"Pude haber estado horas, sentada en el oasis entre el agua y la arena, admirando el vaivén de la marea, o como el color del mar se volvía infinitamente más profundo con la luz de la luna."
PerezSara
Esta historia es completamente mía
Historia inic...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al día siguiente volvimos a los escollos. Nos estuvimos en el cayo hasta que Coral y Kail terminaban de entrenar. Cristal y yo nos encargamos en encender el fuego en lo que los demás se adentraban al agua para pescar el desayuno. Yo puse a asar las piezas de pescado mientras que Coral iba a buscar frutas para mí. Cuando el desayuno estuvo listo nos recostamos en la arena y comimos en silencio. Nos veíamos un poco atontados después del día de ayer, que hablamos y jugamos como no hacíamos en meses. Por lo general siempre evitábamos la sociedad marina, nos pasábamos todo el día fuera, excepto Kail, que tenía que montar guardia algunos días por semana, y al llegar la noche volvíamos a los escollos a dormir en nuestra cuevita. Pero ayer habíamos durado hasta muy entrada la noche despiertos, y ahora los ojos de los híbridos se veían caídos. Estaba segura que yo me veía igual.
Cristal fue a recoger los sombreros y las demás tonterías que habíamos confeccionado y las refugiaba junto con las otras muchas que llevábamos haciendo por semanas.
No me quería sentir caprichosa pero no hice intento de moverme de mi sitio, esperando silenciosa a que algunos de los machos caminantes se acercara a alzarme en brazos. Era lo que acostumbrábamos, y yo lo agradecía mucho porque, aunque amaba mi cola, arrastrarme sobre la arena hasta llegar al agua no era muy vistoso.
El día anterior mi humor había estado zigzagueando, un sube y baja de emociones, podía estar en el punto más bajo de la desconsuelo y un momento después me sentiría afortunada y feliz. No había sido algo de un solo día, desde hacía años que mi interior estaba en una constante lucha entre seguir adelante optimista y hundirme debajo de una montaña de arena. Algunos días eran mejores que otros, la clave era mantenerme ocupada, no importaba haciendo qué, pero en movimiento.
Hoy se sentía como un buen día, me sentía satisfecha, era cierto lo que decía Coral, tenía un mes hermoso por delante, atascar mi mente de esos pensamientos sólo lo estropearía, no me dejaría disfrutar uno de los pocos consuelos que me quedaban.
Coral regresó sonriendo a mí, su sonrisa siempre conseguía ponerme bien. Con ternura reflejada en nuestros rostros, me alzó y me llevó hasta la orilla, desde donde partimos todos.
Por supuesto que yo siempre iba a ser más rápida en el agua, así que tenía que nadar lentamente para mantenerme a sus ritmos, sobre todo de Cristal, con su escuálida y delgada figura pecosa, que desde siempre se había negado en redondo a practicar cualquier ejercicio físico. Era incluso cómico ver el contraste entre Kail, Coral y él, los primeros, altos, fuertes, musculosos, agiles; y el segundo, diminuto y aniñado.
Esa era su forma de distanciarse con la sociedad, como una declaración de que no le importaban los estúpidos protocolos que seguían los marinos. Entonces no hacía ejercicio y se quedaba sentado hablando conmigo mientras los machos iban a ejercitarse.
Pero que nadie nunca se confundiera con Cristal, debajo de su aspecto se hallaba una criatura astuta e intuitiva.
Cuando estuvimos cerca de los escollos, Kail se adelantó y cambió el rumbo, mientras nosotros íbamos a la cueva, él iba a donde los demás guardias.