Capítulo 12

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«Cuando soy yo a hacer las preguntas sí que le gusta el monosílabo», pensé.

—¿Por qué nunca visitas a tu madre? —si quería que nos conociéramos mejor, aquí está algo que quería saber desde el momento en que lo vi por primera vez.

Noté que se quedó serio. No le gustó la pregunta. Fue él que empezó el juego. Ahora, aguanta, Aaron.

—Trabajo mucho. Viajo mucho. Ni siempre podemos hacer todo lo que nos plazca.

—¿Eso significa que todo en tu vida es más importante que tu madre?

—Eso significa lo que acabo de decirte, Magdalena —sí que estaba enfadado con la pregunta. Me estaba tratando por el nombre completo.

—Pero no contesta a mi pregunta. Trabajo en la residencia hace más de dos años. Tu madre llegó allí hace unos seis meses. Y nunca te vi allí. ¿Seguro que no tenías un hueco en tu agenda?

—Es complicado. No lo entenderías.

—No entiendo que quieres decir con eso. No entendería ¿por qué me consideras una idiota? O porque ¿no quieres que lo entienda?

Él volvió a remitirse al silencio. Entonces, volví a contraatacar. No me gustaba que jugase a un bando. Cuando era yo, me acusaba de cosas, pero cuando era él hacía justo lo mismo.

—Para quién dice que no le gusta que le dejen plantado, tienes el mal habito de hacerlo también.

—Magda, yo no te estoy dejando plantada. Solo estoy pensando en la respuesta.

—Eso significa que la respuesta no es verdadera. Sino no tendrías que pensar tanto en contestarla. Simplemente dirías lo primero que te saliera.

—Esa eres tú. Que hablas lo primero que te cruza sin pensar —lo miré frunciendo el ceño—, cosa que tienes que dejar de hacer, especialmente si vas a ser una persona de negocios.

—Yo no voy a ser una persona de negocios, solo alguien que hornea magdalenas.

—Pues, te equivocas, una vez más. Lo tuyo será un negocio y cuanto más rápido pongas eso en la cabeza, mejor para los dos. Estoy apostando mi tiempo y quiero resultados. Y eso implica tener un negocio bien montado. Por cierto, este sábado tenemos reunión sobre el proyecto. A las siete estoy en tu casa.

—¿De la mañana? —solté casi chillando.

—Claro —me miró como si hubiese dicho la cosa más estúpida del mundo —, durante la semana trabajas, ¿cómo quieres que tengamos algún proyecto sino te dedicas a él?

Estaba siendo muy injusto. Sí que me había dedicado al tema. Había estado toda la semana ensayando nuevas recetas e intentando mejor. Incluso había comprado un par de libros sobre negocios de gastronomía que, a duras penas, intentaba leer antes de dormirme.

—Lo hago, pero ¿tiene que ser sábado tan temprano?

—¿Por qué? ¿No vas a estar o algo?

—No, es que viernes voy a salir y pensé que sábado podría descansar un poco. Pero, todo bien.

—¿Tienes planes con el enfermero? Como me has dicho que no te quedas para el desayuno, pensé que a las siete estarías en casa, aunque tengas citas.

—Eres un gilipollas —me sentí mal de hablarle así. Pero, de nuevo me estaba atacando. ¿Por qué lo hacía?

—Puede ser.

—¿El qué puede ser? —la conversación estaba siendo una locura y me estaba dejando con la cabeza rodando como una noria.

—Puede ser que sea un gilipollas o puede ser que solo seas tú.

MAGDA LLENA CON AMOR | TERMINADA Y COMPLETA | ROMANCE JUVENILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora