EPILOGO

974 71 70
                                    

EPÍLOGO
———————𑁍

Para Susanna Marlowe,

Es extraño salir del teatro y no ir directamente a tu casa, de no ver tus brazos estirarse a mi dirección cuando cruzo el umbral. A veces me encuentro desubicado cuando no escucho tu voz llamándome a ratos en un momento de dolor o de solo querer sentirme cerca. Todavía me atrapo echando vistazos al reloj, esperando la hora para recordarte tomar tus medicamentos. Durante muchos años esa fue mi rutina. El cambio ha sido algo drástico, pero no puedo mentirte, me siento en paz.
En la noche de tu fallecimiento, quiero que sepas que todo lo que te dije era cierto, pero no dije todo lo que estaba pensando.
Mientras agonizabas y decías que no te arrepentías de tu egoísmo porque gracias a eso fuiste feliz a mi lado, comprendí que no debía sentirme tan culpable por todas las lágrimas que te hice derramar, porque yo por ti lloré más.
Debo admitir que de todas las cosas que murmurabas entre lágrimas, esperaba que saliera una disculpa de tu parte. Me hiciste muchas cosas que me hirieron profundamente, exigiste de mi mucho más de lo que yo te podía dar, y sé ahora que estabas consciente de ello. Antes de eso, había querido justificar todas tus acciones, pensar que todo lo que hacías era un acto de amor, pero ya no es así.
Lo intenté, Susanna, realmente intenté enamorarme de ti, de olvidarla, de sentirme bien a tu lado, pero no fui capaz. Se me encogía el corazón cada vez que me hacías una escena de celos, cuando me reprochabas y cuando me manipulabas al recordarme por qué estabas sobre aquella silla... Me tragué toda esa miseria durante años porque era mi responsabilidad permanecer a tu lado y cuidar de ti. Esa promesa jamás la iba a romper.
Susanna, cometimos muchos errores. Ambos estábamos ciegos, tú por un amor egoísta y yo por una culpa que no me correspondía. Tu miedo y tus sentimientos hacia mi te hicieron aferrarte más, creyendo que si me iba de tu lado te quedarías completamente sola, y yo accedí a quedarme contigo por tener la misma estúpida idea. No iba a poder conmigo mismo si te abandonaba, pero con el tiempo, vi que lo que ambos creíamos no era del todo verdad. Alguien te amó más de lo que tú hubieras podido imaginar, te amó como yo no pude amarte a ti.
Todos pudimos haber sido felices, Susanna, pero éramos apenas unos jovencitos cuando decidimos nuestros caminos. No creo que sabíamos a ciencia cierta lo que estábamos haciendo.
A pesar de todo, no te resiento nada, ¿sabes? Yo tengo parte de la culpa, eso lo acepto.
Sinceramente,

Terry G.
❀✿❀

Querido Ally,

Tanto para Karen como para mí ha sido muy difícil aceptar que ya no volveremos a verte, aunque a veces creo que a mi me ha costado más. Tu imagen sigue en mi cabeza, esa horripilante imagen de tus pies lejos del suelo y la silla, tu rostro pálido y ojos agrandados, casi sangrientos. No me cabe en la cabeza cómo es que llegaste a hacer algo así, tampoco me lo quiero imaginar. Me duele pensar todo lo que has de haber sufrido por la pérdida de Susanna. Supongo que debe haber sido demasiado para soportar, porque en estos momentos, mientras escribo esta carta, los ojos se me inundan de lágrimas, y si te quitaste la vida por ella, eso quiere decir que debes haber sufrido más de lo que yo en estos momentos.
Hasta el día de hoy me sigo odiando por haber tomado el papel que te pertenecía. Tú merecías estar ahí sobre ese enorme escenario, frente a aquel maravilloso público. No sabes cuánto me enfurecí cuando Robert Hathaway me pidió tomar tu lugar. Solo fue otro recordatorio de que ya no estás conmigo.
Me negué al papel muchas veces por diversas razones que nunca pude contarte, pero terminé por aceptarlo solo porque Karen me convenció de que así lo hubieras querido. Te juro, Ally, que entregué mi alma en esa interpretación, di mi todo solo por ti. Te lo debía porque fuiste tú quien me ayudó a sanar.
Sí, la noche que te ví por primera vez en la azotea del teatro en medio de la neblina, pensé que eras una alucinación, pues me recordabas a ella, a la chica de la cual estoy enamorado. Es por eso que huí como gato espantado tan pronto te acercaste a mi. Luego te encontré de nuevo ensayando tu audición, y fue entonces cuando conocí a Allen Ryder, el niño salpicado Ally. Yo estaba severamente agotado, físicamente y emocionalmente. Parecía una persona al borde de su lecho de muerte; sin embargo, de algún lado sacaste una sonrisa de mi. Con el pasar del tiempo que compartimos juntos, sanaste mi corazón roto pieza por pieza, y por ello te estoy eternamente agradecido.
Sé que no hay manera de que puedas leer estas palabras, pero ojalá algún día y de alguna manera volvamos a encontrarnos. Por ahora, te digo adiós, Ally.
Sinceramente,

Terence Granchester La Historia DefinitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora