Capítulo #7.

273 20 1
                                    

Irina

La pregunta de mi papá me dejó en el sitio, tenía casi cinco minutos viendo la carta pero sin siquiera leerla y la entrevista estaba por empezar.

Quizás debí preparar a Adrien sobre qué decir y que no, pero no hubo mucho tiempo, sin embargo allí estaba. Miré a Adrien aterrada, quizás el podía inventarse una buena historia, pero igual me asustaba no saber que pasaba por su mente en ese momento.

Me tomó de la mano bajo la mesa y mi corazón dio un salto, estaba emocionada, asustada y completamente derretida por el. Me dio una sonrisa y di gracias al cielo por estar sentada, porque de no estarlo, probablemente mis piernas flaquearían y me desmayaria.

— Si le soy honesto — respondió Adrien — jamás olvidaría el día en que la vi por primera vez, llevaba gafas — que ya no usaba porque me habían hecho una operación para corregir la miopía — y un montón de libros. Era su primer día en la Universidad, yo estaba sentado con unos compañeros de clases y ella entre tantos libros, tropezó, arruinó sus gafas y yo me acerqué a ella para ayudarle  — me quedé en shock — la acompañé hasta la biblioteca y allí la dejé, pero le aseguro que mi corazón se quedó con ella.

Aquello no era ficción, era real, yo también lo había visto por primera vez ese día, estaba con sus amigos riendo y por estar mirándolo como una colegiala, tropecé, y todo pasó tan rápido que aún me reprocho haber sido tan tonta. Yo misma había terminado pisando mis gafas y los libros habían terminado regados por el suelo.

Alguien se había acercado a mi y me había ofrecido ayuda, acepté gustosa, me preguntó donde iba y luego me acompañó hasta la biblioteca. No tuve tiempo de preguntarle su nombre pero ahora tenía sentido, había sido Adrien.

— Me gusta como hablas de mi niña — respondió Marcus — Y me alegra que ella se haya quedado en tu corazón, no espero menos para mi única hija.

— Papá por favor — dije entre dientes — no hables de mi como si tuviese quince años.

Mi papá soltó una carcajada que hizo que un par de personas girasen para mirar nuestra mesa.

— Para mi siempre seras mi niña — negué con la cabeza, mi padre no tenía remedio.

Pedimos de cenar y la tensión fue disminuyendo, entre el vino y las risas, todo se hizo más ameno. La comida era deliciosa, y tanto Adrien como mi padre, parecían llevarse bien.

Adrien trabajaba como programador y mi padre tenía unas cuantas empresas del ramo farmacéutico, por lo que encontraron un punto en común, la tecnología. Al cabo de una hora yo estaba muriendo de aburrimiento, dado que ya no tenía nada que aportar a la conversación.

— ¿Y ustedes ya viven juntos? — soltó mi padre dando un sorbo a la copa de vino.

Pregunta trampa dije para mis adentros y rogué que Adrien respondiese de la forma correcta.

— No, pero vivo más en el departamento de Irina que en el mio – su respuesta era honesta, sabia que mi padre haría algo así.

Ambos se habían tomado tres botellas de vino e iban por la cuarta, mi padre estaba emborrachando a Adrien para sacarle las verdades.

— Entonces duermen juntos... — siguió mi padre.

— ¡Papá! — interrumpí pero Adrien respondió.

—  Por supuesto — quise desaparecer, eso iba a dificultar un poco las cosas.

— Entonces asumo que pronto van a casarse ¿No? — mi padre se aclaró la garganta — No me gustaría que llegue un nieto mío de sorpresa y fuera de un matrimonio estable.

— Que más quisiera yo — respondió Adrien — moriría por casarme con su hija y llenar la casa de pequeñitos con sus hermosos ojos.

Adrien comenzaba a arrastrar las palabras.

— Papá — interrumpí — yo creo que es mejor que nos marchemos, Adrien ya tomó demasiado y...

— Nada de eso — papá dejó la copa en la mesa — Nos iremos al hotel, pueden dormir en una de las suites que tiene el Pent House, sabes bien que no tengo complicaciones con eso — quise que la tierra me tragase — Me gustaría continuar con la conversación mañana y además. Tengo un par de asuntos que tratar contigo.

Ya sabía yo que dejar el auto era una mala idea, mi papá ahora podía manejar nuestro tiempo como el quisiera ya que dependíamos de él.

Aunque podía tomar un taxi, pero con Adrien en ese estado sería muy complicado llevarlo hasta casa.

— Esta bien — acepté entre dientes.

Llegamos al hotel, estaba lejos de la ciudad, por lo que supe que mi padre ya había premeditado todo. Llevaba a un Adrien ebrio con el brazo sobre mi cuello y mi padre caminaba delante de nosotros.

— ¿Necesitas ayuda? — ofreció y yo negué con la cabeza.

Subimos hasta el último piso, mi padre siempre se hospedaba en los mejores lugares y este no era la excepción.

El pent house tenía un gran salón y tres suites además de la suite principal, un bar y un salón de juegos. Pensé que mi padre bien podía quedarse en una suite común, pero eso siempre era un insulto para el gran Marcus Salvatore.

— Pueden dormir en esa habitación, Buenas noches chicos — se despidió y desapareció tras la puerta de la habitación principal.

Como pude llevé a Adrien hasta la suite que nos había asignado mi padre y el se separó de mi aunque caminaba de forma inestable.

— Hace calor — dijo quitándose el saco y luego la camisa.

Ahora la que sentía calor era yo.

— Adrien creo que... — me giré hacia otro lado cuando vi que iba a bajarse el pantalón.

El rubor subió a mis mejillas casi de inmediato y al instante lo escuché murmurar algo casi imposible de entender. Me giré y lo vi caer sobre la cama boca arriba y vistiendo solo un bóxer, ya antes lo había visto pero no tan seguido y solo para mí.

Sacudí el pensamiento, yo era virgen, pero aún así, su cuerpo me prendía en calor.

— Ven — murmuró abriendo los ojos a medias — durmamos — lo que yo menos quería era dormir, pero camine hasta el otro lado de la cama y me recosté — me gustas tanto Irina — Dijo girandose y cerrando los ojos.

Me quedé estupefacta, me había dicho que yo le gustaba.

— Adrien... — le llamé tentativamente pero no se inmutó, se había quedado profundamente dormido.

Mi cabeza iba a explotar con tanta información, dudas e incertidumbre, pero de algo estaba segura, mi padre siempre decía que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, entonces...

¿Yo realmente le gustaba a Adrien?

Intenté no hacerme ilusiones, era de Katharina, así que me quité el vestido, me envolví en la sabana y me quedé dormida.

Novio PrestadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora