Capítulo 19. (parte 1)

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Mantener la compostura otro día más. Teniendo que fingir otro día más. 

Que estaba bien, que todo era normal. 

Que no sentía incluso más emociones atacándola desde adentro, tratando de salir a flote, entremezclándose y peleándose entre sí. 

Pretendiendo evitar la desesperación que la llenaba al no poder sacarse de la cabeza ese rostro demacrado, y esas palabras de desesperanza pronunciadas por él. 

Fujiwara Yomi realmente lo intentó. Ella... se esforzó por lograrlo, por seguir alegrando a su hija, pero falló. Lo supo en el preciso instante en que, mientras trataba de concentrarse en un juego con la niña, las lágrimas cayeron amargamente desde sus ojos. 

Al notarlo, se sorprendió. Pero pronto entendió que en serio ya no podía aguantar más, y sus labios tiritaron, y sus manos fueron a su cara, y los sollozos escaparon. 

Shizuko se la quedó mirando boquiabierta, dejando caer la muñeca que tenía entre las manos, esa que Yomi le obsequió en su cumpleaños. 

-... ¿Mami?- La llamó, asustada. Pero la castaña no contestó. Shizuko se arrastró para acercársele, ambas estaban sentadas en el suelo-¿Mami?- Reiteró, en un volumen más elevado. 

La niña tocó el hombro de su madre, más aún así esta no contestó. Sus sollozos adquirieron un mayor poder, lo que provocó que su hermano Yamato bajara rápidamente por las escaleras.

-¿Qué es lo que pasa?- Consultó, quedándose parado de forma abrupta al ver la situación. A Shizuko abrazando a Yomi, deseando reconfortarla así. 

La castaña alzó la vista al oírlo y Yamato levantó sus cejas descubriendo su cara atestada de lágrimas. 

Transcurridos unos segundos, Yomi se colocó en pie con dificultad, separando a Shizuko de su propio cuerpo delicadamente. 

-Yomi, ¿qué sucede?- Inquirió el oji azul. 

-Yamato... ¿podrías vigilar a Shizuko un momento?, necesito tomar algo de aire- Dijo la muchacha, como si no hubiera procesado lo anterior.

De hecho no lo hizo. 

-Te hice una pregunta- Insistió el aludido. 

-Solo... necesito tomar algo de aire- Regresó la chica, sorbiendo su nariz y empezando a alejarse desde ya. 

Yamato y Shizuko se movieron hacia adelante casi por inercia. 

-Yomi espera- Solicitó el muchacho de cabello negro, persiguiendo a su hermana. Notando de reojo que Shizuko se disponía a pararse para imitarlo, él le hizo una señal de que se quedara quieta. 

La niña obedeció, aunque sintiéndose absolutamente perdida, y por supuesto triste de ver así a su madre. 

-¡Yomi!- Exclamó Yamato, presenciando como la castaña ya llegaba a abrir la puerta principal. 

Ella se detuvo un instante entonces, con los hombros súper tensos, y lo miró hacia atrás con esfuerzo, ya que realmente no le apetecía. 

-Y-ya vuelvo, por favor... solo dame un momento- Prácticamente rogó a su hermano, dificultosamente. 

El chico no logró evitar sentir un revoltijo de dolor observándola secarse con torpeza. No fue capaz de decir nada, solo permaneció quieto, lo que le otorgó a Yomi la señal para aprovechar, calzarse sus zapatos e irse. 

Captando el sonido del cierre de la puerta, Shizuko llegó corriendo junto a su tío.

-... ¿Qué pasa con mi mamá?- Consultó inocentemente, jalando de la manga a Yamato, quien le dirigió su mirada aún aturdido. 

Tras un par de segundos, trató de recomponerse para no mostrar inseguridad a la menor. 

-Esto... ella ya regresa, cariño. Solo será un momento- Replicó, sonriendo tirante. 

Y deseando que en serio fuera solo un momento.

... No lo fue.

***

Tenía que aprovechar que estaba solo, pensaba Akashi Seijuurou. 

Tenía que aprovechar que en ese momento podía dejar salir al menos un fragmento de lo que realmente era su alma por aquellos tiempos. No había moros en la costa. Ni su padre, ni Natsumi, ni sus prestigiosos asociados...

Solo él mismo. 

Solo. 

Solo, como se sentiría de ahora en adelante, según todo indicaba. Pero bueno, ¿quizás ese era el éxito? 

Aunque no se sentía como éxito. 

Cuando aquella frase se cruzó por su cabeza, sintió ese acostumbrado ahogo en su interior y prefirió pasar de él con otro trago de la gran botella de vino que llevaba bebiendo desde hacía una hora, aproximadamente. 

Había comenzado a beber el vino en copa, pero actualmente ya no le interesaba guardar ninguna apariencia, al final, de nuevo, se encontraba solo. 

Después de que el vino atravesó su garganta, colocó la botella de regreso en el escritorio de su despacho, lleno de importantes papeles por aquí y por allá.

Las luces del anaranjado atardecer ingresaban por su ventana, pero ya estaba oscureciendo y se notaba. 

Akashi se relamió y suspiró, instantes previos a que el ruido de la puerta intentando ser abierta lo alarmase. Ya se sentía algo mareado y había permanecido mucho rato en silencio, por lo que no pudo ser de otro modo. 

-... ¿Qué?- Pronunció apenas claramente, irguiéndose en su asiento. 

-Señor Akashi... disculpe- Dijo la voz del mayordomo Tanaka, oyéndose algo inseguro-Alguien lo está buscando. 

Una opresión afectó de inmediato el pecho del pelirrojo, que apegó su espalda de forma extrema al respaldo de su silla... asustado. 

Imaginando que sería su padre, o Natsumi. Sintiendo frustración debido a eso. 

¿Acaso no podían darle tan solo un momento para convivir en paz con su dolor?

-Te dije que no recibiría a nadie hoy- Contestó al acto, elevando su volumen.

Hubo una pausa, una que se sintió eterna para Seijuurou.

-... Es la señorita Yomi- Se atrevió a agregar Tanaka, logrando que los orbes del muchacho se agrandaran varios centímetros-Está... está alterada. Quiere verlo.

El corazón del pelirrojo enloqueció en un abrir y cerrar de ojos. 

Bueno gente, ya que algunos de ustedes se reportaron en la última publicación que hice, decidí comenzar a trabajar en el cierre de la historia. Esta es la primera parte, publicaré la segunda el fin de semana probablemente. Hacía mucho que no escribía, así que recién le estoy agarrando el ritmo, por eso decidí dividirlo.

Ojalá les guste. Como ven, Yomi y Akashi están cerca de tocar fondo. 


Happy (Akashi Seijuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora