1O: Misión extraoficial

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CAPÍTULO DIEZ

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CAPÍTULO DIEZ

Ubicación: Londres, Inglaterra

La noche cae fría, sosegada y expectante. Es Leon quien conduce la motocicleta Jaguar negra y estaciona en el pavimento frente a su nuevo objetivo. El Hotel King está conformado por tres estructuras palladianas, dos de diez pisos a los costados y una de veinte en el centro con una entrada de puertas dobles gigantescas.

Hazard viaja en la moto con él, aferrada fuertemente a su cintura hasta que el trayecto termina. Solo entonces, ella baja del vehículo al igual que él.

Ninguno de los está usando el uniforme, porque en el camino asaltaron una tienda de ropa y tomaron algo provisional. Mientras Leon viste una combinación interesante de blazer, suéter y jeans claros, Sydney luce como una persona muy distinta con ropa común y corriente. Tiene pantalones ceñidos a la cintura, una camiseta negra del equipo de fútbol Liverpool que contrasta con su piel y unos deportivos que no le agregan ni el más mínimo centímetro a su estatura. Tuvo la idea de restringir todo su cabello en un rodete muy alto, ya que probablemente no llame demasiado la atención como sucedería si lo dejara suelto, con lo largo y artificial que es. Los lentes de sol fueron una idea y una orden del comandante, cuando la pilló frotándose los ojos unas tres o cuatro veces.

—¿Por qué permitiste que usara mi herencia con Valentino arriba en el tejado y no en el pasillo?

Leon estaba esperando esa pregunta, así que contesta al instante.

—En el pasillo supe que perdiste el sentido. Además, necesitábamos interrogarlo y tú te encargaste de hacerlo.

—Eso no cambia el hecho de que usé mi herencia en una misión pública. —Aun con los lentes puestos, Leon sospecha que los ojos de la peliazul chispean mientras murmura—: La doña se nos va a enfadar.

—¿Estás segura de eso? A estas alturas, dejé de creer en la discreción de Alessandra.

—Bueno, es la costumbre.

Entran al hotel y los recibe un pelirrojo pecoso en la recepción media luna. Leon se acerca. Sydney hace todo lo contrario, manteniendo una distancia prudente.

—Buenos días. Estoy buscando un amigo y si le informa quién soy, me dejará subir enseguida.

—Por supuesto, dígame el nombre. —La sonrisa comercial del recepcionista se desdibuja cuando nota el comportamiento esquivo de la compañera de Blackwell.

—Ella no es muy fanática de las personas —alega Leon con una naturalidad muy bien practicada.

—Oh, qué feo caso. —La disculpa superficial del recepcionista pasa a segundo plano en cuanto Leon obtiene la información necesaria.

Los dos Superiores se dirigen a los elevadores al final del vestíbulo amplio. Para la mala fortuna de Sydney, en los dos ascensores suben algunos humanos. Es más que evidente para el comandante que la situación es realmente desfavorable para ella.

GENESIS ² Exterminio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora