capítulo 10

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Las cosas siguieron así durante los casi cuatro meses siguientes. Esteban había perdido peso, tenía aspecto de indigente y su depresión era cada vez mayor.
Ya no quería recibir a nadie. Se pasaba las horas viendo fotos de cuando se casaron y de cuando los niños eran pequeños.
Días felices en los que su vida, era todo paz y alegría.
Los chicos iban cada vez mejor. Ángel ya se hacía cargo en solitario de las empresas, Estrella sacaba unas notas buenísimas en la universidad y Héctor se había comprometido con Vivian, que para única alegría de Esteban, estaba esperando a su primer nieto.
Pero una mañana, Alba se presentó en la clínica y convenció a Vivian y a Héctor de que lo mejor para María era desconectarla de las máquinas. Alegó que había hablado con varios expertos en coma profundo y todos le habían aconsejado lo mismo. Incluso les ofreció informes médicos de todos los doctores que había visitado, y había informes de todos los mejores especialistas del mundo.
En realidad, era cierto que había pedido informes de cada uno de esos especialistas, pero para verificar que María no regresaría al mundo de los vivos nunca más.
_ Por mucho que nos duela, que deseemos tenerla viva, y, por mucho que desconfiemos de Alba, he de admitir que tiene razón_ le dijo Vivian a Héctor, en cuanto Alba salió por las puertas de la clínica_. La misma María, hizo un estudio sobre el coma profundo que publicó poco más tarde en uno de sus libros y que le da la razón a todos esos eminentes doctores.
_ Lo sé, cariño_ aceptó Héctor desgarrado_. El mismo Rubén, que la conoce desde que se casó con papá con diecisiete años, nos ha dicho lo mismo. Pero mi padre se niega a desconectarla.
_ Nunca hemos hablado con él sobre eso_ le dijo Vivian con lágrimas en los ojos. Era muy duro aceptar el destino de su mejor amiga, a la que quería como si fuese su madre_. Yo creo que si os juntáis los tres y lo habláis con él, igual lo hacéis entrar en razón.
Héctor suspiró resignado.
_ Como siempre, tienes razón, cariño. Mañana hablaré con mis hermanos. Mamá ya ha sufrido bastante. Va siendo hora de dejarla descansar.
Las lágrimas de los ojos de Vivian, por fin se derramaron.
_ ¿Y si no quiere?_ preguntó rota por el dolor_. ¿Y si su locura lo lleva a seguir haciéndola sufrir hasta el final?
_ Tendríamos que declararlo incapacitado mentalmente y hacernos con el control de la situación_ dijo Héctor triste_. De todas formas, mi padre ya no es el que era. Estoy por obligarlo a venir a hablar contigo. Aunque tenga que echar esa maldita puerta de su despacho que siempre está cerrada a bajo.
Héctor hizo lo que dijo.
Después de hablar con sus dos hermanos y pensarlo todo muy bien, fueron a ver a su padre. Pero, no antes de informarse bien sobre las posibilidades médicas y legales. A tal efecto, les pidieron a sus respectivas parejas, al padre Belisario, a Luciano Cisneros, que se había convertido en uno más de la familia, a Gerardo Salgado Y a Rubén Barrios que los acompañaran.
En cuanto llegaron y observaron en las condiciones en las que se encontraba su padre, los chicos, con ayuda de sus amigos, decidieron hacer algo por su presencia.
A regañadientes, los seis hombres se llevaron a Esteban en volandas hasta el cuarto de baño de su dormitorio y literalmente, lo tiraron dentro de la bañera. Hasta que no estuvo limpio, afeitado y despejado no lo dejaron regresar al despacho donde los esperaban las mujeres, que habían adecentado y ventilado un poco el lugar.
Rubén le inyectó algo para contrarrestar el alcohol que aún le pudiese quedar en sangre y Estrella le había ordenado a Rebeca que les llevara al despacho una bandeja con café bien cargado, unas tostadas, zumo de naranja, fruta y yogurt.
Después de obligarlo a comer algo, Héctor le soltó el motivo por el que estaban allí. Por supuesto, y como habían previsto, Esteban se negó rotundamente.
_ Escucha, papá_ intentó nuevamente convencerlo el muchacho por las buenas_. Está sufriendo innecesariamente. Todos los especialistas a los que tía Alba ha acudido nos dicen lo mismo, hasta Rubén, tu viejo amigo, cree que es lo mejor pata mamá.
Ustedes no saben los que es mejor para ella gritó Esteban, fuera de sí_. Y tía Alba menos que nadie. ¿O es que morir es mejor que estar viva?
_ A eso no se le puede llamar vivir, amigo mío_ le aclaró Rubén, dolido por el enajenamiento mental de su amigo_. En el argot médico lo llamamos vegetar, y nunca un término se ha aplicado con más sentido.
Esteban se levantó del sillón donde lo habían acorralado, y comenzó a gritar, iracundo.
_ No vais a convencerme de que mate a María_ los chicos lo miraban asustados. No cabía duda que de seguir así, su padre iba a terminar demente. Sus ojos se hallaban inyectados en sangre y por su aspecto, parecía haber envejecido diez años_. No tenéis ni idea de lo que sería este mundo sin ella. Ya cuando nos casamos, hizo que mi vida se asentara, que se transformara en algo seguro, apacible y con sentido. Es una líder nata. Vida que caiga en sus manos, cobra sentido propio. Si no, fíjense. En el poco tiempo que pudo estar a nuestro lado, ha conseguido que Estrella y Greco vuelvan a caminar, que Héctor dejara a tras su vida de frivolidades y esté a punto de fundar su propia familia. ¿Y qué me dices de ti, Ángel? ¿A caso no recuerdas como eras antes de que tu madre regresara? Sólo ella se dio cuenta de lo perniciosa que era la presencia de tía Alba en esta casa. Sólo una mujer como ella, una mujer de palabra, una mujer de Bandera, es capaz de redirigir las vidas de los seres que ama, hacia el buen camino.
El dolor, casi físico, se había apoderado de todos y cada uno de los que escucharon las razones de Esteban; que, obviamente eran loables, estremecedoras, y hasta razonables desde su punto de vista, pero que no hacían, si no aumentar la angustia y el sufrimiento, por algo que era desgraciadamente inevitable.
Gerardo decidió apelar a la amistad que los unía desde pequeños y con ello a su razón.
_ Esteban, amigo mío_ comenzó, acercándose a él y poniendo una mano sobre su hombro_. Tú sabes mejor que nadie la amistad tan especial que me une a esa mujer que tú tanto amas. Yo, como los demás, haría todo lo que estuviera en mi mano por impedir que ese accidente estúpido hubiese tenido lugar, pero eso es algo que jamás estuvo en nuestras manos. María murió el día que ese imbécil borracho, estrelló su furgoneta contra su coche. Ya no podemos hacer por ella más de lo que hemos hecho, créeme, amigo.
Esteban se revolvió y enfrentó a Gerardo.
_ Tú no la amas, ¿verdad?_ le escupió cargado de ira y frustración_. Sólo estuviste con ella porque te fue imposible, como a todos, resistirte a su atracción nata, a su aura de poder, de persuasión.
Al ver la culpabilidad inscrita en el rostro de Gerardo, continuó.
_ No, amigo mío. No te culpes_ trató de reconfortarlo_. Cuando yo la conocí me ocurrió lo mismo. Pero después, con el tiempo, me di cuenta de que debajo de toda aquella autosuficiencia, de todo aquel derroche de fuerza e ímpetu había una mujer débil y vapuleada por la vida. Sus padres murieron cuando ella apenas era una niña. Después se vio obligada a vivir con unos familiares que la explotaron y la trataron como a una criada. Fue violada por uno de sus asquerosos primos a la tierna edad de catorce años, ante la lasciva mirada de su propio tío. Vivió una auténtica pesadilla en aquella casa que terminó sólo un año antes de casarme con ella, que fue cuando una hermana de su madre que vivía en el extranjero se puso en contacto con ella, y tras enterarse de la vida que estaba llevando, la mujer regresó a México y se hizo cargo de ella. Laura la cuidó con recelo, con cariño, con mucho amor. La llevó a los mejores psiquiatras, la obligó a reiniciar sus estudios, y habló con mi padre para que la metiera a trabajar a las empresas. Sí. Mi padre y Laura, la tía de María, eran amigos desde la infancia, incluso si no hubiese aparecido mi madre en la vida de Diego, Laura hubiese terminado siendo la señora San Román. Y así es cómo María se cruzó en mi camino. Yo era un tarambana, un calavera; al igual que lo era Héctor. Pero María fue mi Vivian. Ella me guió, me sacó del mundo de lujo y mentiras en el que me encontraba y le dio un sentido real a mi vida.
Desesperado, Héctor le hizo un gesto a Luciano con la cabeza, éste suspiró y se lanzó a su ataque legal.
_ Entiendo todo lo que has dicho, Esteban_ comenzó Luciano suavemente_. Pero lamentándolo mucho, yo estoy aquí para representar los intereses de María y de sus hijos. Desgraciadamente, tú ya no tienes derechos legales sobre las decisiones que se puedan tomar sobre ella. No eres su marido, ni ningún familiar cercano. En estas circunstancias, sus hijos tienen la ley de su lado. Ellos tienen el poder de decidir si María es desconectada de esa máquina o no. Y ellos han decidido que mañana, a primera hora, cuando se cumplen los cuatro meses, en que María entró en coma, si su estado de salud no varía, van a intervenir y a permitir que descanse de una vez. Ayer pedí un recurso legal al juez de primera instancia, en el que les otorga vía libre a los hijos de María a decidir sobre su destino.
_ ¡No!_ gritó Esteban aterrado_, Es vuestra madre. ¡No podéis matarla!
_ Ya está muerta, Esteban_ sollozó Vivian, apretando la mano de Héctor que no la había soltado en ningún momento_. ¿Es que no lo entiendes?
_ ¿Cómo puedes llamarte su amiga y desear que deje de existir?_ le reprochó Esteban, enfrentándose a ella, enfrentándose al mundo si era necesario.
Vivian se enjugó las lágrimas y, buscando el apoyo de los brazos de Héctor, trató de razonar con él.
_ Nadie tiene el derecho de recriminarme por el amor que le pueda tener a María. Ella ha sido para mí, la madre que nunca tuve. Cuando la conocí en la cárcel, yo era otra de esas niñas que creía que meterse una raya de coca era innovador, era lo que se llevaba y lo que dictaba la moda. Mis padres adoptivos me llevaron de un internado a otro y de una clínica de rehabilitación a otra si conseguir sacarme del mundo de drogas y alcohol en el que me había metido. Finalmente me abandonaron. María me tomó bajo su tutela en la prisión, donde acabe por tráfico de drogas. Un día, una de las reclusas a la que le había dado por mí, me metió una papelina de coca bajo la almohada, justo un día antes de que cumpliera mi condena y me concedieran la libertad. María se inculpó y evitó así que permaneciera en prisión ni un día más de lo que me merecía, según ella. Nadie había hecho algo así por mí nunca. Y eso me hizo abrir los ojos a la vida. Después, se hizo cargo de mis estudios y le dijo a Luciano que me buscara un piso para poder vivir y me pasó una asignación mensual que me hacía vivir holgadamente y pagar mis estudios sin demoras. Le debo todo lo que soy a esa mujer. ¿Cómo puedes pensar que mi deseo es que muera?
Todo. Todo estaba en contra suya.
Esteban, casi vencido, rompió a llorar y gritó:
_ ¡Ella me prometió que regresaría!_ espetó, llevándose las manos a la cabeza_. ¡Maldita sea! ¿Es que no lo entendéis?
Vivian frenó sus sollozos repentinamente, se secó las lágrimas con el puño de la camisa y se acercó lentamente a Esteban. Algo en ella había cambiado y todos se dieron cuenta de ello.
_ ¿Cuan cuando te dijo eso?_ pudo balbucir Vivian.
_ Cuando estuve con ella, antes de que entrara en el coma_ comenzó a recordar Esteban la extraña conversación que tuvo con María_. Me dijo que la esperara que cuidara de todos por ella. Y después, antes de cerrar los ojos, me juró que volvería. E Ella jamás ha faltado a una promesa, Cuando la conocí, me juró que iba a recuperarse de toda la abominad que había sido su vida hasta que empezó a vivir con Laura; y lo hizo. Cuando la encerraron, y, a pesar de que todos sabíamos que era imposible porque la condenaron a cadena perpetua, juró que regresaría y lo ha hecho, y antes de cerrar los ojos me prometió que regresaría, y sé que lo hará. Ella no hace promesas que no puede cumplir y; aunque sé que no tiene sentido, aunque, como a mí, os parezca la cosa más extraña del mundo, casi una locura, se que ella estaba segura de lo que decía. Lo sabía. No me pregunten por qué, pero lo sabía. Quizás, el mismo diablo se lo haya asegurado, no me importa. El caso es que estoy convencido de que regresará.
El padre Belisario intervino en ese momento.
_ ¡Por Dios, Esteban. Tú nunca has sido un hombre de blasfemias, y mucho menos María. ¿Cómo puedes insinuar que ella haya estado en contacto con el maligno? Sé que esto es muy difícil para ti. En realidad lo es para todos, pero insinuar un pacto con el diablo
_ No sé si con el diablo o con el mismísimo jefe_ soltó Vivian de pronto, dejándolos a todos anonadados. Al fin y al cabo, había sido ella la que había puesto más empeño en dejar descansar en paz a su amiga de una vez. Y ahora su rostro se había iluminado como si le hubiesen quitado de encima un peso enorme_. Pero si María ha prometido volver, estoy segura, al igual que Esteban de que lo hará.
_ Vamos, Vivian_ replicó Rubén molesto_. Tú eres una mujer de ciencias médicas como yo. Sabes perfectamente que eso es una locura.
Pero la chica, no cambió su expresión de absoluto alivio.
El padre Belisario volvió a intervenir.
_ María necesita descansar en paz, y Esteban retomar su vida. Ana Rosa está a punto de tener un hijo suyo. La pobre muchacha no ha vuelto a ver ni a hablar con Esteban desde que ocurrió esta desgracia. Ese bebé está a punto de venir al mundo y su padre, ni se ha preocupado de él, ni tiene intención de hacerlo, que es lo peor.
_ Ese bebé no es mío, padre.
Lo dijo tan fríamente, que Todos se quedaron pasmados.
El sacerdote no supo qué decir. Intentó abrir la boca, pero, por una vez en su vida, se había quedado sin palabras.
_ ¿Por qué estás tan seguro de eso, papá?_ dijo Estrella por fin.
Esteban suspiró y lo pensó un poco antes de contestar.
_ Cuando nació Ángel, tu madre lo pasó tan mal que sin decirle nada, fui a un centro privado donde me practicaron una vasectomía. Cuando tu madre se enteró, casi nos cuesta el divorcio, pero yo no podía volver a poner en peligro su vida una vez más y
Ángel gruñó, frustrado.
_ Desde luego que lo tuyo es insólito_ espetó el muchacho_. Te haces una vasectomía que es algo irreversible por no poner en peligro su vida, pero cuando la acusaron injustamente de asesinato y la encerraron ¿te apartas de ella y la abandonas?
_ Tuve que hacerlo. Debía cuidar de vosotros.
_ ¿Y ahora?_ comenzó a reprocharle Estrella_. Porque, que yo sepa, desde que hablaste con ella y te hizo esa fantástica revelación, no has vuelto a ir a verla. Preguntas por ella, sí, pero no has vuelto a verla, a hablar con ella. Todos hemos ido a verla asiduamente, menos tú. La has vuelto a abandonar, ¿no lo ves?
¡Era cierto! ¡Dios mío, era totalmente cierto! ¡Lo había vuelto a hacer!

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