capitulo 6

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Un rayo de luz se filtra a través de mi balcón. Ya es hora de que me levante, pero algo me impide hacerlo. Un brazo rodea mi cintura y tengo una pierna que aprisiona las mías. El calor se comienza a acumular dentro de mi cuerpo, la desesperación se hace presente en cada fibra de mí ser. No tengo más alternativa que voltear para saber quién es la persona que duerme a mi lado. 

¡No puede ser!  

¡¿Qué paso anoche?!

¡¿No puede ser que me acostará con él?!

Retiro de un manotazo su brazo y reviso bajo de las sabanas. 

¡Gracias a Dios! 

Me encuentro en ropa interior. No pasó nada.  Sergio se encuentra a mi lado y duerme plácidamente, aún no sé cómo es que ambos terminamos en mi cama. ¿Cuánto tomamos después de llegar del club? Perdí la cuenta en mi séptima copa. Desenredo mis piernas de las de él. Necesito ir al baño, cierro la puerta y hago mis necesidades. La mujer que está en el espejo me mira con decepción. ¿Qué carajos estoy haciendo de mi vida?

¿Por qué estoy cambiando todo mi mundo controlado y estable?

Un nombre viene a mis pensamientos... Valentina Carvajal.

Esa mujer es mi único y gran problema. Dejo de un lado mis preocupaciones, me aliso la maraña de cabello que tengo, una vez que los dejo más decentes, tomo el dentífrico y cepillo mis dientes. Odio tener mal aliento en las mañanas. Estoy lista para encarar a mi mejor amigo. Salgo del cuarto de baño y este sigue dormido. Una idea maliciosa viene a mi mente, sonrío perversamente. Es el momento para tomar un poco de revancha. Solo espero que todo salga conforme a lo que mi cerebro está pensando.

Me desnudo y camino lo más despacio y sigilosamente que se pueda o todo se va a la mierda. Con mucho cuidado abro un cajón de mi cómoda, unas esposas de plata se encuentran escondidas, las tomo y cierro el cajón lo más silenciosamente posible. Le esposo ambas manos, hecho un vistazo al cuerpo plácidamente dormido.

 ¡Es increíble que no despertara! Creo que puede pasarle un tren por encima y el seguiría sin mover ni una sola extremidad. Dejo de distraerme y me pongo en marcha una vez más. Rápidamente me siento sobre su pelvis y comienzo a moverme como si estuviera cabalgándolo. Un gruñido sale de su boca. Me quito de encima y le vacío un enorme jarrón de agua helada que descansaba sobre mi mueble.  

— ¡Mierda! ¡Voy a matarte por eso, Juliana! —Intentó pararse de la cama, pero las esposas se lo impiden. Su rostro es todo un poema, suelto una tremenda risotada, es divertido ver a tu mejor amigo enojado—. ¡¿Por qué estoy esposado?! ¡Suéltame o ya verás, bestia salvaje!

¡Ja! Victoria para mí. Juliana: uno. Sergio: cero. Sus palabras lejos de ser una completa amenaza es una simple palabrería vacía y sin sentido. Le hago saber que no puede intimidarme de cualquier forma.

—Estoy temblando del miedo, ¿qué vas hacerme si no lo hago? —Le reto. Siempre que alguno duerme en el apartamento del otro, las bromas comienzan. Recuerdo la última jugada que él me hizo, Sergio me cargo hasta la entrada del apartamento y me dejo afuera. ¡Todos sus vecinos me vieron en sostén y bragas! Esta broma es poco comparado con la vergüenza que pasé ese día—.Esto es mi venganza por lo de la última broma. ¿Lo recuerdas, cariño?

Me levando de su pelvis y me dirijo a la puerta. Le hago un saludo de despedida y lo dejo en la habitación esposado gritando mi nombre. 

Preparé el desayuno de ambos y regresé al cuarto. Sergio seguía intentando quitarse las esposas. Ya es hora de dejarlo libre. Me siento sobre su abdomen y él se mueve para tirarme de encima. 

SEDUCIDAS POR LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora