Blake
Si habláramos de las cosas que odio, puedo asegurar que la lista sería demasiado larga y, posiblemente, cada día le añadiría algo nuevo. Pero entre todos esos puntos que se han ganado mi desprecio, hay tres situaciones que, de manera indiscutible, se llevan el podio por fastidiarme la existencia. Entre los cuales están:
Que las personas no entiendan la magnífica expresión de cosa de una noche o sin sentimientos de por medio. Es decir, ¿por qué comienzas a culparme por algo que dejé muy claro desde un principio? No soy responsable de nada, es por completo tu culpa al dejarte llevar de los sentimientos, así que no esperes que te corresponda algo que nunca busqué.
Que mis padres me impongan y obliguen a hacer todo lo que les plazca sin siquiera importarles lo que pienso o quiero. Sí, es algo que odio demasiado, pero al haber vivido en esa misma rutina desde que tengo uso de razón, creo que una parte de mí ya se ha dado por vencida y solo se deja arrastrar por la corriente sin luchar.
Que cuando más deseas que el tiempo transcurra con rapidez o lentitud, sucede todo lo contrario como si el mundo estuviera aburrido y su única forma de divertirse es burlándose de nosotros. Entre más quieras que pase algo, muchas veces ocurre todo lo contrario.
Y justo ahora, estoy viviendo en carne propia el último punto de mi lista. Al menos para mí, se suponía que solo quedaban unos quince minutos para que la clase de historia acabara y darle fin a la jornada de hoy, sin embargo, parece que ya ha transcurrido más de una hora y la clase nunca termina, la campana no suena y lo único que escucho es al profesor hablar sin parar sobre el final de la Guerra Fría.
Que alguien me saque de aquí de inmediato, por favor.
Si no fuera por Jacob, quien está intentando llamar mi atención para que le cuente el porqué no entré a la primera hora después del descanso, yo de seguro ya hubiera caído dormido debido a la somnífera voz del maestro. Aunque pensándolo bien, el cansancio que siento también puede ser causa de no estar durmiendo las horas necesarias, no creo que cinco horas diarias sean lo adecuado; pero quizá la alimentación pueda ser el verdadero problema aquí, debería comer las tres comidas o, al menos, no solo inge...
—Oye... —siento cómo me toca el hombro, pero decido hacerme el desentendido— ¿Blake? —lo escucho murmurar de nuevo para que el profesor no lo reprenda—. ¿Serás cabrón? Deja de ignorarme.
No puedo evitar reír al escuchar su reclamo y, sobre todo, porque acaba de pincharme por las costillas, mi mayor debilidad. Pero no contemplé que el profesor podría haber escuchado la expresión que dijo mi amigo, y para nuestra mala suerte, así fue, nos regresó a ver enojado.
—¿Qué forma tan fea de expresarse es esa? —estaba a unos metros de nuestro grupo con la mirada fija en mi compañero de al lado—. No solo ignora lo que estoy explicando, también interrumpe la clase.
Intento mantener la seriedad que la situación amerita, mas me es imposible porque Jacob comienza a golpearme por debajo de la mesa como una forma de venganza y yo, como la persona madura que soy, le devuelvo los golpes. Seguimos con los ataques mientras que le siguen regañando a mi amigo, hasta que él termina saltando de su banca y quejándose.
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Mi ambedo, tu litost (#PGP2022)
أدب المراهقينBlake Graham y Kerrick Mills, dos chicos que lo tienen todo, sin necesidad de envidiar a otros porque a ambos se los puede considerar la crème de la crème en el instituto privado GPDG's. Pero a pesar de ello, en su vida se han dirigido la palabra, n...