Chasing the Rainbow || Sebastián Córdova

25. Epílogo.

Narrador omnisciente.

Octubre 2026.

Sevilla es el lugar donde se encuentran Valentina y Sebastián. No sólo ellos están ahí, también están presentes Edson, Jorge, Ricardo, Alexis, Andrés, César, Raúl y Guillermo. Todos están con sus esposas e hijos. En el caso de Ricardo, está con Salma, su novia. Sí, esa chica que conoció porque casi la atropelló en las calles de Guadalajara cuando se dirigían a la fiesta de Alexis Vega. Y también está presente Soledad, quién se hizo buena amiga de Liliana también.

Todos ellos viajaron a España para la fiesta de cumpleaños de Abigail, la hija de Diego y Liliana. La fiesta ya ha pasado, pero decidieron quedarse unos días más.

Mientras los varones se encuentran en el jardín jugando con sus hijos, sus esposas están dentro de la casa, descansando un rato y platicando.

—Valentina —llama Soledad— ¿Has notado algunos cambios en tu cuerpo?

—¿Qué? No —Valentina frunce el ceño y niega con la cabeza, para luego mirar el anillo de compromiso que descansa en su dedo anular izquierdo.

—Piensas lo mismo que yo, ¿Verdad Sol? —inquiere Liliana.

—Sí.

—Oigan, sé que Sol es doctora y tú, Lili, eres enfermera, pero el resto de nosotras no lo somos y no entendemos su idioma —dice Daniela, la esposa de Raúl.

—Le han crecido los pechos.

—Y parece tener más calor que el resto de nosotras.

—¿Qué quieren decir? ¿Me sucede algo? —inquiere Valentina, con preocupación.

—Tal vez —dice Fernanda, con una sonrisa, al captar lo que Sol y Liliana quieren decir—. Es algo que todas aquí ya pasamos, a excepción de tí y Salma.

—Y Sol está en proceso —señala Paula.

Soledad sonríe y lleva su vista hacia su barriga de 3 meses de embarazo, para después acariciarla. Mauro está muy feliz por la espera de su segundo hijo. Porque finalmente, después de meses de estar separados, su amor fue más grande y terminaron regresando. Ahora están recién casados y esperando su primer hijo juntos.

—Esperen, ¿Están insinuando que estoy embarazada?

—Sí —responden todas al mismo tiempo.

—No, no creo estar... —deja las palabras en el aire al percatarse que tiene  un retraso de unos cuántos días— ¡Mierda! Tal vez sí podría estarlo.

—Debemos comprarte una prueba de embarazo.

—No quiero decirle a Sebastián. Podría emocionarse demasiado y no quiero que se ilusione en caso de que el resultado sea negativo.

—Bien, diré que iré a comprar algo y te traeré la prueba —dice Liliana y se levanta de su lugar para llevar a cabo su plan.

Media hora más tarde, todas están en espera de los resultados de las cinco pruebas de embarazo que Liliana compró. Todas de la mejor marca, para asegurarse que el resultado sea certero.