capitulo 9

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Todos se presentaron en el hospital. Excepto Alba que se quedó en casa, rezando para que María muriera, y Ana Rosa que tuvo que ser acompañada por el chófer a casa de su tía Daniela con un ataque de ansiedad debido a los nervios y al miedo de tener que enfrentarse a su nueva y desconocida rival.
En cuanto llegaron, observaron que no fueron los primeros en llegar. Gerardo Salgado Y sus sobrinos Lupita y Greco se les habían adelantado.
Gerardo tuvo que pensar algo, y rápido.
_ ¿Qué haces aquí, Esteban?
_ Eso mismo podría preguntarte yo a ti, Gerardo_ objetó Esteban_. Vamos. No irás a de decirme que cuando estuviste con ella, no sabías que era María Fernández Acuña, mi ex mujer.
_ Tú lo has dicho, Esteban, tu ex mujer_ le recordó Gerardo, partiéndole el alma con ello_. Ya no era nada tuyo, y precisamente por que tú lo quisiste así. Pero no puedes juzgarla, amigo mío. Tú tampoco has sido ningún monje. ¿O vas a decirme que en los últimos veintiún años has guardado voto de castidad?
_ Soy hombre, al igual que tú, Gerardo_ dijo Esteban, admitiendo así su pecado_. Es cierto que he estado con algunas mujeres, pero ninguna significó nada para mí. La única, Gerardo. La única mujer a la que he amado en la vida, se debate ahora, detrás de esas puertas, entre la vida y la muerte_ su voz se quebró y hundió la cara entre sus manos_. Y si ella muere, amigo mío, mi vida dejará de carecer de sentido. Porque a pesar de que la enterré para el resto del mundo, en mi mente, en mi corazón y en mi alma, ella permanecía bien viva. Aunque estuviese encerrada tras unas rejas que nos impedirían estar juntos para siempre.
Gerardo apoyó la mano en el hombro de su amigo y lo apretó con cariño. Esteban le devolvió el gesto, apoyando su mano sobre la de él y apretándola con impotencia. Como si con aquel gesto desesperado quisiese aferrarse a la vida.

En el interior del quirófano donde estaban atendiendo a María, ésta abrió los ojos, sólo para encontrarse en medio de algún lugar extraño, donde las figuras eran traslúcidas y las imágenes distorsionadas. Se sentía ligera. Tanto como no lo había sido en su vida y su cuerpo flotaba libremente entre un mar de nubes blancas como el algodón.
_ ¿He muerto?_ preguntó a una de aquellas figuras incorpóreas que se acercaba hacia ella.
_ No. Yo te he traído aquí_ le contestó una preciosa voz de mujer.
_ ¿Y para qué lo has hecho?_ inquirió María asustada_. Yo Debo regresar. Acabo de encontrar a mis hijos y ellos me necesitan.
_ Y vas a volver, María_ le aseguró la mujer, que ante los atónitos ojos de María estaba tomando la apariencia de Patricia_. Pero sólo te despertarás completamente por unas pocas horas. Después, caerás en un coma profundo del que despertarás el mismo día y a la misma hora en que entres en él dentro de cinco meses, si
María temblaba de pies a cabeza. ¿Es que la vida no le había puesto ya suficientes pruebas?
_ ¿Si?_ se atrevió a preguntar.
_ Si el hombre que dice ahora sufrir por ti y que jura haberte amado toda la vida, demuestra que eso es cierto y se gana tu retorno. Si no lo hace
No podía callarse ahora. Por favor ahora no.
_... bueno, cuando llegue el momento tendrás que decidir.
_ ¿Decidir qué?_ tuvo que reunir todo su valor para hacer esa pregunta.
El ente etéreo vacilo.
_ Si te quedas con nosotros o
¡Oh, Dios, qué agonía! ¿Por qué no acababa de una vez?
_ ¿O qué?_ casi gritó.
_ O te cambias por él.
¡No!
¿Cómo podían ponerla en esa situación? ¿Cómo podían pedirle que eligiera entre su vida y la del hombre que amaba?
_ Pero ¿Y mis hijos, Las empresas San Román, mis pacientes? Estrella y Greco aún siguen si reaccionar. Yo
_ Tus hijos ya son mayores, deben madurar. En cuanto a tus otros asuntos; Luciano Cisneros sabrá sacar adelante las empresas y las joyerías, y Vivian, junto a una recién licenciada doctora, llamada Alma Suárez que mañana mismo entrará a trabajar en la clínica, se ocuparán de tus pacientes En cuanto a Estrella y Greco. Hoy mismo verás tus adelantos, antes de perder la consciencia de nuevo.
_ Pero ¿Y Esteban? ¿Por qué obligarlo a?
_ Cinco meses, María Esteban sólo tendrá ese tiempo para redimir sus pecados. Para reparar sus faltas.

Todo desapareció de golpe, y en sus oídos tan sólo se repetían los sonidos de las descargas eléctricas que las palas de reanimación producían con sus dolorosas andanadas.
En la última de esas sacudidas, el alma de María regresó de su viaje astral y se reintegró a su cuerpo.
Lentamente, muy lentamente, abrió los ojos; esta vez en el mundo real y en la fría camilla de un impoluto quirófano.
_ ¡Gracias al cielo!_ exclamó una voz masculina que enseguida dejó de propinarle descargas a su cuerpo y se dispuso a auscultarlo_. La hemos recuperado, pero aún está muy débil. Esperemos que supere las próximas veinticuatro horas.

UNA MUJER DE BANDERA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora