11: Manías y emociones

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CAPÍTULO ONCE

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CAPÍTULO ONCE

Ubicación: Isla de Alcatraz, Dunkerque

¿Qué es exactamente lo que quieres que hagamos, Teniente?

—Lo que quiero es que muevan el trasero de inmediato. Acabo de proporcionarles información, ¿cierto? Bien, niños. Averigüen y junten las piezas cuanto antes —espeta el Teniente Chrakova, inclinado sobre su escritorio, sus ojos oscuros fijos en el último informe médico de Hazard que ha recibido.

SUJETO CERO
Herencia antinatural en aumento
Degeneración de la vista

Chrakova tensa la mandíbula, soltando una bocanada de humo del cigarro que cuelga de su boca.

Van cuatro días desde que Sydney se marchó a Londres, y no ha recibido novedades de su estatus. Con sus intereses en juego, Chrakova no va a darse el lujo de esperar una señal. Lo que sea que ella esté buscando en Londres, lo hace de manera extraoficial. Y le empieza a molestar el silencio de Sydney. Si ella no ha entendido las condiciones de su... sociedad, entonces él tendrá que refrescarle la memoria cuando la tenga de vuelta.

—¿Qué pasa con lo que nosotros descubrimos? —pregunta Berenice sin ocultar su amargura.

—No creo que sea muy difícil suponer que ambas cosas se relacionan. Los renegados están robando munición supresora. Hay una mierda importante sucediendo bajo nuestras narices.

Hay una pausa al otro lado del intercomunicador.

—¿Laufey te lo dijo?

—No —gruñe el teniente malhumorado, zanjando cualquier explicación.

Berenice, la muy cotilla, no lo deja pasar fácilmente.

—Entonces hablaste con Blackwell. Pero no... Oh, espera. Fue la mocosa, ¿no es así? Hazard.

La risa presumida de Berenice incrementa la irritación del teniente.

Por supuesto. La mocosa se encuentra en Londres con Blackwell. Hmm, tenía mis sospechas desde Colombia. Pero no imaginé que fueras del tipo generoso, Chrakova.

Pavlov tamborilea los dedos en su escritorio, burlándose de las jugadas de Berenice.

—Haz tu trabajo, Berenice, ¿quieres?

—Mi trabajo, no el trabajo de tu nueva mascota.

—Hazlo, carajo. No lo volveré a repetir.

Corta la comunicación y se asegura de que no quede rastro de sus andadas. Lo último que necesita es a una desquiciada Alessandra armando un escándalo en su oficina por estar operando en las sombras sin su autorización.

Chrakova continúa leyendo las últimas evaluaciones fisiológicas de Sydney, bebiendo vodka y fumando cigarro. Según los estudios, la chica también sufre el «Mal de Edén», como sucede con la mayoría de los Superiores que han sido enclaustrados en el vientre de Alcatraz y han sido duramente resentidos por la luz exterior. Sin embargo, el caso de Sydney es aún más complejo, porque los experimentos incrementaron su sensibilidad en la vista. Mejor dicho, su degeneración.

GENESIS ² Exterminio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora