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(Editado) 𝖓𝖆𝖗𝖗𝖆𝖉𝖔𝖗 𝖔𝖓𝖒𝖎𝖈𝖎𝖊𝖓𝖙𝖊
La noticia se esparció rápidamente por el castillo, y el día siguiente, la situación era aún más insoportable. Gryffindor estaba al fondo de la tabla de puntuaciones, completamente desplazado. Andy sintió que no solo se había jugado con las reglas del juego, sino que también con la reputación que ellos mismos habían trabajado tanto para construir.
El impacto fue inmediato. Los estudiantes de Gryffindor se miraban entre sí, los murmullos y las miradas reprobatorias eran inevitables. Hermione, que nunca había fallado en nada, parecía estar a punto de desmoronarse. Su llanto esa noche había sido el eco de su propio miedo y de la frustración de sentir que todo lo que habían hecho había sido en vano
Al principio, los Gryffindors que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un error. ¿Cómo iban a tener; súbitamente, doscientos puntos menos que el día anterior? La noticia de la pérdida de puntos se propagó rápidamente por todo Hogwarts, y con ella, el desprecio hacia Harry, Andy y los demás. De ser admirados por su valentía y éxito en el Quidditch, se convirtieron en el blanco de burlas y reproches. Los de Ravenclaw y Hufflepuff, que normalmente habrían estado del lado de Gryffindor, los evitaban, y cada vez que pasaban, los señalaban y susurraban comentarios hirientes. Los de Slytherin, en cambio, no hacían más que aplaudir y vitorear: "¡Gracias, Potter, Weasley, les debemos una!" Andy se sentía furiosa, pero no podía evitar proteger a Harry a toda costa, mientras que los comentarios hacia ella no le importaban tanto. Ron, al menos, seguía de su lado.
—Se olvidarán en unas semanas. Fred y George han perdido puntos muchas veces y la gente aún los quiere —comentó Ron tratando de ser optimista.
—Pero nunca perdieron 150 puntos de una sola vez, ¿verdad? —respondió Harry con tristeza, sintiendo el peso de la culpa.
Andy sabía que Harry había prometido no meterse en líos de nuevo, pero dudaba de que eso durara mucho. Las aventuras y misterios parecían ser una atracción imposible de resistir.
Por su parte, Hermione y Neville también sufrían, aunque no tanto como ellos, ya que no eran tan conocidos. Hermione se mantenía al margen, se sentía culpable, iba con la cabeza baja, trabajando en silencio. La situación la había golpeado más de lo que Harry y Andy imaginaban.
Andy, por su parte, se concentraba en los estudios. Los exámenes estaban cerca, y repasar con Harry, Hermione y Ron era una distracción de la vergüenza y la angustia. Pasaban largas horas de la noche memorizando hechizos, ingredientes de pociones y fechas de importantes eventos mágicos.
