CAPITULO 27

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CAPÍTULO 27
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Terry se encontraba en el tren rumbo a Chicago bajo la penumbra de la noche. La mayoría de los pasajeros ya estaban disfrutando de sus sueños, recostados de la pared o de su compañero de viaje, pero Terry estaba mirando por la ventana a pesar de que lo único que lograba distinguir eran las borrosas siluetas de los árboles. Recordó que era su costumbre desde que era pequeño. Siempre que daba un viaje con su padre, tenía que ir junto a la ventana, o de lo contrario formaría un terrible berrinche, pero después de un tiempo, tuvo que acostumbrarse a callar, ya que no quería seguir escuchando los regaños de la duquesa de Grandchester. Pronto, sus hermanos tomaron su lugar al lado de la ventana...

Ex hermanos.

Al corregirse mentalmente, apretó los ojos y recostó su frente en el cristal. Supuso que la duquesa debía estar más feliz que nunca al enterarse de su desaparición. Ya debía estar borrado de todo tipo de herencia, sus fotografías probablemente habían sido arrojadas, y su habitación había pasado a ser de Edward, dado a que era la más grande. Había sido borrado de la familia como si nunca hubiera existido.

Terry se preguntó cómo estaría su padre, el duque, ahora que su bastardo ya no estaba en su vida. Tragó saliva con dificultad, pretendiendo no haber imaginado a Richard aliviado, libre de su imperdonable pecado.

—Terry —Susanna susurró su nombre, abriendo los ojos al despertarse. Había sentido el gran y tembloroso suspiro del castaño, ya que estaba recostada de su hombro—. ¿No puedes dormir?

Él no le contestó, no quería hablar por el momento, pero Susanna pudo ver su reflejo por el cristal de la ventana, y pudo leer la expresión funesta impresa en su cara.

—Es muy tarde y falta mucho para llegar. Lo mejor es que descanses. —Acarició el brazo de Terence, apretándolo un poco al final—. La obra será mañana en la noche, y no queremos que te quedes dormido parado en el escenario —trató de bromear, pero Terry ni siquiera formó una sonrisa. La chica se empezó a preguntar si tan siquiera la estaba escuchando—. Terry —llamó de nuevo, colocando su blanca mano sobre la de él, pero tan pronto Terry la sintió, la retiró lentamente. La puso sobre su regazo, y la otra la utilizó para reposar su quijada, aún sin quitar los ojos del cristal.

—¿Nunca te has preguntado cómo estarían tus seres queridos si tú nunca hubieras estado en sus vidas? —La pregunta salió de sus labios, como si hubiera querido preguntárselo desde que ella despertó.

—Pues... No, pero supongo que estarían muy tristes.

—No. Si nunca exististe, nunca te habrían conocido, por lo que nunca te extrañarían.

—Oh...

—A lo que me refiero es a que una vida impacta a quienes la rodean, y tengo curiosidad por saber cómo sería si una de ellas no hubiera estado presente. Por ejemplo, si no te hubiera conocido, probablemente nunca hubiera tenido una audición, así que no estaría en este tren ahora. ¿Me entiendes? —Terry se mordió el labio, dándose cuenta de que estaba hablando de más. No le gustaba compartir mucho sus pensamientos, y mucho menos sus sentimientos con personas desconocidas, pero la pregunta lo estaba fastidiando como un mosquito en el oído. Realmente deseaba poder estar con Candy en ese instante. Con ella era tan fácil hablar...

—Si, me parece que ahora sí entiendo. —Estaba sonrojada por las palabras de él, pero Terry no se fijó, ya que todavía no la miraba—. Es como mi padre. Si Dios no me hubiera dado la oportunidad de conocerlo, nunca hubiera descubierto mi pasión por las obras teatrales. Eso se lo debo a él. ¿Entendí?

—Supongo. —Decidió volver a callar. Después de unas horas, se cansó de pensar tanto en las miles de posibilidades del destino si sus padres nunca se hubieran encontrado, y se rindió a Morfeo.

Terence Granchester La Historia DefinitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora