❛ we were but stones your light made us stars ❜
Siny Vitus tiene 15 años y una mente brillante. Gracias al duro trabajo en la fábrica, Siny ha desarrollado una inteligencia característica de casi todos los habitantes del distrito 3. Claro que esa ha...
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capítulo xvi ;
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—¡Damas y caballeros, que empiecen los Septuagesimo Segundos Juegos del Hambre! —la familiar voz de Claudius Templesmith retumba por todo el lugar, recordandome donde estoy y porque estoy aqui.
Okay, okay. Analizo el lugar que tengo frente a mi. Estaba en lo cierto, esta lleno de vegetación. Hay muchos arboles pero en este momento estamos en un claro con pasto, la cornupia esta en medio de los 24 circulos metálicos donde estamos todos los tributos. Tenemos 60 segundos hasta que suene el gong indicando el verdadero inicio de los juegos.
La Cornucopia es eso: un cono metalico gigante lleno de cosas: armas, mochilas y otros suministros que seguramente nos servirán si queremos vivir. Hay algo en particular que llama mi atención: un alambre plateado, enroscado en una base de plástico, en el suelo junto a muchas armas. Alambre... un conductor. Sacudo la cabeza, no me interesa lo que hay en el centro, me interesa lo que hay alrededor. Mochilas, de varios tamaños. A unos 5 metros de mi hay un mochila verde pequeñita, la podría llevar con la mano. Me decido que esa es la aque agarraré, aunque haya mochilas más grandes al frente, más cerca de la Cornucopia. Mantenerme alejada del baño de sangre, recuerdo.
Sigo viendo el panorama, pero no veo demasiado pues los arboles no me dejan ver mas. Se que hay montañas e incluso detrás de la cornucopia alcanzo a ver una cascada, lo cual indica que debe de haber algun río. Bien. Además de eso, todo esta escondido detrás de la jungla de arboles y plantas. Un misterio por resolver.
10 segundos restantes.
Me pongo en posición, lista para brincar a tiempo. Brincar, aterrizar, agarrar la mochila verde. Brincar, aterrizar-
¡Fuera!
El gong suena y me lanzo del circulo metálico al piso con fuerza, mis pies cayendo con golpe seco contra el suelo. Lo que había asumido era pasto resulta ser piso de roca cubierta con musgo, lastimando un poco mis pies por lo que trastabillo antes de echarme a correr en dirección a la mochila verde. Veo de reojo como el chico que estaba a mi lado pasa corriendo como una flecha directo al centro de la Cornucopia.
