CAPITULO 5

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CAPÍTULO 5
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Los Granchester estaban disfrutando de la hora del té juntos frente a la chimenea. Sus dos hijos jugaban en la alfombra suave como el algodón. Un silencio enloquecedor reinó entre la pareja, parecía que ninguno de los dos tenía intención de entablar una agradable conversación. Richard solo leía su periódico, mientras su esposa miraba jugar a los niños.

Unos minutos después, la puerta se abrió silenciosamente, revelando a un Terry acalorado y sudoroso, con el cabello completamente empapado y las manos resbaladizas, pero cargando un gran trofeo de color dorado, con su nombre grabado en la parte inferior. Con el pecho inflado de orgullo, caminó hacia su padre, buscando su aprobación.

—Padre —llamó con una sonrisa enorme—, Teodora y yo hemos ganado el primer lugar en la competencia. Fue genial, estuvimos a la cabeza todo el día, Nick Wilson estaba justo detrás de nosotros, pero creo que ayudó que mucha gente apoyara a Teodora. Fue increíble, es una pena que no pudiste venir... —Su voz se apagó cuando Richard ni siquiera se dignó a mirarlo.

—Muy bien.

—Traje un trofeo... Y una medalla por ser el mejor jinete.

—Puedes ponerlos en tu vitrina —indicó, pasando la página de su periódico.

Terence miró hacia abajo. Eso definitivamente no era lo que esperaba. Escuchó una pequeña risa burlona que provenía de su hermano Edward. Beatrice había logrado transmitir su odio hacia Terry a su hijo. El niño malcriado le sacó la lengua cuando él lo miró.

Terry frunció los labios y fue a dejar sus premios en la vitrina.

—Por cierto, Terence, mañana comenzarás a entrenar esgrima. Me dijeron que el hijo de los Wilson iba a competir, así que tienes que vencerlo. —Durante muchas generaciones, los Wilson y los Granchester habían tenido una rivalidad. Para gran orgullo de la familia, los Granchester siempre ganaban sin importar qué, así que Richard no estaba dispuesto a detenerse con Terry.

—Comprendido —asintió sin emoción.
Había puesto todo su empeño para complacer a Richard, todo prácticamente quedando en vano. No esperaba de su padre un aplauso, tampoco esperaba una palmada en la espalda, pero un «¡Te felicito!» habría sido suficiente. Quería algo de reconocimiento por su esfuerzo y talento, pero se dió cuenta que su padre nunca lo vería con orgullo, o tal vez no lo demostraría.

Aguardó por Charlie unos treinta minutos sobre el árbol. A alguien tenía que contarle su logro, y sabía que de Charlie recibiría elogios.

—¡Terry! ¡Terry! ¡Terry! —Sus gritos lo despertaron de un susto. Por un momento pensó que alguien lo estaba persiguiendo, pero no. Charlie corría a toda prisa, a solas y sin zapatos. Aparentemente había salido apurado de su casa.

—¡Por fin llegas! Tengo noticias. Acabo de...

—¡Shh! ¡Yo primero!

—Será rápido...

—¡Lo mío es más importante! —aseguró, trepando al árbol lo más rápido que pudo. Al llegar a la parte superior del árbol, se sentó en la misma rama que Terry.

—...Está bien —Volteó los ojos. Ya mejor no le decía nada a nadie.

—¡Mira! —Hundió la mano derecha en su pantalón roto, y sacó de uno de sus bolsillos un sobre ya abierto—. No tenía nombre, así que lo abrí.

Terence Granchester La Historia DefinitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora