CAPITULO 31

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CAPÍTULO 31
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Un jarrón de narcisos fue colocado por Terry en medio de la mesa del comedor. Pensó que era buen momento para ir formando un ambiente más acogedor ya que estaba seguro que en algún momento tendría que presentarle a Candy su hogar. Claro que su apartamento solo sería temporal. Conseguiría un lugar más grande y cómodo para una segunda persona, o para las futuras que llegarían a sus vidas. Quería una casa alejada de la ciudad, con un gran patio rodeado de árboles que trepar. Sabía que era lo que más agradaría a Candy.

Miró de lejos el jarrón, asegurándose de que se veía bien con su alrededor, y se preguntó si su elección había sido la mejor. La idea de tener su casa completamente rodeada de aquellas flores le traía un sentimiento de consuelo, pero también estaba consciente de que su casa no solo sería suya. A lo mejor a Candy no compartía el mismo aprecio por los narcisos que él, y prefería tener rosas plantadas en el jardín.  Después de pensarlo mucho, llegó a la conclusión de que no era nada importante. Si su pecosa quería rosas, magnolias, margaritas, o cualquier otro tipo de flor, él no tenía porqué tener un problema con ello.

—Faltan tres semanas —dijo Terry, mirando la fecha en la cual Candy llegaría a Nueva York marcada con un círculo rojo en el calendario—. No la puedo recibir con las manos vacías, pero, ¿qué puedo regalarle? Un ramo se le va a marchitar, y los chocolates tampoco le van a durar... —Se repartió algunos golpes en la cabeza, como si eso lo ayudara a pensar mejor. Caminó alrededor de toda la sala, buscando con la mirada algo que le diera alguna idea, pero solo podía ver paredes en blanco, narcisos, libros de Shakespeare esparcidos en la mesa, cortinas blancas, y una taza de té aguardando por él frente al sillón—. ¿Pues qué le gusta a las mujeres? —se siguió preguntando.

Con aquella pregunta sembrada en su cabeza, lanzó vistazos a las tiendas por las cuales cruzaba para llegar al teatro. Encontró tiendas con vestidos elegantes y costosos, sombreros del tamaño de una sombrilla, zapatos, flores, y dulces, pero nada que le pareciera lo suficientemente bueno para ella. Luego buscó la solución en las otras chicas que pasaban a su costado. Algunas tenían aretes de oro colgándose como adorno de navidad en las orejas, otras llevaban collares de diamantes acostados en su pecho, mientras que las demás tenían sus muñecas rodeadas de brazaletes. Examinó cada prenda, y sacudió la cabeza al no poder visualizar a Candy usando algo tan extravagante. Pensó en rendirse tras no conseguir el éxito, pero sus ojos se detuvieron en un pequeño detalle que solo algunas mujeres jóvenes cargaban, y eso era un anillo.

—Terence. —Robert Hathaway entró al camerino de Terry, dónde él se encontraba sentado frente a su tocador de madera blanca cubierto de maquillajes para el escenario.

—Señor Hathaway. —Se volteó a él con una sonrisa—. ¿Pasa algo?

—Solo quería ver cómo luce el nuevo Romeo —aclaró su razón de haber parado allí. Se acercó un poco al joven actor que ya vestía su atuendo de protagonista, y suspiró al ver cómo su estudiante le sonreía con orgullo—. Verte me da mucha nostalgia. Te veo y es como mirar al espejo a mi yo de diecinueve años. —Descansó sus manos sobre los hombros de Terry, encontrando su mirada confundida a través del espejo—. Te voy a decir algo. Para un joven como tú sonará tonto, pero el tiempo si que vuela, Terry. Un día eres un apuesto Romeo lleno de vida y con un gran camino por recorrer... Y luego eres un señor viejo, director de teatro y maestro de adolescentes peleoneros. —Apretó los hombros de Terence, insinuando que hablaba de él—. No estoy diciendo que sea malo, pero lo que quiero decirte es que vivas esta etapa con provecho porque no todo dura para siempre. Nos guste o no, las cosas cambian, y aunque es difícil decirles adiós, es necesario para seguir creciendo. ¿Comprendes?

—Me parece que sí. —Asintió con la cabeza, pero el gesto que su rostro hacía daba a entender todo lo contrario. ¿Por qué las cosas debían cambiar cuando todo estaba perfectamente bien?

Terence Granchester La Historia DefinitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora