En este mundo, sin importar si uno se gradúa de la academia o no, siempre se tiene una ceremonia de mayoría de edad a la edad de 16 años.
Especialmente en la sociedad aristocrática, la gente suele decidir lo que hará el resto de su vida desde los 16 años, pero originalmente yo estaba preparada para entrar en el mundo social.
—No te preocupes, padre. Me haré cargo de ello. Ahora que saben lo que ocurría, creo que sería mejor cambiarlo antes de la ceremonia de mayoría de edad de Franz.
Si Franz cambiaba su camino para ser un erudito, hubiera sido mejor hacerlo antes de los 16 años.
Cuando las preocupaciones de mi padre continuaron durante mucho tiempo, mi madre intervino y me ayudó.
—Querido, ¿no podemos dejar que los niños hagan lo que quieran? Sobre todo, ya no puedo dejar que Franz vaya más un lugar como ese. ¡No quiero dejarlo ir!
Franz estaba fuertemente abrazado en los brazos de su madre, que lloraba.
—Entonces debemos enviar a Kayla a la Academia de Kratier. ¿Te parecería eso bien?
Ante esto, mi madre volvió a negar con la cabeza.
—Tampoco quiero que Kayla vaya a esa academia. Si Kayla quiere convertirse en caballero, puede unirse a los de Caballeros de nuestra familia. No quiero enviar a mis hijos a un lugar tan ignorante y peligroso.
—Pero, para continuar con nuestra familia, alguno debe tener un diploma de Kratier.
—¡Pueden ser tus sobrinos! Tus sobrinos también heredaron la sangre de Vesta. Cumplen con las condiciones.
El aumento repentino en la voz de mi madre reveló disgusto en el rostro de mi padre.
—No puedo hacer eso.
Esto se debe a que mi padre, quien actualmente es el Marqués de Vesta, tenía una mala relación con su hermano menor, Norix Vesta.
Dándose la vuelta, mi padre respiró hondo y arrojó el cigarro quemado sobre la alfombra en el piso.
De inmediato, un sirviente corrió y barrió las cenizas y cigarrillos que habían caído sobre la alfombra.
Tuve que tomar una decisión cuando mis padres no pudieron decidir a quién enviar a la Academia de Kratier.
—Iré a la Academia Kratier. Por favor, déjenme hacerlo.
—¡Kayla, no!
Mi madre gritó ante mi decisión.
—Puedo hacerlo bien. Madre, padre. En cambio, denme a [Shuette] que tiene Franz.
