«Epílogo»

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『"La reina, la sirvienta y aquel ciervo fiel
Dos almas
Unidas por el destino
En el momento en que renazcamos
No te preocupes, yo te buscaré.

Porque te amo..."

O M N I S C I E N T E

    El sonido de una alarma rompió el silencio de la habitación.

    Se escucharon unos quejidos femeninos provenientes de la cama, cubierta por una cobija añil.

    La figura que se ocultaba por debajo de las sábanas, se irguió, y se quedó mirando con los ojos entrecerrados sus pantuflas, tratando de recordar por qué debía levantarse.

    —Hina —llamó una voz masculina, tocando la puerta de la habitación. Al no recibir respuesta, decidió abrir. Se sorprendió al ver a su hija sentada sobre la cama con la vista enfocada en alguna parte del suelo, aún despeinada. Soltó un suspiro cansino—. Hija, hora de levantarse.

    La chica volteó a él y lo analizó. La esbelta figura de su padre, con su cabello castaño oscuro y ojos índigo que ella había heredado, y su típica sonrisa.

    —Vale —respondió cansinamente.

    El mayor cerró la puerta para darle privacidad, y ella se levantó de la cama, recogió su larga cabellera roja en una coleta y se acercó a su armario, buscando su uniforme escolar.

° • ° • ~ 🌻 ~ • ° • °

    —¡Oye enana! ¡Apresúrate o llegaremos tarde! —exclamó un chico pelirrojo, subiendo a su bicicleta.

    —¡Cállate y no me apresures! —reclamó la otra, saliendo de la casa, corriendo tras su hermano, rezando porque no se fuera y la dejara atrás y tuviera que ir caminando a la escuela.

    —¡Eres muy lenta! ¡Cuando aprendas a saltar como la pulga que eres me avisas! —y ocurrió lo que la chica se temía. Su hermano comenzó a pedalear y la dejó atrás.

    —Cielos... ¡QUE MIDO 1:60 MALDITA CUCARACHA! —gritó corriendo tras él. Escuchó unas carcajadas provenir de él, pero sabía que ni Usain Bolt podía alcanzarle.

    Resopló dándose un leve facepalm, y se acomodó la cartera para ir en dirección a la escuela.

    Llevaba cinco minutos caminando, cuando observó por curiosidad el reloj plateado que traía en su muñeca.

    —Oh no... —murmuró, sin poder creérselo—. ¡Voy tarde!

    Comenzó a correr, maldiciendo internamente a su hermano mayor por no haberla esperado. Luego se comería la parte del postre que le correspondía a él para vengarse, pero por el momento, ¡No podía llegar tarde!.

    Concentrada en pensar cómo explicarle al director su segura tardanza, pues aunque aún no sonaba la campana no podría llegar a tiempo; no se fijó en la figura ante ella, y terminó por chocar, cayendo al suelo.

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    —Oh... ¡Lo siento! ¿Estás bien? —preguntó el chico, extendiendo su mano hacia ella.

Hina la miró confundida, alcanzó a ver un esmalte amarillo en las uñas del chico. Terminó por aceptar la ayuda, y se levantó, quedando cara a cara con el chico de su tamaño.

    Su peculiar cabello rubio, recogido en una graciosa coleta, su flequillo desordenado, sus ojos turquesa, y su dulce sonrisa. Todo en él le llamaba la atención de una forma nostálgica.

Smile For You © «Kagamine Len x OC»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora