22| Cadenas rotas

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Último capítulo

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Último capítulo


"Un mañana despertarás y en algún momento del día
te darás cuenta que no has pensado en nada de eso.
Entonces sabrás que puedes olvidar".

—Better Call Saul. S6, E8


Era día jueves y las nubes acorralaron la ciudad de Los Ángeles para echarse a llover. Foxy miraba por la ventana del auto cómo su ciudad era invadida por la lluvia. En las orillas de las calles se había formado un río de agua mugrosa y los perros se habían refugiado bajo techo para esconderse de las gotas.

Al volante iba Duff, quien seguía pensando que Foxy no debía viajar sola a Washington.

Tras llegar al aeropuerto, se estacionó junto a una hilera de vehículos que recibía en sus techos la lluvia. Apagó el motor y todo lo que se oyó fue el repiquetear del agua sobre los metales del Ford. Le echó una última mirada a su chica, quién había estado callada durante el viaje.

—Todavía estás a tiempo de arrepentirte.

Ella formuló una sonrisa y abrió la puerta para salir, sin intención alguna de ceder ante su insinuación.

Duff la acompañó a comprar los boletos y a esperar el avión. A las doce del día, ambos se despidieron con un largo beso en las puertas de la zona de embarque. Foxy se cargó la mochila al hombro y mientras se alejaba, giraba la cabeza hacia atrás para despedirse de Duff con la mano. Él se quedó de pie junto a la entrada hasta que su chica desapareció por el pasillo. Con el alma apretada, se devolvió a casa.

En Washington, Foxy se encontró con un cielo despejado y un aire gélido que entumeció la punta de su nariz. Era la primera vez en toda su joven vida que viajaba sola en avión y moverse sin compañía por el aeropuerto, donde los policías paseaban con sus perros antidrogas, la tenía más nerviosa de lo normal. Cogió un taxi lo más pronto posible para trasladarse a la cárcel.

A lo largo del camino, el chofer le echó cortos vistazos por el retrovisor al perfil de la pasajera que miraba el paisaje en el asiento de atrás.

—Usted salió en la televisión —comentó él.

La voz del hombre le provocó un instantáneo apretón de estómago.

—Sí, sí. Ya me acuerdo —volvió a decir, sin apartar la vista del retrovisor—. Estuvo en un juicio, ¿no? Déjeme decirle que se ve más bonita en persona.

La breve intervención del taxista la dejó acalorada del susto, pues todavía tenía arraigada la idea de que, si reconocían su identidad, estaba en peligro. Prefirió no responderle y rezó por que el viaje se hiciera corto para no tener que escuchar otro comentario.

El Chico Zeppelin 2 | 𝕯𝖚𝖋𝖋 𝕸𝖈𝖐𝖆𝖌𝖆𝖓 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora