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『“Mi querida princesa, siempre estaré aquí.
El destino de los dos, con la ira y corazón.
La merienda de hoy es un flan¹ con mucho amor.
Tu sonrisa real volvió, mi vida por fin brilló.

O M N I S C I E N T E

     El menor de los rubios fue dominado por una depresión notoria.

     A pesar de que trataba de ocultarlo ante su hermana, la cuál también estaba algo triste, no pasaba desapercibido para Hina.

     Esta hizo lo imposible por asumir las tareas de Len y dejarle descansar, pero él no se lo permitió. Debía cumplir con su deber.

     La linda e indefensa reina se encontraba contemplando el paisaje desde el balcón de su habitación con nostalgia. Evidentemente algo había cambiado para ella, sin embargo no lograba descubrir qué era.

     La flor de maldad que florecía por obligación y no por deseo, pintada del dolor de alguien con los colores más brillantes.

     La pelirroja observaba el mismo paisaje, sin embargo, probablemente no veían lo mismo.

     Rin apreciaba las aves cantar y navegar en el viento con el delicado movimiento de sus alas.

     Hina veía el vasto manto celeste decorado con nubes de algodón y lo relacionaba con los ojos del rubio, preguntándose cuándo saldría el sol en ellos y al fin podría apreciar ese brillo que la había enamorado.

     El choque producido por el cierre del portón que separaba la habitación de su majestad del pasillo principal las descolocó a ambas un momento, apartándolas del cuadro que la naturaleza hizo para ellas.

     Len entró con una bandeja, la cual llevaba té y una especie de dulce francés que Hina no reconocía. Decidió ir a ayudarlo y ella sostuvo la tetera mientras el rubio dejaba el platillo de porcelana en la pulida mesa de madera, frente a su gemela.

     —¿Esto...? —trató de preguntar. La ojiañil se mantuvo en silencio mientras vertía el té en la taza de la reina y le agregaba miel para darle el punto exacto de dulce que a su ama le gustaba..

     —Es un brioche² que le preparé... —explicó Len—. Llevo un tiempo intentando hacerlo para darle el sabor perfecto. Espero que lo disfrute.

     Rin miró confundida el dulce que ciertamente se veía apetitoso. Tomó la cucharilla de plata con una pequeña porción del alimento y la llevó a su boca. Degustó por unos segundos, y sus mejillas se sonrojaron.

     —¡Esto está delicioso! ¡Está demasiado bueno, Len! —habló emocionada, comiendo más tan rápido como podía, pero asegurándose de saborear cada pedazo—. Podría volverme adicta a esto, ¡No sabía que eras tan bueno en la cocina!

     El rubio observaba sorprendido a su emocionada hermana. Una dulce sonrisa acompañaba su rostro mientras comía lo poco que quedaba del tentempié que le había preparado, y no pudo evitar sonreir.

     Él, que buscaba la sonrisa de su hermana para poder al fin abrazar su alma diciendo que todo estaba bien, había cumplido su objetivo. El Sol volvió a brillar en sus ojos y con él, la Luna salió de su escondite para iluminar la mirada índigo de la pelirroja, que retuvo las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

     —Me alera mucho que el guste, en serio —añadió Len haciendo una reverencia. Rin mostró su plato, ya vacío.

     —¡Quiero más! —los sirvientes rieron mientras servían más dulce a la reina—. Sírvanse también, ¡Comamos juntos!

Smile For You © «Kagamine Len x OC»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora