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Flor de la maldad
De fino porte y faz.
Vas pintada del dolor de alguien.
Esas viles hierbas por mostrarte a odiar
Pagan el precio sufriendo tú crueldad.

O M N I S C I E N T E

      —¡Rin-sama! ¡No debe correr tan rápido! —llamaba la ojiañil a su amiga de cabellos dorados que corría alegremente por el verde prado.

      —¡No seas tan amargada Hina! ¡Intenta alcanzarme! —dijo de regreso la rubia, Hina suspiró y comenzó a correr tras su ama.

      —Y... ¡Te atrapé! —anunció mientras saltaba sobre la ojiazul para abrazarla y evitar que escapara.

      —¡Waaaa! ¡Tramposa! ¡No vale abrazar! —dijo Rin mientras intentaba apartar a su amiga pelirroja.

      —¡Nunca pusiste esa regla! —sí, la tuteó, pero aún eran niñas, debían perdonarlas.

      Habían pasado cinco años desde la muerte del padre de Hina. Rin ya había comenzado a estudiar tres años atrás para ser reina, y este era uno de los extraños momentos donde ambas tomaban un respiro de sus labores para divertirse.

      Se recostaron sobre el césped para mirar el cielo.

      —¡Mira Hina! ¡Esa nube parece una naranja! —habló Rin mientras apuntaba a una de las muchas nubes que adornaban el cielo.

      —No se parecen en nada... —susurró la mencionada. Volvió a mirar aquel manto celeste que las observaba desde su poderío con alegría.

      Podía tener sus momentos de diversión, no debía ponerse triste, tenía que sonreir, por su difunto padre que, junto a su madre, debía estarla observando desde allá arriba.

      —Hey Hina... —volteó a mirar a la futura reina ante su llamado—. Los ministros y demás sirvientes dicen que yo tengo un hermano, además poseo vagos recuerdos de jugar con un niño parecido a mí. ¿Tú recuerdas algo de eso? —preguntó mientras conectaba su mirada con la de su única y mejor amiga.

      —Cómo olvidarlo —dijo la pelirroja—. Que cuando naciste, tenías un hermano gemelo, pero que como eras la mayor heredarías el trono, y él sería llevado a un lugar lejano —repitió la niña las palabras que su padre le contó alguna vez—. Sin embargo hay algo que sí recuerdo claramente: cómo ambas solíamos jugar con ese niño en el castillo. Pero... no recuerdo su nombre.

      —Yo no recuerdo casi... espero que podamos reencontrarnos... ¿Cómo será? —se preguntó a sí misma mientras alzaba una de sus manos en dirección al cielo, como si quisiera alcanzarlo con tan poco esfuerzo.

      —Son gemelos así que es probable que sigan siendo idénticos —rió Hina—. Por lo que cuando encuentre algún chico con un rostro igual al tuyo, ese debe ser tu hermano.

      —Hmmm... ¡Bien! Regresemos, tenemos cosas que hacer —habló más emocionada de lo normal la menor.

° • ° • ~ 🌻 ~ • ° • °

      Los gritos de felicidad de los ciudadanos, eran exactamente iguales a los de aquel invierno cuando nació la heredera al trono.

      Flores, sombreros y pañuelos multicolores bailaban en el viento, arrojados por los aldeanos. Rin sonrió ante tanta alegría proviniendo de sus súbditos.

      —Yo, la Reina Rin Lucifen d'Austriche, prometo guiar a este pueblo, y construir un mejor mundo para todos —decretó mientras alzaba los brazos y los aldeanos volvían a gritar.

      —Rin-sama —la actual reina volteó al lugar de donde provenía el llamado, para encontrar a su adorada amiga con su típica ropa de sirvienta, su lacio cabello carmín cubría su rostro, arrodillada ante ella—. Juro por mi vida que la protegeré y guiaré. Permítame estar a su lado como hasta ahora, Majestad.

      Rin dejó salir algunas lágrimas por la emoción, que secó rápidamente y se dirigió a Hina, para abrazarla.

      —Te acepto como mi sirvienta personal, y mi mejor amiga. Estarás a mi lado por siempre a partir de ahora, Hina —la mencionada no pudo ocultar su emoción, y mientras unas lágrimas rebeldes se posaban en la comisura de sus ojos, se separó del abrazo.

      Una vez la reina se levantó, extendió su mano a la doncella, la cual la tomó y posó su frente sobre el dorso de esta, en señal de saludo y lealtad plena.

° • ° • ~ 🌻 ~ • ° • °

      —¡Feliz cumpleaños, Rin-sama! —hablaron al unísono los sirvientes que se encontraban presentes, entre ellos nuestra Hina.

      —Muchas gracias —dijo la homenajeada mientras daba una de sus más sinceras sonrisas.

      —Ya son trece años, y aún recuerdo cuando eras una niñita de tres años corriendo por todo el castillo —dijo la pelirroja mientras acariciaba la cabeza de su amiga, un poco más baja que ella.

      Esta se sonrojó.

      —No hables como si me llevaras años cuando solo me llevas un día —se quejó la rubia mientras hacía un puchero, haciendo reír a la oji-añil.

      —Alteza, siento mucho interrumpir, pero tiene invitados —anunció uno de los sirvientes. Cuando la rubia volteó este hizo una reverencia y abrió la puerta, dejando a la vista un montón de duques y ministros con sus mejores prendas.

      —Majestad, lamentamos cordialmente presentarnos ante tan valioso día en su calendario, pero tenemos problemas —habló uno de ellos haciendo una reverencia. La ojiazul cerró los ojos juntando toda su poca paciencia y sonrió en dirección a los recién llegados.

      —No hay problema, ya celebramos. Además, el bienestar del pueblo es más importante que una mera fiesta, después de todo estoy aquí para servirles como ellos me sirven a mi.

      Mentiras

      En ese momento nadie se percató, ni siquiera la misma Hina que conocía a Rin como la palma de su mano.

      Nadie se dio cuenta de que Rin había cambiado desde que la volvieran reina.

      Siempre había sido algo caprichosa al tener todo lo que deseara a su mano, pero una vez miles de personas estuvieron a sus pies y su mandato, su egoísmo aumentó.

      Rin se volvió la mismísima Hija del Diablo.

      Rin se volvió la mismísima Hija del Diablo

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Holiiiss

¿Cómo están? ¿Todo bien todo correcto?

Cofyyoquemealegrocof

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Ah, aviso: publicaré capítulos lunes, miércoles y viernes (quizás sábado y domingo también) para que no se acaben tan rápido los caps jeje

Eso, cuidense mucho y tomen awita :D bechoooos

Smile For You © «Kagamine Len x OC»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora