Capítulo 6

647 73 0
                                    


Mi móvil no paraba de tocar cuando llegué a casa. Tenía decenas de mensajes de las chicas preguntándome si iba a salir, si no. Mi dolor de cabeza se intensificó. No quería hablar con nadie. No quería nada, solo quedar tranquila en mi casa.

Abrí el último mensaje. Era de Julia.

"Espero que cambies de ideas y vengas. Va, prometo comportarme. Ven, va a ser divertido. Si cambias de ideas te dejo la ubicación"

Y me envió la localización del local. Cliqué en responder, pero acabé por borrar el mensaje. No estaba segura. Por un lado, quería quedarme en casa, por otro, estaba harta de sentirme sola y miserable. No sabía que hacer.

Era casi las ocho y media. Tenía tiempo para pensar, entre tanto iba a ducharme y relajarme un poco.

Salí de la ducha mucho más enérgica y despejada. Enrollé una toalla en el cuerpo y coloqué otra en el pelo para secarlo. Salí para coger mi ropa, pero escuché el timbre de la puerta. Hacía frío. Para evitar pagar más de cuenta de electricidad, dejé de encender la calefacción. Solo lo hacía para lo más estricto y necesario.

El cambio de temperatura entre el vapor del cuarto de baño y la humedad fría de la sala me dejaron los pelos de punta en todo el cuerpo y la piel erizada donde no había vello.

¿Quién sería? Obvio, solo podía ser mi vecina de la misma planta. Una señora mayor que de tiempos a tiempos me pedía algún favor o ingrediente que le faltaba. Vaya momento, señora Taylor, pensé.

No me preocupé ni en esperar, avancé para la puerta y quitando el seguro, abrí sin más. La imagen que tenía delante era todo menos lo que esperaba. Aaron Miller me miraba con ojos abiertos de arriba abajo. Fue cuando me di cuenta de que seguía enrollada en una toalla diminuta. Y que medio cuerpo estaba a la vista.

—Señor Miller, ¿qué hace usted aquí? —mi voz salió con dificultad.

—¿Suele abrir la puerta así, sin pensar? Tiene noción de que yo podría ser un ladrón o algo peor —me reñía. Yo seguía allí mirándolo, incrédula. Aaron Miller estaba en mi puerta, no sé ni como, porque no le di mi dirección; y además me pegaba la bronca. Era lo más—. ¿Va a invitarme a entrar o voy a quedarme aquí plantado toda la noche?

Abrí más la puerta y sin hablar hice un gesto para que entrara. Cerré la puerta. Lentamente, me giré para verlo de espaldas mirando todo mi apartamento, sin ninguna retención.

—Señor Miller —conseguí hablar al final de un minuto, mientras él seguía haciendo una inspección visual de mi casa—, ¿qué hace usted aquí en mi casa? ¿Ha pasado algo con la Señora Spencer? —de repente, todo el frío desapareció de mi cuerpo y mi corazón empezó a palpitar fuerte. Si él estaba allí, algo había pasado.

—Quédese tranquila, señorita Castro, mi madre está en perfecta salud —me miró, otra vez, de arriba abajo y esbozó una sonrisa que dejó mis mejillas coloradas—, pero le recomiendo que póngase algo más que eso que trae o la que se va a poner enferma es usted. ¿Por qué hace tanto frío aquí? —empezó a andar por el piso hasta encontrar la calefacción. Resopló y la encendió. Vaya atrevimiento. Llega a mi casa, de la nada, entra y empieza la verborrea de insultos y arrogancia. El día no podía ir a peor.

—Por favor, deme un momento, para que cambie de ropa —le pedí, para no ser maleducada y mandarle salir de inmediato.

—Tómese el tiempo que necesite. Yo espero —y sin pedir, tomó asiento en mi sofá.

Sujeté la toalla por los pechos para no quedar tan expuesta y entré dentro de mi diminuto cuarto de dormir. Allí cabía poco más que una camita y una cómoda, donde tenía que caber toda mi ropa. Tan poco hacía falta más. Cerré la puerta con llave y abrí un cajón. Saqué mi ropa interior, una camiseta gordita y un par de leggins. Calcé unos calcetines de lana, y sequé un poco el cabello con la toalla. Cogí el cepillo y lo desenredé, para quedar bien cuando secase.

MAGDA LLENA CON AMOR | TERMINADA Y COMPLETA | ROMANCE JUVENILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora