Camino al final

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El día fue pasando y estaban demasiado bien juntas, estaban para todo dispuestas y justo después de que Erza independientemente de que era un día de descanso se ocupo de todo, desde quien estaba en el gremio, de que hacían sus hijos aunque algunos los veía entrenar desde la ventana y de los turnos que se llevaban a cabo en el día de hoy, incluso si los gremios pequeños vecinos estaban haciendo algo aunque por supuesto no tanto como ella esperaba.

Les entendía ya que al ser más pequeños los riesgos eran demasiado altos, eran específicamente tres gremios que ayudaban en Magnolia, y el más grande era con el que había tenido recientemente aquel conflicto con su hija, aún esperaba que a pesar de todo siguieran con un buen trato.

Notó como le habían tirado un cojín a su nuca y escuchaba cierto suspiro algo molesto, pero también sabía que iba sin maliciay solo para distraerla.

-Mirajane... -Le avisó con una sonrisa y esta como respuesta le lanzó otro cojín. -Acabaré ya... dentro de...

-Es tú maldito día libre y me tienes aquí esperando a que te levantes y luego a que hagas un trabajo que no debes. -Con dramatismo se le tiró casi encima para que dejase de hacer sus labores de maestra del gremio.

Erza miró para arriba para no ver el cuerpo que se le ofrecía, eran demasiados encantos en un solo movimiento.

Mirajane sabiendo que la tenía se colocó más cómoda, sentándose encima.

-Estoy aquí. -Susurró y aprovecho que la pelirroja miraba arriba para morderle el cuello.

-Lo hemos hecho cuatro veces y hemos comido entre besos y caricias. -Descendió su cabeza mientras disfrutaba del mordisco. -Acaso nunca tienes suficiente...

-He descubierto que para la edad que tenemos podemos seguir. -Le quito varios papeles de la mesa solo para tirarlos. 

-A veces siento que odias que sea maestra de nuestro gremio. - Se rindió y dejo caer el bolígrafo que había en la mesa.

-Puede ser porque a veces si lo odie. -Se miraron y sonrieron. -Te odio más a ti.

-Estás muy... -La albina esperó mordiéndose el labio. -No puedo hacer nada, no puedo mirar nada, no puedo... -A medida que hablaba se iba acercando a la albina buscando un beso.

-Si pero bien que tú buscas. -La besó con prisa y se separó para observarse.

-Quiero más. -La albina le negó mientras sonreía. -Dame uno bien. -Subió sus manos acariciando el cabello blanco

-No. -Se abrazó y se medio escondió.

-Mirajane dame un beso. -La albina negó riéndose por la alta demanda, Erza frunció el labio y hizo que esa risa aumentase. -Quiero que me lo des ya. -Alzó y al solo tener una risilla de respuesta le mordió suavemente el hombro.

-No te lo doy.

-¿Por qué? -Se levantó con Mirajane en brazos.

La albina ante la repentina subida solo se pudo agarrar mejor para evitar caerse mientras sentía que estaban siendo infantiles pero estaba siendo también muy divertido.

Llegaron a la cama entre risas y por fin sus miradas conectaron de nuevo.

-Uno, solo uno. -Pidió de nuevo y esta vez si le fue concedido, siendo un beso más lento pero de repente se interrumpió.

Mirajane se asustó al ver que Erza se había estremecido y  dejado caer encima suyo escondiendo su cabeza en el cuello que se le ofrecía.

-¿Erza? -La llamó sin entender.

-Mi cuerpo no es el que era, mi cadera.... -La albina estalló en risa abrazando y intentado acariciar la espalda que parecía dolorida.

Pero la verdad no había sido eso, había notado un gran chispazo por el cuerpo, pero justo en la zona donde cayó solo para tocar si la herida del abdomen había abierto, aquella que con el talismán podía abrirse sin problema y cerrarse al no notarlo cerca y es que sintió tal punzada de dolor que incluso tuvo que dejarse caer aunque fuera por un segundo.

Solteras (MirZa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora