Capitulo II: un día más

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Sería en torno a las doce del mediodía, la mayor parte de los akatsuki estaban despiertos desde hacía ya horas, incluso algunos ya habían hecho cosas productivas, pero ese no era el caso de Deidara, ella seguía en la cama, durmiendo, no parecía que se fuera a despertar pronto.

La calma y la tranquilidad inundaba la guarida, ese día estaban todos, pero sin embargo, parecía como si no hubiera nadie, estaba todo demasiado tranquilo, era casi como la calma antes de la tormenta, algo podría romper esa paz y esa tranquilidad tan poco habitual en ese lugar, teniendo en cuenta la hora, Hidan y Kakuzu ya deberían haber peleado varias veces, pero para sorpresa de todos aún no había ocurrido, era algo que escamaba a todos.

El móvil de Deidara empezó a sonar, era su alarma, supo predecir que eso iba a pasar así que la programó para que sonara a las doce y media. Cada vez sonaba más alto, ers impossible no oírlo, sobretodo por qué lo tenía en la mesita de noche, justo al lado de su cama. El sonido era cada vez más insoportable, así que la rubia extendió el brazo sacándolo de entre las sabana y lo alargó para intentar alcanzar el móvil y así apagar la alarma, pero tras cinco intentos no lo consiguió, sin embargo si logró tocar el móvil, empezó a tocar la pantalla, sin importarle donde hubiera pulsado, lo único que quería era que ese dichoso móvil se callara y le dejara dormir, aún que fuera durante solo cinco minutos, necesitaba descansar. Tras un par de intentos más consiguió tocar algún botón y el móvil dejó de sonar, se sintió aliviada, tras tanto oír soñar esa alarma de estaba empezando a estresar, no es que fuera un tono muy sutil y discreto, tal vez debería haberlo pensado mejor al elegir ese tono, tal vez no debería haber dejado puesta la alarma. Fuera como fuera ya no conseguía dormirse, así que se sentó en la cama y agarró el móvil, de lo primero que se dió cuenta ers de que no había apagado la alarma, la había pospuesto, así que la desactivó.

Entró a varias aplicaciones distintas, WhatsApp, ni un solo mensaje, solo estados de sus contactos pasándoselo bien, revisó su galería, en busca de fotos que hubiera tomado anoche, nada importante, solo alguna foto que se hizo a ella misma. Siempre lo mismo, ni un solo mensaje importante, solo los grupos preguntando cosas estúpidas, nadie que se interesara por ella ni que preguntara si podían salir a tomar algo o cualquier cosa, solo gente subiendo fotos tomando un trago con otras personas, esa rutina y esa monotonía la estaba matando poco a poco por dentro, siempre lo mismo, la soledad, el aburrimiento, esa sensación de vacío, de no importarle a nadie, era algo que estaba presente en su día a día, sin haberse dado cuenta ya era algo normal para ella, sabía que solo podía intentar que las cosas cambiaran, pero eso no iba a hacer que de verdad cambiaran. Todo cada vez se le hacía más pesado, hasta levantarse de la cama le parecía una estupidez, preferiría pasarse los días durmiendo, por qué así por lo menos sueña y es feliz, pero no puede pasarse la vida durmiendo, eso era algo que ya tenía asumido, tenía claro que nada iba a cambiar, pero aún así, no perdia la esperanza de que algo cambiara, de que llegara el día en el que no se sintiera sola, que no sintiera ese vacío, esa soledad, que ese pesar no invadiera su cuerpo, que al despertar no pareciera un alma en pena, que pareciera feliz, que fuera feliz de verdad, no solo lo pareciera.

Después de un rato debatiéndose sus ideas decidió levantarse de la cama, se dirigió al armario y lo abrió, empezó a buscar su ropa habitual, pero al levantar el pantalón lo vio, una sudadera ancha, con mangas largas, era lo único que quería llevar en ese momento, no tenía ganas de arreglarse, agarró la sudadera junto al pantalón y lo dejó encima de la cama. Luego se acercó al mueble y abrió el cajón superior, sacó unos calcetines y más ropa interior, y lo dejó encima de la ropa que había dejado sobre la cama. Entró al baño y abrió el agua caliente, se empezó a quitar la ropa y entró a la ducha, se quedó durante unos minutos bajo el agua, levantó la cabeza y sintió como caía el agua a su cara y bajaba por su cuerpo. Tardó unos quince minutos o puede que un poco más en ducharse.

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