CAPITULO 44

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CAPÍTULO 44
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El apartamento de Terry estaba lleno de cajas de cartón y bolsas de basura, ya que, con la ayuda de Allen y Karen, Terry estaba guardando y echando sus pertenencias como parte de su mudanza. Se iría a vivir a la casa Marlowe para estar más al pendiente de Susie.

Terry la había llevado a un hospital después de haberla encontrado desmayada en la sala, y allí los doctores no les habían dado buenas noticias. La rubia, a parte de que sufría dolores infernales en su columna, estaba enferma. Susanna comprendió que había heredado la enfermedad desconocida de la cual su padre había muerto. Esa noche lloró desconsoladamente en los brazos de Terry. Después de eso, llevada por su miedo de morir sola, comenzó a rogarle a Terry todos los días por que se mudara con ella aun si no estuvieran casados, y consumido de culpa, Terry accedió.

La mayoría de las pertenencias que Terry estaba empacando para la casa de Susie eran los trofeos y medallas que había ganado en nominaciones de teatro, afiches y periódicos que lo mencionaban, su pequeña colección de Shakespeare, sus cartas, su armónica y, por último, pero no menos importante, las tazas que Allen le había regalado. El resto no tenía ningún valor para él.

—«El Rey de Broadway piensa mudarse con su novia Susanna Marlowe sin casamiento» —Karen leyó en el periodico que había conseguido en la calle—. «¿Cuándo anunciará su compromiso?».

—Deja esa mierda —protestó el castaño, colocando en el suelo la caja de libros—. Espero que Susie no lea ese periodico.

—¿No piensas casarte? —preguntó Allen, subiendo la mirada de la pila de platos en la cocina. Parecía muy interesado en ese tema.

—No lo sé. —Alzó los hombros, aunque estaba bastante seguro de que no lo haría—. No creo estar listo —admitió bajo su aliento, girándose hacia Karen quien no había, hasta el momento, aportado nada a la conversación. La notó con el entrecejo fruncido y piernas temblorosas. Estaba levantando una caja de trofeos, y parecía que en cualquier momento los brazos se le caerían—. Pásamela. —Quiso retirar la caja que Karen llevaba, pero esta se volteó, negándole el acceso.

—Yo puedo sola.

—Se nota de lejos que no. Dámela.

—Pero no es bien visto que vivas con una mujer que no es tu esposa. —Allen ignoró el hecho de que Terry y Karen estaban discutiendo en el fondo y, preocupado, siguió con el tema—. Podrían señalar a Susie, encima porque eres el actor más reconocido de Broadway. La prensa estará encima de ustedes. ¿Están seguros de lo que hacen?

Terry soltó la caja que había estado tratando de arrebatarle a Karen y se volteó a Allen para responderle; sin embargo, Karen no se lo había esperado y se fue de espaldas, pegando un grito acompañado por un jalón en la camiseta de Terry. Ambos se vinieron abajo, y la caja había terminado a un lado, con algunos trofeos fuera de sitio.

—¿Están bien? —El rubio corrió hacia ellos tras haber escuchado el escándalo, y se llevó la sorpresa de verlos en el suelo, Terry sobre Karen. Allen agrandó los ojos ante la imagen.

—Sí, eso creo —respondió Terence, apuradamente apoyándose con sus brazos para levantarse. Una sensación extraña invadió su cuerpo al sentirse tan cerca de ella, similar a un hormigueo en la piel.

—Habla por ti mismo. Casi me matas, Terry. —Karen soltó un quejido, levantándose con la ayuda de ambos muchachos. Se sacudió la falda e intentó recoger los trofeos, solo que Terry no se lo permitió, levantando la caja por sí mismo.

—Puedes llevar la caja de cartas si gustas. —Señaló con la mirada a una pequeña caja colocada sobre el sofá. Seguido eso, se retiró del apartamento para llevar los trofeos al auto.

Terence Granchester La Historia DefinitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora