Incliné la cabeza hacia atrás, recordando los momentos pasados con mi madre y mi padre. Cómo había cambiado todo de un día para otro. Cómo pasé de ser feliz a ser miserable, todos los días. Y cómo me sentí feliz de nuevo en los brazos de Aaron. Pensé en él. No le había dicho nada, pero no sabía qué decir. Cuando volviera, si todavía quisiera escucharme, tal vez podría decirle la verdad. O quizás no. ¿Cómo iba a explicarle que acababa de gastar el dinero del proyecto en mi padre? ¡Oh, Dios! Mi vida era una mierda. Pasé tres días tumbada en el sofá del salón donde mi padre estaba postrado. Estaba conectado a máquinas, como si estuviera en coma. No podía moverse, no podía abrir los ojos, nada.
Sin embargo, recordé que mi madre siempre me decía que adoraba a mi padre y que el fruto de esa unión de amor incondicional acabó siendo una niña que se parecía mucho a su padre. Yo. Me limpié las lágrimas y decidí ir a comer algo a la cafetería. Cuando volví y me disponía a entrar en su cuarto, vi un tremendo jaleo y gente que iba y venía. Estaba en estado de shock tratando de entender lo que estaba pasando, pero una enfermera me dijo que tenía que quedarme fuera. Oí la máquina de reanimación y me temí lo peor. Unos minutos después de aquella agonía, sola en aquel pasillo, oí que se abría la puerta y salía un médico de la habitación. Me miró, movió la cabeza de forma negativa y dijo:
—Lo siento, hicimos todo lo posible, pero no fue suficiente.
Y así fue como recibí la noticia de que mi padre acababa de fallecer. Me tapé la boca con una mano, me apoyé en la pared del pasillo y el médico volvió a entrar en la habitación. Estaba sola y en ese momento me di cuenta de que sí, de que había estado sola siempre y me había quedado sola para siempre. Mis piernas se deslizaron por la pared hasta el suelo y sucumbí a mi tristeza.
Y fue en ese momento surrealista de mi vida cuando sentí la mano de la última persona que imaginé que vería a mi lado, posarse en mi brazo. El aroma del perfume que tan bien conocía invadió mis perturbados sentidos y miré a la persona con los ojos empañados.
—Magda, ¿por qué lloras así? ¿Estás bien? ¿Ha muerto alguien? —Prácticamente escupió las palabras, tan preocupado.
—¡Ah! Aaron... mi padre... mi padre murió.
Entonces le abracé con toda la fuerza del mundo y él se quedó arrodillado a mi lado, sosteniéndome y sin dejarme caer más de lo que ya había caído, si es que eso era posible. Podía sentir la tristeza junto con el llanto, que era intensa, como si la verdad acabara de golpearme. Cuando terminé de llorar todas las lágrimas que habían dentro de mí, él estaba pálido y sus ojos estaban llenos de compasión y empatía.
—¿Cuándo ocurrió esto?
—Hace cinco minutos. —Pude ver en su rostro que pensaba que no podría haber apuntado mejor y haber estado en el lugar correcto en el momento adecuado.
—Lo siento, pequeña, yo... estaba preocupado por ti.
Asiento con la cabeza, no puedo hablar. Mi voz se apaga y no parece que tenga intención de volver.
La puerta se abrió y el médico volvió a salir. Entonces mi amiga Flora se acercó a mí desde la recepción. Aaron y yo nos levantamos del suelo.
—Magda, vamos a llevarlo a la morgue, pero como conocemos la naturaleza de su muerte, no habrá una autopsia completa, así que ya puedes hacer los preparativos para el funeral de tu padre. Una vez más, lo siento. Ánimo.
—Gracias, doctor. —Volvió a salir por el pasillo.
—Magda, lo siento mucho. —Flora me abrazó con fuerza y no pude contener las lágrimas otra vez. Aaron estaba parado a mi lado con el semblante perturbado.
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MAGDA LLENA CON AMOR | TERMINADA Y COMPLETA | ROMANCE JUVENIL
Teen FictionUna historia de amor, amistad y mucha dulzura... La novela juvenil que te hará reír y llorar. La novela que retrata la lucha diaria de una joven española que intenta sobrevivir en la imponente y exigente ciudad de Londres, Inglaterra. Una chica que...