Epílogo

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El gran día había llegado. Bueno, no el gran, gran día, que sería mi boda con Aaron, sino el otro gran día de mi vida: el día en que iba a abrir la primera tienda «Magda llenas con amor».

Estaba súper nerviosa, pero feliz. La tienda era preciosa. Pequeña y coqueta, pero hermosa. Y estaba en el centro de Londres, justo en Bayswater. No podía ser mejor ubicación.

—Felicidades —me saludó Aaron, en la cocina de la tienda—. Va a ir todo bien, ya verás.

Aun quedaba un par de horas para la inauguración. Todos habían sido invitados, habría prensa, miles de cosas y yo estaba extasiada y abrumada por cumplir mi sueño.

—Sí. Eso parece.

—Sí aceptas abrir más tiendas, no pasa nada. Lograremos todo, ya verás. Podemos viajar por turnos.

—Sí —dije, arrastrando la afirmación—. Tendremos que organizar turnos de día, de noche, horarios, vacaciones. Pero sí...

—No será tan difícil.

—No. No será tan difícil —asentí y miré hacia abajo. Él me sujetó el rostro con la mano y me hizo encararlo.

—Ey, estoy aquí contigo. No estarás sola. Voy a estar a tu lado a cada paso que des. Estamos juntos en esto, ¿vale?

—Sí, lo sé. Es que es todo tan abrumador y me da miedo.

—¿Miedo de qué? —Se quedó sorprendido.

—No lo sé. Y si con todo esto nos quedamos sin tiempo para nosotros, para formar familia, yo que sé... es mi sueño, no el tuyo y al mejor es demasiado.

—Magda... joder. ¿Qué me estás contando? —Sonrió—. Esto es tu sueño, pero tus sueños son los míos, sabes... es así como funciona. Estoy super orgulloso de ti. Confieso que la primera vez que te vi horneando en aquel horno de tu casa... —negó con la cabeza y hizo una mueca—, no puse mucha fe.

—¡¡¡Oye!!! —Puse cara de ofendida, pero sabía que él llevaba razón. Ni yo imaginaba que íbamos a llegar tan lejos. Mi primera tienda de magdalenas—. Quizás porque estabas más entretenido en otras vistas.

—Ahh... eso sin duda. Desde el primero día que vi esos ojos y esas curvas tuyas paseándose en aquella diminuta cocina... te lo juro, que nunca te voy a decir lo que pensé en ese momento.

—¿No? Muy buena decisión, señor Aaron. ¿Ya guardando secretos antes de la boda? Genial...

Él me cogió por la cintura y me colocó encima de la encimera. Se colocó entre mis piernas.

—Te quedan dos horas para abrir puertas y estás divina —Me miró de arriba abajo. Yo llevaba un vestido de gala y unos tacones bien altos, para no parecer tan diminuta. Me sentía guapa y empoderada—. No vas a querer que estropee tu aspecto, solo para explicarte que es lo que me pasó por la cabeza en tu cocina, ¿a qué no?

Yo negué con la cabeza con los ojos abiertos como platillos. Él esbozó una sonrisa muy pervertida.

—Muy bien, señorita, porque cuando lleguemos a casa, me empeñaré en desvelar todos mis secretos contigo. Y te contaré con detalle todo lo que pensaba cada vez que te veía cocinar estos divinos pastelitos.

—Tantos secretos son...

—No te haces una idea.

Puso una mano bajo mi vestido y me acarició la pierna. Cerré los ojos involuntariamente. Me besó en el cuello. Luego, tan rápido como me agarró, me soltó. Gruñí ante el abandono.

MAGDA LLENA CON AMOR | TERMINADA Y COMPLETA | ROMANCE JUVENILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora