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𝓔𝓵 𝓮𝓼𝓹𝓮𝓳𝓸

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(Editado)

El silencio en el dormitorio de Gryffindor era profundo, solo interrumpido por el crujir ocasional de las camas viejas. La luz de la luna se colaba a través de las ventanas, y todo parecía tan tranquilo que me costó un poco despertar del sueño profundo en el que me encontraba. El sonido que me hizo abrir los ojos fue un pequeño ruido, algo que parecía una leve caída, como si alguien estuviera moviéndose en medio de la oscuridad.

—¿Ron? ¿fuiste tú? —susurré, aún medio dormida, mirando a mi alrededor, pero la cama de Ron estaba tranquila, con él acurrucado entre las mantas.

La voz de Harry, suave y adormilada, llegó desde el lado opuesto del cuarto.

—No, es Harry. —respondió él, y me sobresalté un poco al escuchar su tono, que denotaba que estaba despierto, pero no completamente.

Me incorporé lentamente, frotándome los ojos, aún confusa.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté en un susurro, tratando de ver su figura en la oscuridad. Mis ojos tardaron un momento en acostumbrarse a la penumbra del dormitorio.

Vi una sombra moviéndose cerca de la puerta, y luego Harry apareció, avanzando con sigilo, sin hacer el menor ruido. Estaba vestido con su bata, pero se notaba que estaba en plena acción, como si tuviera una misión secreta.

—Voy a la sección restringida de la biblioteca. Quiero averiguar más sobre Nicolás Flamel. Me llevo la capa de invisibilidad. —me explicó Harry, con voz suave, pero decidida—. ¿Quieres venir conmigo?

Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendida por su propuesta, pero una pequeña chispa de emoción se encendió dentro de mí. No pude evitar sonreír mientras lo miraba.

—Sí, claro —murmuré, sin dudarlo ni un segundo. Ya estaba completamente despierta, y mi curiosidad me impulsaba a unirme a él en esa aventura nocturna.

Me levanté rápidamente de la cama, moviéndome con cuidado para no hacer ruido. Sentí el frío del suelo de piedra de la torre de Gryffindor a través de mis pantuflas. En silencio, me envolví en mi bata, ajustándola bien a mi alrededor para mantenerme cálida. El frío de la noche se sentía aún más fuerte cuando salías de la cama, pero eso no me detuvo. Metí mi varita en el bolsillo, por si acaso.

Harry se acercó a mí en la penumbra, y justo cuando me estaba levantando, sentí su mano deslizarse suavemente en la mía. La tomé sin pensarlo, sintiendo la familiaridad de su toque. Estaba claro que no era el primer momento en que nos movíamos juntos de noche, pero esta vez era diferente. La sensación de complicidad, de hacer algo prohibido, de compartir algo tan secreto, hizo que mi corazón latiera un poco más rápido.

𝖀𝖓𝖆 𝖘𝖔𝖑𝖆 𝖒𝖎𝖗𝖆𝖉𝖆 /𝐡𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐩𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫/  La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora