Capítulo #20

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Adrien

Me despertaron los pájaros con su canto de la mañana, mi olfato se activó antes de que pudiese abrir mis ojos, el olor del cabello de Irina me embriagaba, la sentí entre mis brazos, con su cuerpo desnudo y dándome la espalda, abrí los ojos, por un momento pensé que había estado soñando y que todos los recuerdos de la noche anterior no habían sido más que eso, un sueño.

Me había dormido abrazándola y con su cabeza sobre mi pecho, y me desperté con ella abrazada en cucharita y con su trasero pegado a mi cuerpo, inmediatamente sentí como mi amiguito se paró firme pero yo no estaba dispuesto a despertarla. Me zafé de su agarre con cuidado y la dejé en la cama profundamente dormida, yo necesitaba un baño y salir a alguna farmacia cercana, por mucho que Irina me encantaba, la noche anterior yo había cometido una imprudencia que nunca antes había hecho en toda mi vida, ni siquiera de adolescente. En primer lugar, hacerlo sin condón y en segundo lugar, terminar dentro de ella.

Pero cuando recordaba su cuerpo, su cara, cómo el deseo me estaba volviendo loco, todo tenía sentido. Yo podría fácilmente hacer el amor con Irina a toda hora, era preciosa, perfecta, una diosa y estar dentro de ella se había sentido como el mayor de los extasis, algo que yo jamás había experimentado. Llevaba tanto tiempo sintiéndome atraído por ella, que esa pasaría a ser una de las mejores noches de mi vida, yo, Adrien Durand, había hecho el amor con Irina Salvatore, sabía que después de eso habíamos traspasado un límite de no retorno.

Estábamos en problemas.

Me metí al baño y me sorprendió lo amplio que era, si que podría acostumbrarme a esta vida, si bien yo había crecido en un hogar ostentoso, este lo era mucho más.

Me duché y me vestí sigilosamente, salí de la habitación tratando de no despertarla, sin embargo recordé que habíamos llegado allí con el chofer, por lo tanto, si quería salir de allí, debía ser de la misma manera.

— Buenos días muchacho — Escuché a mi suegro hablar a mis espaldas — Me giré y lo vi tomando café en la puerta de la cocina — ¿Han tenido una buena noche? ¿Dónde está mi princesa?

Casi podía sentir cómo sus ojos leían mis pensamientos o cómo mi rostro reflejaba la culpa. la noche anterior me había acostado con Irina. Casi pude sentir cómo me ruborizaba.

— Tranquilo, no te estoy preguntando detalles sucios, solo quiero saber si mi hija pudo dormir — continuó y yo casi me ahogo de los nervios

— Irina durmió tan bien que aún sigue durmiendo — Respondí — Y esto que ella suele ser un ave mañanera, a estas horas ella normalmente ya está fuera de casa.

— Bien, dejémosla descansar, tú y yo vamos a hacer nuestros quehaceres— Me dijo y yo sabía que tenía que acompañarlo al médico, como me lo había propuesto el día anterior — Estaremos aquí a la hora del almuerzo aproximadamente, Greta ponle un desayuno al muchacho para llevar, tenemos una cita — le guiñó un ojo a la mujer y salió de la cocina.

Yo tenía que pasar por una farmacia en cualquier momento o con cualquier excusa, necesitaba comprar las pastillas para Irina y no podía decirselo a su padre, por más que él hiciera que nuestras noches juntos sonasen como algo habitual, ahora era una realidad y era algo completamente nuevo para mí, además, aún no sabía como lo tomaría Irina.

Salí con mi suegro y el camino a la cita con su médico se hizo corto, hablábamos de mi trabajo como programador y él eventualmente mencionaba a modo de broma que eso tendría que dejarlo si quería encargarme del negocio familiar. Solo habían pasado unos días, pero Marcus me hacía sentir parte de su familia, como si me conociera hace más tiempo.

Entré con él a la cita con su médico y me presentó como el futuro esposo de su hija, sonaba bien cada vez que alguien lo mencionaba, además, yo no dejaba de pensar en la suave piel de Irina bajo mis manos y en lo mucho que repetiría la noche anterior una vez pudiesemos consolidar nuestra relación.

Novio PrestadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora