Tengo que ir al inodoro para hacer mis necesidades. Mi mente hecha papilla por el abrazador orgasmo que tuve hace unos instantes. Es lo que Valentina puede hacerme a su antojo con solo unas cuantas estimulaciones, a veces le odio por tener más control de mí cuerpo que yo misma, pero también no puedo negar que me gusta todo el placer que obtengo con eso. Solo tu verdadera persona sabe que es lo que exactamente necesitas para hacerte llegar a niveles de éxtasis que nunca has experimentado con ninguna otra.
Un enorme espejo adorna el baño y siento la curiosidad por ver mi reflejo. Estoy conmocionada. La mujer morena que me observa a través del espejo se ríe con satisfacción. Tengo todo el cabello alborotado, los labios están hinchados y tienen un matiz rojizo. Tengo la cara de…” recién follada” sigo inspeccionando mi cuerpo y me quedo estupefacta.
¡Hijo de puta!
¡Tengo marcas de chupetones en los pechos!
¡No me lo puedo creer!
Es la única vez que una mujer me ha dejado un indicio de posesión en mi cuerpo porque en otras circunstancias nunca permitiría que se me dejara una marca. Yo tampoco me he quedado atrás. Hice unas cuantas marquitas, pero son tan pequeñas o ni que decir de los arañazos que le deje en la espalda al estar totalmente perdida en las sensaciones que me embargaban cuando estaba a punto de venirme, comparadas con lo que la salvaje de valentina ha hecho. Desenredo una parte de mi cabellera para arreglarlo un poco. Los ojos dorados que poseo brillan más que nunca. Valentina Carvajal es un soplo de aire refrescante para mi vida al igual que yo para la suya.
Abro la llave de la ducha. Necesito bañarme. No me gusta apestar a sudor y menos cuando estoy a punto de salir de paseo con mis amigos. El cerrojo de la puerta se mueve ligeramente. Valentina pensó que podía ducharse conmigo después de lo que acabamos de hacer.
¡Como si lo hubiera permitido!
No por haber compartido una cama le da el derecho a algo más íntimo conmigo. ¿Por qué todas las personas creen que por haber tenido sexo con una mujer le da el derecho de invadir su espacio personal?
Prosigo con mi relajante baño, el agua siempre hace que mis pensamientos, problemas y miedos desaparezcan por arte de magia. Mí odiosa jefa sigue intentando abrir y yo me río de ella sabiendo que no puede verme.
— ¡Abre la maldita puerta Juliana o la voy a tirar! —dice.
Al parecer está muy cabreada, pero si algo me hace enojar es eso. ¡Que me quieran ordenar! Yo no recibo órdenes de nadie.
— ¡Que te Follen, Valentina! ¡No voy a abrirla! —grité. ¡Joder! Tan maravillosa mañana que tenía y se va a la mierda todo por una estupidez—. ¡Lárgate de aquí! ¡No quiero verte!
¡Maldición!
Sabía que involucrarme con ella era mala idea, pero no me arrepiento de lo que hicimos y lo volveré hacer en otras ocasiones y cuando yo lo quiera. Un fuerte portazo me avisa que ya se ha ido. Una sensación de vacío me recorre el cuerpo y ahora quiero de vuelta a mí jefa. Estúpidos sentimientos contradictorios. El agua sigue cayendo sobre mí, creo que ya es tiempo de salir porque ya estoy más que limpia. Cierro la perilla y está cesa inmediatamente.
Tomo la bata que cuelga del pequeño perchero metálico. Mis padres sí que preocupan por sus huéspedes y que estos se sientan cómodos lo mejor posible. Al entrar a la habitación me tenso, Valentina sigue en la posición que estaba cuándo la dejé para tomar una ducha. Sus ojos azules me observan neutros. No puedo descifrar emociones en ellos. ¡Maldición aún sigue aquí! ¡Supo cómo engañarme!
—Así qué... ¿Sólo significó un simple polvo lo que acabamos de hacer? —pregunta con los dientes apretados. No sé qué contestar. Quiero decirle que sí, pero ella es más que eso—. Ya no tienes que responder, Juliana. Ahora todo está claro para mí.
Valentina se empieza a vestir con la misma ropa con la que llegó. Mi mente sigue en otra parte. Quiero pedirle una disculpa, pero si lo hago estoy dejando a un lado mí orgullo y la única regla que me hice y esa regla es NO retener a una persona después de tener sexo.
Mi mujer termina de vestirse y las palabras siguen sin salir de mi boca. No quiero darle una pequeña esperanza de que lo nuestro pueda progresar. Sí, el sexo entre ella y yo es maravilloso, alucinante y salvaje, pero no hay lugar para los sentimientos o eso es al menos lo que me repito a mí misma cada día que pasa.
—Señorita Valdés, el avión está listo para despegar. La espero en diez minutos en la recepción —Su frialdad me deja estupefacta. ¿Cómo es posible que hace unos instantes era una mujer dulce y tierna, ahora es fría y distante?—. Si no llega a la hora acordada la dejaré aquí. Si me disculpa, me voy.
Y le vi alejarse de mí. Mis ojos me pedían llorar, pero las lágrimas no salían; llorar es para los tontos, o eso es lo que he aprendido. Abro mí equipaje, sé que Valentina hablaba en serio de dejarme aquí, tomé unos jeans negros ajustados, una blusa escotada, color mostaza y unas botas del mismo color; no entiendo cómo es que acomodé toda ropa y aun así me sobró espacio para los zapatos. Me tardó un poco más, quiero guardar en mí memoria, lo que pasó en está habitación.
Al cruzar la puerta, me espera un Sergio conmocionado, tal vez ya sabe que la jefa está aquí y lo que hemos hecho. Lo último que necesito es que me reclamen de romper una tonta cláusula o un “te lo dije”
— ¿Lista Juli? —comenta. Sus ojos me escudriñan a fondo. Quiere que le cuente lo sucedido por mi propia boca. Eso no va a pasar—. Bien. No voy a presionarte, pero sabes que soy tú amigo y te apoyo. Suceda lo que suceda con Valentina, voy a estar contigo porque te quiero como una hermana.
—Lo sé S y lo agradezco —susurro. Sus fuertes brazos me rodean, en un cálido abrazo. Es justo lo que necesitaba—. Fue una estupidez, ¿no es así?
No hace falta una explicación a la pregunta, él sabe a lo que me refiero. Con Sergio mis secretos son visibles. No hay nada que le pueda ocultar pues nuestra amistad es tan sólida que a veces me aterra que pueda terminar mal.
—No lo es. Pero lo que es una estupidez es que la dejes ir, bestia. Sientes algo por ella y tu miedo de salir lastimada se interpone una vez más. Yo que si fuera tú, lucharía por Valentina porque se ve que ella también tiene fuertes sentimientos por ti—Sus palabras, me hacen reflexionar. La verdad es que tiene razón. La he jodido—. ¿Nos vamos?
—Por supuesto.
Caminamos por el pasillo. Decidimos ir por las escaleras porque según Sergio, estaba empezando a perder mi condición. Yo por mi parte quería tener más tiempo para indagar sobre lo que debía hacer para contentar a valentina. Sergio tiene razón, pero... ¿dónde queda lo que por años me costó establecer como una regla? Simplemente no puedo dejar a un lado lo que soy. Una Dómina.
Una vez dentro del avión, Valentina se dedicó a ignorarme por completo, según ella debía revisar las cláusulas del contrato. Se ve tan sexy cuando está seria y concentrada en lo que hace. El aburrimiento cada vez es más potente. Necesito hacer algo o puede que me vuelva loca entre más siga pasando el tiempo.
— ¿Cuánto tiempo nos falta para llegar? —cuestiono a Valentina.
—Dos horas cuando mucho, señorita Valdes. Así que le pido que se siente en su lugar y permanezca callada. ¿No ve que estamos trabajando? —responde cortante. Mí temperamento no soportó más y exploté.
— ¡Eres una verdadera gilipollas! ¡Vete al demonio hija de puta! —grito irritada.
Camino en dirección al baño. La ira me estaba consumiendo, ¿en qué mierda pensaba cuándo me acosté con ella? Tenía que sacar mi frustración con algo. Hay un espejo que adorna la parte superior del lava manos. No lo pienso mucho, mi puño se estrella sobre él, rompiéndose en millones de pedacitos. Todas las emociones que siento fueron descargadas en el trozo de vidrio. Veo el desastre que provoque y suelto una palabrota
— ¡Carajo!
La sangre brota de mí mano. No me importaban las cortaduras que tengo. La sensación de enojo se fue apaciguando poco a poco. Unos fuertes golpes en la puerta me hicieron consciente de que no estoy sola.
— ¡Juliana abre la puerta! —La voz de Sergio era de preocupación. Odiaba comportarme cómo una chiquilla de quince años—. ¡Abre por favor!
—No te preocupes S. Estoy bien. Sólo necesito unos segundos a solas —respondo para que deje de preocuparse.
Empiezo a limpiar mí desastre, ¿por qué dejo que mí temperamento ganará en vez de la razón? Muy dentro de mí sabe la respuesta a esa pregunta, pero me cortaría la lengua antes de admitirlo. Una vez que terminé de recoger los vidrios esparcidos, reviso las heridas que me he hecho. Gracias a Dios sólo son diminutas cortadas. Nada grave.
Cuando salí no tardaron ni dos segundos preguntarme que ha pasado allá adentro. Tuve que mentir.
—Así que... ¿"accidentalmente" caíste sobre el espejo? —repite Sergio lo que he dicho. No me creyó nada de lo que dije. La verdad es que es una mentira tan estúpida que es imposible que sea cierta—. Ya entiendo. ¿Qué ocurrió después?
—Mmm... No lo recuerdo —dije nerviosa.
—Eres una pésima mentirosa Juliana, ¿crees que somos idiotas? —Me reprende Macarena.
Mi primer instinto fue voltear a ver a Valentina, pero ella seguía sin mirarme. Debo reconstruir mi orgullo o lo poco que queda de él.
—No creo que lo sean. Sin embargo es lo que pasó —replico.
Por el tono que utilizo no indagaron más y lo agradecía mucho. Las siguientes dos horas de vuelo pasaron lentamente. Quería que el maldito tiempo transcurriera rápido. Valentina seguía sin prestarme atención. Eso sólo significa una cosa... el adiós a nosotros.
Aterrizamos en el aeropuerto de NY a las cinco, lo que me da tiempo para arreglarme. He decidido ir al club. No pienso detener mi vida por alguien que no vale la pena. Sergio muy a su pesar accedió a ir conmigo. A veces pienso que no quiere ir nunca más al Burlesque porque ya no desea estar más con su Mistress.
De camino a mí apartamento le mandé un mensaje a Annie.
De mí: A las seis en el club.
De inmediato su contestación me llegó.
De Annie: Claro. Te quiero. Hay cosas que debemos hablar.
Su respuesta me desconcertó. Algo importante sucedió en mi ausencia ya lo averiguaré esta noche. Llegamos a mí apartamento. Le pago los doscientos dólares que marca la tarifa al taxista y me bajo. Sergio está muy callado y eso me preocupa.
—Oye, ¿estás bien? —digo. Me preocupaba que algo le pase a mi amigo. No soporto la idea de saber que algo ocurra y no esté enterada—. Soy tu amiga y puedes decirme lo que sea, ¿lo sabes, no?
Un largo suspiro salió de sus labios. Hay cosas que él desea guardarse solo para él. No iba a indagar si Sergio no desea contármelo. Llamo al ascensor y esté llegó de inmediato. ¿Es raro decir que amo vivir en esta zona? Las puertas se con cerraron y Sergio me mira, parece que me va a contar todo.
—Quiero cortar con mí dominatrix —suelta de pronto. Mentiría si dijera que la noticia no me alegró mucho—. ¿Está bien hacer eso, Juliana?
— ¿Qué ha pasado? —Antes que nada, también soy una Ama. Debo saber cuál fue la causa del motivo por el cual ha tomado esa decisión. Si Konstance ha hecho algo que su sumiso no le gusta, entonces él tiene el derecho a romper con ella y buscar a alguien más capaz de darle lo que desea —. Quiero saber los motivos para poder moler a golpes a esa perra.
—No me sorprende que quieras matarla —bromea.
Él sabe de mí rivalidad con Konstance Rich. Ella ha deseado todo lo mío desde que me conoció en el mundo de la dominación y sumisión, creo que su próxima víctima es mí Valentina. Espera...
¡¿Qué?!
Carvajal no es mía o al menos no por ahora.
—Ya sabes como soy. Nadie le hace daño a lo que es de mí propiedad —respondo con arrogancia. Y Sergio al ser mi mejor amigo es de mi propiedad.
— ¿Desde cuándo soy tuyo? —pregunta divertido.
—Mi estimado S. Te convertiste en algo mío cuando decidiste ser mí amigo. Sabes que soy una maldita celosa con mis amistades. — ¡Tú estás verdaderamente loca! —me grita.
—Eso ya lo sabías y aun así te quedaste a mi lado. Ahora enfrenta las consecuencias — contraataco sus palabras.
—Te quiero juli.Lo prometido es deuda aquí tienen los dos capítulos que les dije por la mañana subo dos más según sus comentarios ya saben voten y déjenme saber que les va pareciendo la historia
ESTÁS LEYENDO
SEDUCIDAS POR LA NOCHE
FanfictionJuliana Valdez es una mujer fuerte, dominante, fría e independiente, su vida está dividida entre su trabajo y su pasatiempo favorito... ser una domme un club para prácticas BDSM llamado Burlesque. Ella no busca una relación permanente, pero eso se...