capitulo 1

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_ ¿Estás segura de que quieres regresar?
_ Sí, amiga mía. Ya va siendo hora de que retome mi vida desde el punto donde se quedó hace tantos años.
_ Pero vas a enfrentarte a toda tu familia, lo sabes. Tu ex marido aún piensa que eres culpable de aquel crimen, tus hijos te creen muerta y el verdadero culpable sigue suelto en algún sitio. El único aliado que tienes es un sacerdote que sabe quién fue el asesino, pero que tiene la boca sellada por el secreto de confesión, y la arpía de Alba sigue manipulando la vida de todos a su antojo. Sabes que te quiero como a una madre. Tu vida ya no es lo que era antes. Ahora eres una neuro-cirujana de fama reconocida. Tus investigaciones y descubrimientos en el campo de la fisioterapia, aplicada a la cirugía traumatológica, han ayudado a mucha gente, incluyéndome a mí, y tus libros se venden como rosquillas. Por otro lado, las joyerías Victoria se reparten por toda América. Tus diseños son espectaculares e innovadores y otras marcas de reconocimiento mundial, intentan comprártelos por lo que pidas. Eres asquerosamente rica, María. Podrías vivir como te diera la gana. Ser inmensamente feliz, conformándote con lo que has logrado. Si le hicieras un poco de caso al pobre Luciano, creo que él lograría hacerte olvidar a ese indeseable de tu ex marido, seguro.
_ Te he repetido hasta la saciedad que ya hace mucho tiempo que me olvide de Esteban. Lo único que siento por él en estos momentos es indiferencia. Al principio me partió el corazón. Cuando logré superarlo, ese sentimiento de desesperanza y dolor, se transformó en un odio irracional y dañino, después llegó la frustración y el resentimiento y por último, la indiferencia. No lo odio, Vivian. Pero tampoco lo amo. Lo único que me inspira mi exmarido es una total i vacía indiferencia.
Y era cierto. En los veintiún años que había estado en la cárcel, había tenido tiempo de lograr muchas cosas. Estudiar una carrera que le gustaba desde que era niña y que por casarse tan joven nunca había podido realizar. Hacer, gracias al padre Belisario y a su joven amiga Vivian, que sus diseños en plata se vendieran en las joyerías más prestigiosas de México y, gracias a ello, levantar su cadena de joyerías. Pero sobre todo, tuvo tiempo de investigar y escribir. Y gracias a ello se había ganado su libertad, su ansiado y luchado indulto.
Pero aunque el hombre que era el padre de sus hijos, ya no significara nada para ella, sus hijos lo seguían significando todo.
Durante aquellos insufribles veinte años durante los cuales estuvo confinada y carente de libertad, el recuerdo de sus tres pequeños la mantuvo con vida. Si ese entrañable recuerdo, habría perecido irremediablemente.
Pero ahora estaba preparada para regresar y luchar por ellos, y si no lo hacía, todos aquellos años de sufrimiento y anhelo no habrían servido para nada.
_ Tienes que entenderlo, Vivian_ le rogó María con la mirada_. Mis hijos son lo más importante de mi vida. Si ellos; todo lo que soy, todo lo que he luchado para realizarme, no tendría valor alguno.
_ Está bien_ aceptó Vivian finalmente_. Tú sabrás lo que haces. Pero yo no voy a permitir que te enfrentes sola a lo que se te viene encima. Me voy contigo a México.
_ Pero
No hay peros que valgan la cortó Vivian con convicción_. Sabes que yo no tengo a nadie en el mundo que me eche de menos. La única persona a la que considero mi familia eres tú, así que Donde tú vallas e iré.
María sonrió y abrazó a Vivian con cariño. Ojala su hija Estrella fuese la mitad de buena persona que la jovencita que tenía ahora entre sus brazos y a la que quería como a una hija.

_ Tienes que hacer todo lo posible por comer, Estrella. Si no la hacer por mí, hazlo por Greco. Ese muchacho te quiere mucho y no es justo para él, el verte cada vez más hundida_ Esteban estaba desesperado. O hacía reaccionar a su hija o podría llegar a perderla_. Tienes que sobreponerte de este golpe que te ha impuesto el destino hija.
Esteban espero largo rato una respuesta de los labios de su hija que nunca llegó. Desolado por verla en esas condiciones, abandonó el cuarto, dando un portazo al salir.
Se sentía totalmente impotente.
¿Por qué tuvo que subirse a aquella moto con el tal Carlos? Y sin casco de protección. ¡Por Dios! ¿Qué les pasaba por la cabeza a los jóvenes de hoy en día?
¿A caso no sabían que cada una de las imprudencias que cometen en la vida, a la larga se terminan pagando? ¿Qué era lo que había hecho mal?
Héctor, el mayor de sus hijos, era un don Juan que iba rompiendo corazones por la vida, y despilfarrando el dinero que a él tanto le costaba ganar. Ángel su hijo menor, se pasaba el tiempo encerrado en su cuarto, enganchado al ordenador y asustado de la vida, de la gente, hasta de su familia. Y Estrella Su pequeña había sido una niña alocada e inestable. Una chiquilla que había tenido demasiadas cosas y poco amor. Y ahora ahí estaba; empotrada en una cama, sin movilidad en las piernas y sin ganas de vivir.
¿Qué iba a hacer?
Hasta su boda con Ana Rosa era tan solo una tapadera para esconder su dolor y su frustración.
Por que si alguien sabía que los errores que uno comete en la vida hay que pagarlos, ese era él.
En uno de los momentos más importantes de su vida, no supo valorar lo que tenía y se dejó llevar por las apariencias.
Tuvo miedo. Un miedo terrible al qué dirán. Un pánico irracional y estúpido a que alguno de sus hijos pagara las consecuencias del mayor error cometido por la justicia de un país.
Y debido a aquel error, él cometió también el mayor de su vida. Matar a su esposa. Hacer que ella y su recuerdo muriera para sus hijos.
María
¿Cuántas veces se había preguntado como estaría ¿Si se había resignado finalmente a su encierro? ¿Cómo la habría afectado el paso de los años y el tiempo de encarcelamiento? ¿Seguiría tan hermosa y vivaz como era antes de lo de Patricia?
No. ¿Quién podría sobrevivir sin secuelas a semejante trauma?
Si él, que estaba libre y pudo seguir adelante con su vida, junto a sus hijos, junto a su familia; aún no había podido superarlo, ¿cómo iba a poder hacerlo ella?
¿Seguiría en Aruba? ¿O quizás la trasladaran a cualquiera de las cárceles de México?
No tenía sentido hacerse ahora esas preguntas otra vez. En su día tomó una decisión, y, acertada o no, ahora tenía que asumir su cobardía. Pero ¿Habría afectado esa decisión negativamente a sus hijos?
¿Serían mejores personas si de vez en cuando hubieran podido ver a su madre? ¿Saber que existía, que podrían pedirle consejo?
Ya no tenía remedio. Sólo le quedaba tirar para adelante y aceptar su castigo con resignación. Igual que Estrella tendría que soportar el suyo por sus locuras.

UNA MUJER DE BANDERA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora