Capítulo 5

749 83 0
                                    


Cuando hacía la vuelta para recoger los envases de las meriendas y limpiar las habitaciones, pude ver a Dorothy otra vez.

—Me alegro mucho de que hayas dado tu número a mi hijo. ¿Es un pedazo de cielo, no crees? —El brillo en sus ojos me indicaba que de nada valía decirle la verdad. A pesar de que tenía la poca inteligencia de decir lo que me salía, sin medir consecuencias, de esta vez, no me pareció pertinente hablar de lo que pensaba a respeto de su hijo.

—No hemos tenido la oportunidad de hablar mucho, Dorothy. Pero imagino que sea buena persona, si es su hijo —me sabía mal mentir. Más aun siendo Dorothy que la tenía en gran estima.

—Siéntate un poco, quiero hablarte de mi idea.

—No tengo mucho tiempo, Dorothy —hablaba con veracidad. Sin embargo, no podía negar nada a aquella persona tan especial para mí. Me senté en la cama, después de retirar los restos de la merienda.

—No quiero retenerte mucho. Ya encontré solución para tu problema —su sonrisa abierta me hizo sonreír también.

—¿De qué habla?

—De tu deuda. Ya sé como puedes ganar dinero rápidamente. Escúchame —su voz era entusiasta—. Vas a vender tus magdalenas.

—¿Vender? Pero ¿cómo? No, mis magdalenas son caseras, no podría venderlas. ¿Quién iba a quererlas? —la idea me daba hasta gracia. Le agradecía su intención y cariño al intentar ayudarme, pero no creía que fuera de esa forma.

—Tus magdalenas son una exquisitez de repostería. Son maravillosas. Créeme. Tu no me conoces bien, pero yo ya viajé mucho por este mundo, en mis días de juventud. Estuve en las mejores pastelerías y bistrós franceses. Comí los mejores chocolates suizos, probé muchos platos de alta cocina y diferentes gastronomías. Sé lo que te digo. Tus bollitos son primorosos.

—No lo sé... no lo veo, Dorothy. De todas formas, es inviable. No tengo una cocina profesional. No conozco a nadie, ni tengo capital para invertir en negocio. En este momento, no puedo ni casi hacer la compra de la semana —en definitiva, aquello era muy bonito, sin embargo, no estaba a mi alcance.

—De acuerdo. Aquí es donde quiero que me escuches con atención. Es obvio que no tienes medios para hacer esto, pero yo quiero ayudarte. Realmente creo que tienes mucho talento y que puedes llegar lejos. Solo debes tener una oportunidad y un pequeño empujón. En la vida, por norma, es todo lo que necesita una persona para tener éxito. Tras eso, solo tiene que mantenerse en la línea y trabajar la oportunidad.

—Sabes que no puedo aceptar eso. No quiero que arriesgues nada por mí. No sabría como hacerlo. No puedo. Lo siento.

—¿Por qué te das por vencida, niña? Mira, te explico: ya hablé con Aaron y está dispuesto a ayudarte —ahora sí que me sorprendió.

¿Contó a su hijo mi problema y dijo que estaba dispuesto a ayudarme? ¿Cuántos hijos llamados Aaron tenía? Porque él que yo había conocido en esos dos días, no era. Ese señor, que esta misma mañana me había escupido una acusación de dar justo sus magdalenas a su madre, no estaría dispuesto a ayudarme en nada. Como mucho, estaría, ahora mismo a maquinar como delatarme a la dirección. Tenía que ser un error, pero ella siguió explicándome el plan.

—Le conté mi idea y le pareció genial, simplemente me dijo que tenía que ver bien como hacerlo. Sabes, Aaron es un grande emprendedor. Es dueño de una agencia de marketing y creación de empresas. Él es la persona indicada para ayudarte a montar este proyecto y orientarte para que se convierta en algo rentable.

No sabía que decir. Todo lo que me contaba, era conmovedor y inspirador, pero seguía pensando que no era para mí. Hablaba en negocios, en oportunidades, donde yo solo veía un mundo muy distante a mis posibilidades. Y si algo aprendí en esta vida es que nada es gratis ni nadie hace nada sin intenciones. Por más mínimo que sea. Luego, pensé en mí. Un poco hipócrita, ya que yo intentaba hacer cosas sin pretensiones.

MAGDA LLENA CON AMOR | TERMINADA Y COMPLETA | ROMANCE JUVENILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora