Capitulo VII: te necesito...

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El par de artistas se encontraban en la habitación del marionetista, a unos centímetros de distancia, lo que provocaba un sonrojo considerable en la cara de la rubia quien miraba al pelirrojo con los ojos un poco cerrados y una expresión un poco avergonzada, a veces miraba al marionetista y a veces miraba al suelo para evitar mostrar el sonrojo de su rostro.

–Oye Dei te puedo pedir una cosa...?

–Hum? Si, puedes pedirme lo que quieras...

La rubia miró al pelirrojo y este solo sonrió y le miró también, intercambiando sus miradas.

–Podemos... bailar... juntos?–preguntó mirando a la rubia levemente sonrojada.

–Que? Bailar?–respondió la rubia sorprendida ante la proposición del pelirrojo.

–Si, bailar, pero si no quieres tan solo olvídalo...–añadió retirando la mirada bastante avergonzado.

–No es que no quiera, al contrario, tengo muchas ganas de bailar contigo... Pero por más que quiera...

–Que pasa?–dijo tomando de la barbilla a la rubia.

–Es que... Yo no sé bailar muy bien...–añadió bastante avergonzada.

El pelirrojo sonrió ante esa respuesta y no pudo evitar que una pequeña risa saliera de su boca.

–Ni yo pero bueno, eso no importa ahora.

La rubia se quedó sin palabras, simplemente no sabia que decir, tal vez dijo eso por que le daba pena, por que le propuso bailar si el no sabia hacerlo? Tal vez si que sabia pero no quería hacerla sentir mal. Aún así, era algo muy bonito, siempre se portaba muy bien con ella, quería compensárselo de alguna manera, pero no sabia como hacerlo.

–Me concedes esta pieza?–preguntó extendiendo su mano hacia ella.

–Pero es que va a ser un desastre... Yo no se bailar bien y puede que lo estropee...–dijo mirando al suelo bastante avergonzada.

–Eso no importa, y si lo estropeas lo vamos a estropear los dos.

Entonces el marionetista tomó de la mano a la rubia y la acercó a el con una sonrisa amable en su rostro, una de esas sonrisas que te hacían perderte y pensar que todo va a estar bien, que ya nada importa, una de esas sonrisas que tanto le encantaban a la rubia.

–Yo... Esto... No sé como empezar...–mencionó mientras miraba al pelirrojo bastante sonrojada.

–Ni yo tampoco–añadió con una sonrisa.

–Doy pena, lo siento...–dijo apoyando su cabeza en el hombro del marionetista.

–No das pena Dei...–le replicó abrazándola.

–Si, doy pena... No soy capaz de bailar...

–No das pena, y si eres capaz de bailar Dei, no digas eso.

–No lo eres, y no eres la única que no sabe bailar, yo también soy muy torpe.

–No te creo, seguro que bailas muy bien.

–No, yo bailo pésimo–dijo con una sonrisa.

–No, seguro que lo haces muy bien...

–No pero bueno.

El marionetista tomó de la cintura a la rubia con la mano derecha y la acercó a él mientras a su vez tomaba su mano con la izquierda provocándole así un gran sonrojo en su rostro.

Todo por tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora