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(Editado)

Muy pronto, todos habían terminado de comer, y el bullicio alegre de la mesa comenzó a disminuir mientras los estudiantes se levantaban para dirigirse hacia la salida del Gran Comedor. Sin embargo, Andy no se movió de su asiento. Sus ojos seguían fijos en la gran sala, admirando una vez más su espléndida estructura y el ambiente mágico que la envolvía. Los murmullos de los otros estudiantes se desvanecieron a su alrededor, y por un momento, todo pareció volverse más distante.

Mientras observaba, una sensación extraña comenzó a apoderarse de ella. Era como si algo se estuviera filtrando dentro de su mente, algo oscuro y lejano. Una neblina invisible parecía envolver su visión, y de repente, la imagen del Gran Comedor ante ella comenzó a desvanecerse, a distorsionarse. Un calor extrañamente palpable se apoderó de su pecho, y sin que pudiera evitarlo, una visión apareció de forma repentina, tan vívida y aterradora que hizo que su respiración se acelerara.

El Gran Comedor que veía ya no era el de ahora. Las mesas estaban vacías, las ventanas rotas dejaban que el viento helado se colara dentro del edificio, y escombros cubrían el suelo de piedra. La luz de las antorchas que iluminaban la sala se había desvanecido, dejando todo en una oscuridad inquietante. El techo, que antes había sido un cielo estrellado, ahora era oscuro y tormentoso, cubierto de nubes oscuras que se arrastraban lentamente, como si una sombría presencia se cerniera sobre el lugar.

Las sillas estaban rotas, algunas estaban volteadas, como si algo violento hubiera sucedido allí. El aire estaba frío, pesado, como si el lugar hubiera sido olvidado por años. El silencio era tan denso que casi podía oírse el eco de sus propios pensamientos, y una sensación de desolación la invadió. A lo lejos, algo se movió en una de las mesas rotas, y Andy apenas pudo distinguir una sombra que se desplazaba. Su corazón latió más rápido al sentir que no estaba sola, que algo o alguien la observaba.

Entonces, la visión cambió. Un par de ojos brillantesrojos la miraban desde la oscuridad, fijos, inquebrantables. No podía ver más allá de ellos, pero podía sentir su presencia, como si estuvieran esperándola.

La neblina desapareció de golpe, y Andy volvió a ser consciente del Gran Comedor real. El aire cálido y festivo, el sonido de las risas y el bullicio, todo estaba de vuelta. Sin embargo, su corazón seguía acelerado, y un sentimiento de inquietud no dejaba de recorrerle la espalda. ¿Qué había sido eso? Se preguntó, pero no tenía respuestas. Solo sabía que esa visión, extraña y perturbadora, no era solo su imaginación.

Fue entonces cuando sintió una presencia a su lado. Harry se había dado cuenta de que algo no estaba bien. La vio inmóvil, con los ojos fijos en un punto vacío, como si estuviera atrapada en otro lugar. Se acercó a ella, con una mirada de preocupación en su rostro.

𝖀𝖓𝖆 𝖘𝖔𝖑𝖆 𝖒𝖎𝖗𝖆𝖉𝖆 /𝐡𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐩𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫/  La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora