8. Recuerdos de juventud.

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Narra Sebastián

A pesar de que Monserrat ya no está conmigo, sigo siendo muy cercano a su familia. De manera frecuente ellos me invitan a su casa o a algún lugar donde ellos van y yo también a veces los invito a cenar. Simplemente seguimos con esa cercanía, como si Monserrat aún estuviera con nosotros.

-¿Cómo van las cosas Sebas? -cuestiona la mujer que algún día fue progenitora de mi novia.

-Van bien, la verdad. Aunque la esperanza de irme a Europa ya no la tengo.

-Eres un buen futbolista, hijo -opina el señor Ferrer-. Quizá todavía hay algún equipo que pueda fijarse en el talento que tienes.

-Gracias, Alonso, pero normalmente cuando viajan al viejo continente son jóvenes. Dudo mucho que un futbolista de veintisiete años les sirva.

-Nunca se sabe.

-Mejor te cuento sobre mis planes -dice Aarón-. Le propondré matrimonio a Tania.

-¿Qué? -exclamo, con sorpresa.

Darla rueda los ojos y suelta un bufido.

-Es una estupidez -opina ella.

-¡Darla! ¿Acaso no quieres verme feliz?

-Aarón, llevas como tres meses con ella. ¿Qué te hace pensar que es el amor de tu vida y la chica adecuada con la que debes casarte? Por Dios, no seas estúpido.

—Tengo la edad suficiente como para saber que ella es la correcta.

—¡Podrías tener cuarenta años y aún así equivocarte!

—Tú no sabes de esto, eres una niña.

—Tengo veinte años y no necesito tener noventa años para darme cuenta que éstas decisiones no son tomadas a la ligera como tú lo estás haciendo.

—Basta —interfiere Alonso, con voz autoritaria.

—¿Podemos desayunar en paz? Sebastián no debería estar viendo este show.

—No te preocupes, Alma —digo con una ligera sonrisa.

—Mamá solo quiero hacer entrar en razón a mi hermano —Darla bufa y se levanta de la mesa—. Ojalá Monse estuviera aquí para hacerlo entrar en razón.

Sin decir algo más, Darla se aleja del comedor y se dirige al patio trasero.

—¿Puedo ir a hablar con ella? —cuestiono y Alma asiente con la cabeza, haciendo notar su cansancio emocional. Me levanto de la mesa— Permiso.

Camino a través de las casa, echando un vistazo rápido a las fotos que hay en las paredes dónde en la mayoría de ellas está Monserrat. Tengo memorizada cada una de esas fotos, cada sonrisa que ella tenía en cada de esos momentos.

Llego al patio trasero y veo a Darla sentada en la banca, llorando y con el rostro inclinado hacia abajo. Me acerco a ella y me siento a su lado sin preguntar.

—¿Quieres contarme por qué estás así?

—¿Por dónde empiezo? —inquiere ella con su voz ronca por llorar.

—Por dónde creas conveniente.

—Aarón siempre ha sido impulsivo, dejándose llevar muchísimo por sus sentimientos y tomando decisiones erróneas. Monse era quien siempre lo hacía entrar en razón cuando estaba equivocado. Él tiene esa idea de pedirle matrimonio a Tania y, no es que ella sea mala pero no creo que en tres meses él sepa que ella es el amor de su vida.

Chasing the Rainbow || Sebastián CórdovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora