Después de mi encuentro con el humano pude empezar a cronometrar mi tiempo, las luces eran encendidas durante el día y apagadas en la noche. Por la mañana me daban comida y luego otra vez unos minutos antes de que apagaran las luces. Durante, lo que yo suponía que era, la tarde, vaciaban el agua y la renovaban.
Tuve algo de tiempo para sentarme a meditar. Humano, había sido un humano. Sabía más de ellos más de lo que pudiera confesarle a cualquier marino.
Sabía quién era su líder, también era un Rey. Era un señor canoso y pequeño, parecía un idiota, pero siendo humano a nadie en los demás territorios le importaba realmente. No cuando no tenía magia y no representaba una amenaza.
Unos años eran poca cosa en la vida de un ser inmortal, pero para los humanos eran lapsos sustanciosos. Los niños podían nacer en cualquier momento del año, así que todo el tiempo estaban llegando más y más, sus vidas se consumían con rapidez, así que siempre habían nuevas personas, nuevos ideales, más y más cambios.
Unos años para ellos y todo su mundo se volvía diferente
Los pensamientos que el primer día me habían atormentado eran ahora mi único consuelo, aunque sabía que era día, tarde y noche, dentro de ese lugar todo era siempre lo mismo.
Me hacía una trenza, me la soltaba, la volvía a hacer, la volvía a soltar, hasta que mis manos se acalambraran.
Jugaba con mis dedos, hacía chocar mis manos como si fuera las de alguien más, la de uno de mis hermanos. Fantaseaba sobre cómo sería cuando los volviera a ver, si los volvía a ver.
Movía el agua, hacía figuras. Seguía intentando inútilmente romper las cadenas.
Contaba los días, apenas llevaba quince días. Era tan poco, y sin embargo, sentía que cada día un poco más de mi cordura se iba consumiendo.
Quince días, quince días, quince días....
Tenía momentos de claridad y tenía momentos de desesperación, este era un momento de desesperación.
Me dolía tener que estar despierta, dolía en mi cabeza, dolía en mi estómago, dolía en todas partes.
Pensaba en el mar abierto, torturándome, el mar que me estaba siendo negado.
Ya no podía respirar, pero la opresión en mi pecho seguía, y seguía, y seguía. Y fue agudamente insoportable estar dentro. Fue insoportable estar dentro y no nadar lo más lejos que pudiera, fue insoportable seguir cerca de ellos, fue insoportable sentir que yo les pertenecía. Que mi futuro y mi vida recaían en sus manos.
Si no me mandaban comida, moría, si nunca me dejaban salir, moriría.
Mis manos hormigueaban, escalofríos me recorrían. Me sentía tan impotente, habían arrancado de mí ser la autonomía.
Nadie estaba allí para presenciar cómo estaba enloqueciendo.
Mi aleta se sentía entumecida. Mi mandíbula dolía por la presión ejercida. Y un dolor de cabeza empezaba a ser perturbador, con una pequeña vena que amenazaba con explotar.
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©Siremal
Fantasy"Pude haber estado horas, sentada en el oasis entre el agua y la arena, admirando el vaivén de la marea, o como el color del mar se volvía infinitamente más profundo con la luz de la luna." PerezSara Esta historia es completamente mía Historia inic...