpa Bella es huérfana de padre y madre?.

      -¡Calla! Estaba completamente ciego de dolor cuando te dije aquello, a pesar de pensarlo por entonces. Te mentiría si dijese lo contrario, pero lo único que quería era arremeter contra alguien, hacer sufrir como yo había sufrido. Destruir como yo me sentía destruido. 

      Eso no quiere decir que lo que hice estuviese bien, fue cruel y equivocado y se que he causado un daño irreparable.

      Aome iba a responder cuando Calvin salió de la cocina y se dirigió a ellos con los entremeses. El aroma penetro la nariz de Aome. Era su plato favorito. Empezó a salivar, pero se contuvo. ¿Acaso  Bankotsu esperaba ganársela de nuevo ofreciéndole su vino y su comida preferidos, y el estilo de vida con el que había nacido? No merecía la pena. Ya no.

      Él le toco la mano y ella se sobresaltó y la apartó.

      -No me toques -Aome no se sentía lo suficientemente fuerte para soportar que la tocase, para recordar el placer que le había dado con esas manos. Al entregarle su corazón, le había entregado un arma. No volvería a ser tan descuidada.

      -Scusami -le dijo Bankotsu-. Pero, por favor, come. Por tu aspecto pareces que llevas semanas sin comer bien.

      -Eso no es asunto tuyo.

      Él la miro como si quisiese discutir su comentario, pero consiguió contenerse. A regañadientes, Aome levanto el tenedor para pinchar una de sus vieiras, y luego se la llevo a la boca. Sus papilas gustativas explotaron de placer con el sabor y se le escapo un pequeño  gemido. Los ojos de Bankotsu se oscurecieron, sus pupilas se agrandaron al observar como disfrutaba de la comida. Ella se ruborizó al reconocer aquella manera de mirarla.

      Cuando Calvin se hubo llevado los platos, Aome dio un trago al vino. Se dijo que lo mejor era disfrutarlo, ya que no sabia cuando seria la siguiente vez que podría permitirse beberlo de nuevo.

Amor y VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora