te había visto antes

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Jungkook levantó la vista.

Viendo aquella chica. Que parecía de un cuento, lo que para él había pareció imposible ahora era realidad, ahora estaba en casa de sus padres.

-Paulette -Jungkook se levantó para después regalarle una cálida sonrisa.

Ella sonrió para él y Jungkook de aproximó hacia ella, pensando en que estrecharian sus manos como cliente y empleado, pero no fue así, Jungkook la abrazó como si hubiesen sido amigos desde hace años. Eso lo tomó por sorpresa Paulette pero no le importó del todo. Por lo menos tenían privacidad para ellos.

Jungkook dejó de abrazarla para después darse cuenta de lo que había hecho. Tal vez no había sido propio de un caballero, carraspeo y acomodó su traje.

-Toma asiento.

Dijo Jungkook cambiando de gesto a uno más serio.

Y Paulette se sentó. Traía con ella misma un bolso muy bonito, era de colgante un tanto moderno para aquellas épocas, pero le iba bien.

-Joven Jeo...

Jungkook le interrumpió.

-Jungkook -ella lo miró rápidamente con un poco de confusión- está bien, puedes llamarme solamente Jungkook, Paulette, aveces ser tan formal me aburre

-Está bien, Jungkook.

Él sonrió ladino. Tan amable.

-¿Quieres algo de comer? ¿Qué te gusta? -preguntó Jungkook tan atento a lo que la chica pidiera- ¿qué tal un pastel de fresa y arándanos? Nana suele cocinarlos tan deliciosos.

La chica rió brevemente, sonando divertida, sentía sus mejillas enrojecidos.

-Me encantaría un pesado de ese pastel -dijo Paulette asintiendo y su sonrisa tan hermosa.

Así que pidieron pastel, café y que los dejarán a solas.

-Me sorprende verte aquí -dijo Jungkook, trozando un poco del pastel para después llevarlo hacía su boca.

-Bueno, es que podría decir que un ave me dijo que estabas enfermo Jungkook.

-¿Un ave? ¿No son dos aves? -preguntó Jungkook riendo, sabia que habían sido Ara y Jimin.

-Sí, fueron dos -contestó Paulette riendo al igual que Jeon- pero parecer estar bien o al menos así luces. ¿Te has sentido mejor?

Jungkook la miró por unos segundos, preguntándose a sí mismo si alguna vez se había sentido tan sano como en ese momento, tan breve, tan eterno, tan tierno. Ese momento tan hermoso que no quisiera que terminara, ese momento que parece largo y pasa en cuestión de segundos que te marca y te aferras a él. Jungkook sentía que su corazón sabana al verla, sentada con su sonrisa y su voz dulce a pocos centímetros de él.

-Ahora, me siento mejor que nunca, Paulette -contestó Jungkook- no mentire, no estoy del todo bien en salud, el doctor pidió reposo para mí y cuando haya recuperado fuerzas tendré que... enfrentarme a unos asuntos personales, asuntos que van a cambiar mi vida claro -Jungkook tragó saliva- y te preguntaras, ¿por qué te lo estoy diciendo? Pues , si mi hermana te comentó necesito a una florista, una talentosa y te he escogido porque estoy seguro de que eres la mejor.

Paulette nunca dejó de ver a Jungkook con tanta atención. Cada palabra salida de la boca de Jeon siempre prestaba atención.

-¿Entonces quieres que me ocupe de las flores para un evento familiar? -preguntó Paulette.

-Sí, me encantaría que tú lo hicieras, es una gran oportunidad para ti que otras personas te vean brillar ¿no? -dijo Jungkook.

-Me das mucha confianza, Jeon Jungkook, juro que daré todo lo mejor de mí -dijo Paulette sonando tan emocionada, tan feliz.

Orgullo, Prejuicio y tu cruel sonrisa- Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora