Capítulo #10

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Adrien.

Vi a Irina marcharse al baño, fuiriosa, ella normalmente no era así, siempre estaba callada, mostraba poco sus emociones y debo admitir que en más de una ocasión me llegué a sentir frustrado por eso.

Su padre se quedó en silencio, me miraba fijo, casi como si pudiese leer mis pensamientos.

— Voy a morir — dijo rompiendo el silencio — los médicos me han dicho que tengo entre uno a dos años de vida aproximadamente.

Lo decía tranquilo, pero lleno de seriedad.

— Lo que más deseo en el mundo es ver a mi pequeña Irina feliz — continuó — y se que es un poco egoísta de mi parte pedirles que se casen, pero veo como la miras y siento envidia, una vez tuve la misma mirada de enamorado que tú por mi dulce Ivanna — suspiró — no quiero irme de este mundo sin ver a mi niña casada y con un nieto para mí.

Yo estaba perplejo, no solo quería una boda sino también un nieto. Una parte de mí quiso decirle la verdad, porque se estaba haciendo ilusiones en base a una mentira.

— Señor Salvatore yo... — iba a negarme y me interrumpió.

— Este es el anillo que le dí a mi difunta Ivanna — sacó una cajita de terciopelo — por favor pídele a mi hija que sea tu esposa y dale un último año de felicidad a este viejo.

Por un momento pensé que estaba tomandome el pelo, pero sus gestos, decían la verdad, el padre de Irina iba a morir y estaba dejando a su hija en mis manos. Si eso no era verdad, su actuación era digna de un Oscar.

— No te estoy mintiendo muchacho — dijo casi como si pudiese leer mi mente — y no lo hago para manipularlos, para eso te doy alcohol... — ambos reimos — aunque fuiste bastante honesto, pero es fácil darse cuenta que amas a Irina, estas atento a cada uno de sus movimientos, si te mira tu respondes con la mirada, tienen una conexión de esas que poco se ven en estos tiempos.

Mi suegro de mentiras era bastante observador pero es que no era del todo falso. Había una gran verdad en sus palabras, yo estaba perdidamente enamorado de Irina, siempre lo estuve, hasta que Katharina me habló de su compromiso.

— ¿Ella estuvo comprometida antes? — necesitaba saber la verdad.

— Si y no — Marcus suspiró — cuando eres padre, te preocupas por darle a tus hijos un buen futuro y por supuesto, te preocupas porque tenga una pareja estable económicamente hablando — bebió otro sorbo de café — yo comprometí a Irina con Lucius cuando apenas estaban en secundaria, su padre y yo somos amigos de toda la vida y a pesar de todo, Lucius es un buen muchacho, además de rico, es quien maneja actualmente todas las franquicias de su padre — suspiró nuevamente — sin embargo, entendí que Irina no lo ama, fueron amigos durante su adolescencia pero ya, no puedo llevar a mi hija a un matrimonio sin amor, no es el estilo de un Salvatore.

Rei ante aquello, el señor Marcus ponía el amor por encima del dinero, algo poco común para un hombre cuya fortuna no tiene precedentes.

Tomé la cajita en mis manos.

— Además, tu no eres un joven pobre — continuó el hombre y lo miré sorprendido — Si, he investigado un poco y la fortuna de los Durand no es que sea poca cosa.

Tragué grueso, no me preocupaba en absoluto que supiese acerca de mi familia, mi hermana Fleur era una de las chefs más prestigiosas de Francia y mis padres, dueños de una de las cadenas de restaurantes franceses más prestigiosas de Europa. Mi preocupación real era la investigación acerca de mi vida, ¿Y si el sabía que mi relación con Irina era todo mentira?

— Quita esa cara muchacho — siguió — no es como que estés ocultando una vida secreta ¿No?

Ambos reimos nerviosamente y antes que me diese tiempo de responder Irina regresó a la mesa.

Marcus me miró fijo y le comentó acerca de la fecha de la boda.

¿Cuál boda? Decía su mirada, pero antes de responder me tocó hacer mi interpretación.

Tomé la cajita que mi suegro me había entregado, me arodillé sobre una sola de mis rodillas e hice mi actuación magistral.

— Irina Salvatore — sentí una gran presión, cómo si el momento fuese completamente real — ¿Me harías el honor de ser mi esposa?

Miré sus hermosos ojos color miel y sentí como mi corazón latía mas fuerte, yo estaba completamente enamorado de Irina, aunque lo que estaba pasando era una completa farsa yo quería que fuese real.

Irina estaba en shock, me miraba fijamente y podía ver como su respiración iba a toda velocidad haciendo subir y bajar su pecho.

Asintió rápida y ligeramente, en un gesto casi imperceptible. Le dediqué una sonrisa y puse el anillo en su dedo, encajaba a la perfección.

— ¿Qué esperan? Besense — nos mandó Marcus.

Así que yo obedecí, aún de rodillas me acerqué a ella y posé mis labios en los suyos.

Sus labios respondieron al instante y ella posó sus manos en mis hombros al mismo tiempo que me seguía delicadamente el beso.

Su piel, su boca, su aroma, era todo exactamente como lo recordaba. Yo simplemente estaba jugando con fuego al besarla, pero me moría de ganas de recordar su sabor y allí estaba, el recuerdo, exactamente igual al beso que nos dimos la noche de graduación.

Novio PrestadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora