Inmoral

Capítulo 21

INMORAL

Fue algo impulsivo.

Definitivamente no había otra forma de llamar a aquello que estaba haciendo.

Pues después haber escuchado aquellas palabras salir de la boca de la enfermera, Shoto no podía permanecer simplemente tranquilo a la espera de una resolución natural.

Por supuesto que no. Él había sido un héroe, él no esperaba a que las cosas pasaran solas, él debía ir y hacer que pasaran. Eso era lo correcto. Eso era a lo que él estaba acostumbrado.

Shoto necesitaba saber que Izuku estaba bien, porque aquella pobre excusa donde Inko afirmaba que su hijo estaba indispuesto, no era más que pura mierda. Sin ofender a la mujer.

Él necesitaba respuestas, era por eso mismo que ahora se encontraba frente a la puerta del pecoso, pues él mismo había ido a por ellas.

Sin embargo, ¿Por qué pasaba esto ahora?

Todoroki, el valiente héroe que jamás había perdido una batalla en toda su vida, parecía estar rompiendo ese perfecto récord a causa de una maldita puerta amarilla que lucía casi tan amenazante como Endeavor en tiempos de su niñez.

Joder que todo el valor que lo había llevado frente a esa puerta, estaba desapareciendo dejando detrás a aquel hombre que Todoroki, ya ni siquiera podía reconocer, pues a tan solo menos de un año de haber dejado el trabajo de heroísmo, el bicolor había vivido una transmutación que ya no le permitía ser tan indiferente a cualquier tema.

Esta vez, pensaba con detenimiento. Esta vez, comprendía las sensaciones y esta vez, podía sentir sus propios sentimientos fluir por cada parte de su cuerpo, permitiendo así, que el miedo ganara terreno ante la idea de reencontrarse con aquel niño que le alborotaba todos los sentidos de forma aterradora desde que no sabía cómo controlarse.

¿Cómo podía tocar la puerta para enfrentar ese miedo nuevamente?

¿Cómo golpear la madera cuando no estaba seguro si se robaría a aquel muchacho en cuanto le viera?

Apretó los puños a su costado tratando de pensar con claridad.

¿Cómo es que de pronto eso había dejado de ser sencillo?

¡Por Dios que solo debía llamar a la puerta!

Tomó una profunda bocanada de aire como solía hacer fuera de la oficina de su padre, quizás el valor que ahora se le escapaba del cuerpo, podría ser recuperado junto con ese necesitado oxígeno.

Podía hacer esto. Podía golpear la madera, confirmar que el muchacho estaba bien, e irse directamente a casa por aquella ultima caja antes de partir a Tokio para nunca más volver a ver a Izuku.

Sí...

Podía hacer eso ¿cierto?

Golpeó la puerta tres veces, pero fue justamente tras su primer golpe, que otra duda le entró a la cabeza.

"¿Y si es Inko es quien atiende?"

Se paralizó de solo pensar en aquella posibilidad.

¿Si quiera podría ver a la madre de aquel muchacho a la cara?

Un temblor le recorrió el cuerpo completo.

¿Cómo ves a la madre del niño por el cual estas violando la ley?

Su corazón palpitó lleno de terror.

¿Acaso era idiota? ¡Era lógico que su madre podría atender la maldita puerta! ¿Cómo no lo había pensado?

Ah sí, estaba tan atontado pensando en lindas pecas y ojos esmeralda, que por supuesto no pensó en que básicamente era un agresor en potencia frente a la puerta de su víctima.