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『“Todos, todos se han ido
Menos yo, la de cabello blanco
Sería mejor que yo hubiera muerto en su lugar
Aún así, ¿Por qué? ¿Por qué?”

H I N A

     La mañana llegó. El Sol tiñó con sus cálidos rayos el cielo y lo iluminó, haciendo que el azul oscuro desapareciera y diera paso a un tono celeste.

     Ya que claro, la oscuridad y la luz nunca podrán estar juntas.

     Salí de mi habitación ya vestida mientras recogía mi cabello en una coleta y que así no me molestara en mis labores, y emprendí rumbo a la cocina.

     —Buenos días —saludé. Los sirvientes me miraron y sonrieron mientras devolvían el saludo.

     Me dirigí a una de las calderas y probé lo que había dentro: Chocolate. Parece que Rin-chan tendrá un desayuno especial hoy.

     —¿Qué tal está? —preguntó Arnold, uno de los cocineros, especializado en la repostería. Sonreí y asentí como respuesta.

     —Delicioso como siempre. ¿Qué van a preparar hoy? —inquirí, sirviendo mi café en una taza.

     —Tortas con crema de chocolate, pan, algunos huevos fritos y zumo de naranja —enumeró. Mi rostro se tornó sorprendido mientras revolvía el café con una cucharita para disolver el azúcar.

     —Menudo festín —comenté. Él hinchó el pecho orgulloso.

     Me quedé conversando unos minutos para darme tiempo de desayunar. Una vez terminé me encaminé a despertar a la reina dormilona.

     Iba a tocar la puerta de su habitación cuando se abrió y dejó ver la figura del menor de los gemelos.

     —Buenos días, Hina —saludó colocando una mano en mi hombro, hice una leve reverencia con mi cabeza mientras sonreía.

     —Buenos días. ¿Rin-sama está despierta? —inquirí. Él asintió.

     —La dejé cambiándose, puedes entrar —indicó abriendo la puerta. Me adentré a la habitación dejando al rubio solo y cerrando la puerta tras de mí.

     —¿Alteza? —llamé observando a mis alrededores buscándola.

     —¡Hina! ¡Ayuda! —su petición me alertó y me dirigí al cambiador esperando lo peor, pero al abrir la puerta...—. Me atasqué con el listón, ¡Sálvame!

     Solté un suspiro cansino y me acerqué a ayudarla. Tenía sus manos y piernas enredadas en listones de varios colores.

     —¿Cómo pasó esto? —pregunté desenredándola. Ella rió avergonzada.

     —Me tropecé con la caja y cuando traté de safarme terminé así —resoplé, tendiéndole la mano para que se levantara. Ella aceptó el gesto.

     —El desayuno está listo. Venga, la ayudaré a cambiarse —hablé guiándola al cambiador, eligiendo un hermoso vestido azul a juego con sus ojos para la jornada de hoy.

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O M N I S C I  E N T E

     El día transcurrió con normalidad para nuestros protagonistas. Len y Hina servían a Rin en sus peticiones triviales mientras se encargaban de las labores del castillo que les correspondían.

     Ya ambos se habían acostumbrado a la ajetreada vida en palacio.

     La joven pelirroja recorría con agilidad los pasillos del castillo donde residía la reina de Lucifenia, camino al portón que daba un pase directo a la ciudad.

Smile For You © «Kagamine Len x OC»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora