CAPITULO 6

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CAPÍTULO 6
———————-𑁍

—Y quemó las cartas. Sus cartas —dijo Terry mientras se limpiaba el rostro con la manga de su camiseta de seda blanca, empapándola con sus lágrimas saladas y tristes.

Le había contado todo a Charlie. Era la única persona a quién se lo podía decir de todos modos.

—¡Es un cabrón! —gritó al aire con todas las fuerzas de sus pulmones.

—¡Charlie! —Terry se sorprendió por la palabra obscena hacia su padre.

—Perdóname por mi vocabulario, ¡pero es la verdad! ¡Ah! ¡Si solo lo tuviera enfrente! —Alzó los puños como si estuviera peleando con una sombra—. Le arrancaría los bigotes de escoba que tiene.

—... ¿Bigotes de escoba? —Terry dejó salir una gran y escandalosa carcajada que llenó los oídos de su amigo.

—Así me gusta verte.

—Me has hecho reír, pero todavía estoy molesto. Insiste en seguir alejándome de la única persona que realmente me ama.

—¡Ey! Yo te amo, ¿que eso no cuenta? —Se hizo el ofendido al poner sus manos en el pecho, como si le hubieran roto el corazón.

—No seas estupido. —Lo miró como si fuera el ser mas extraño sobre la tierra.

—¿Tú no me amas? —Lo estaba provocando y Terry lo sabía. Se acercó a él y lo apretó a su cuerpo alto con fuerza, forzándolo en un abrazo.

—Charlie, sabes que te aprecio mucho... Pero me estás incomodando.

—Eres la única familia que me queda —le admitió, con un dejo de tristeza en su voz adolescente—. Eres como el hermano menor que nunca tuve.

—Todavía tienes a tu madre. Estás a tiempo para regresar.

—Nunca voy a volver.

—¿Qué pasó Charlie?

—... Te enojarás conmigo también.

—No es cierto.

—¿Seguro? —Le extendió su mano, teniendo su meñique estirado. Exigía una promesa. Terry, dudoso, decidió aceptar—. Quería regalarle algo a mamá. Su cumpleaños ya pasó, y quería darle algo especial, algo que sabía que iba a amar. Ella llevaba algún tiempo poniéndole el ojo a un vestido morado, el que estaba en la ventana de doña Samantha.

—¿El que tiene brillo?

—Ese mismo. Claramente, no se lo podía comprar porque todo el dinero que gana lo utiliza en mi. Pues yo pensé en comprárselo...

—Pero, Charlie, ¿con qué dinero?

—... Robé. Sé que estuvo mal, pero en serio quería dárselo a mamá. Vi a un señor rico, y le quité su reloj de oro. —Tuvo que desviar la mirada a otra dirección, ya que no soportaba el reproche en los ojos de Terry—. Se lo conseguí... Y mamá se enfureció conmigo. Me pegó. Ella nunca me pega...

—¿Por qué lo hizo?

—Porque supo que lo había robado... Me llamó delincuente. Yo solo quería hacerla feliz. —Mordió su labio para detener las lágrimas insistiendo en escapar.

—Tuviste buenas intenciones, pero no lo hiciste bien. A pesar de todo, tu madre te ama. Lo he visto. Al final del día te lo va a perdonar.

—¿Tú crees?

—Estoy seguro. —Sonrió con afirmación, dándole algo de esperanza a su amigo—. Está anocheciendo.

El sol se estaba escondiendo detrás de los árboles, pintando el cielo de un naranja brillante y dando paso a la noche.

Terence Granchester La Historia DefinitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora