Chasing the Rainbow || Sebastián Córdova

24. El comienzo de una historia.

Narra Sebastián

Es sorprendente la manera en como las cosas cambian de un momento a otro.

Cuando me fui a Amsterdam, no tenía tantas esperanzas de que Valentina me perdonara y mucho menos que lo hiciera tan fácilmente. Iba preparado mentalmente para su rechazo, pero aún así me arriesgué.

Sin embargo, justo ahora, estamos de regreso a México. A nuestro hogar. Juntos, como una pareja de verdad.

Hablar con Edson fue un poco complicado. Tenía un poco de temor a su reacción y principalmente que se opusiera ante mi relación con su hermana. En toda la plática estuvo serio, su rostro mostraba tensión y ganas de asesinarme, pero finalmente se relajó, nos regaló una gran sonrisa y aceptó nuestra relación. Por supuesto, como el buen hermano que es, me pidió mil veces que cuidara de su hermana. La primera vez que lo hizo, fue como un favor de amigos, pero ahora es distinto. Ahora es una recomendación de cuñado a cuñado. Jamás pensé que uno de mis mejores amigos sería mi cuñado.

—Ahora no tendrás que fingir —dice Valentina, llamando mi atención.

—¿Sobre qué?

—A Berenice. Ahora somos una pareja de verdad.

Sonrío.

—Es cierto.

—Aunque debo suponer que se hizo ideas en la cabeza de que "terminamos" porque me fuí.

—Sí —río—. Justamente algo así me dijo, pero jamás le dí la razón. También se ofreció a consolarme.

Valentina me mira con sus ojos amenazantes.

—¿La dejaste? —inquiere con recelo.

—Por supuesto que no, ¿Qué te pasa?

—Eso es, me siento orgullosa.

Río y niego con la cabeza.

Entro en el estacionamiento del edificio. Mi novia y yo salimos del auto, para después de asegurarlo, caminar juntos de la mano hacia el elevador.

Y como si del destino se tratara, al salir de él, nos encontramos en el pasillo con Berenice. Ella parece sorprendida y poco feliz al ver a Valentina a mi lado. Su mirada baja hasta nuestras manos entrelazadas.

—Debo suponer que están juntos de nuevo —dice.

—Claro —dice Valentina sonriente.

—Volviste.

—¿Volví? No entiendo, si yo nunca me fuí.

—No estuviste como dos meses, pensé que ustedes habían terminado.

—¡No! Claro que no —el tono de voz que Valentina usa me causa gracia, pero guardo la compostura para no arruinar el momento—. Estuve fuera por otros asuntos, pero entre mi novio y yo todo ha estado bien.

Berenice asiente con una sonrisa amarga.

—Me alegra —es todo lo que dice.

—Bueno, Berenice, si nos disculpas, debemos llegar a casa. Cómo puedes ver, vamos llegando de un largo viaje —digo, señalando nuestras maletas.

—Claro, nos vemos.

—Hasta luego —se despide Valentina.

Aún con nuestras manos entrelazadas, pasamos a un lado de Berenice, que simplemente nos observa. Sin voltear a verla, pero con la seguridad de que sigue con sus ojos puestos sobre nosotros, paso mi brazo sobre los hombros de Valentina, y la acerco más a mí. Espero que le quede más que claro, que la única en la que estoy interesado, es en mi novia.