Jamás podría recordar si había corrido como un galgo, o si a sus pies le crecieron alas y en realidad voló. Pero cuando a María la bajaban de la lona, blanca como el papel y a punto de desmayarse, Esteban ya estaba a su lado.
En cuanto María lo vio aparecer con Ana María bien protegida entre sus brazos, sus fuerzas y su entereza se desvanecieron. Todo. Todo había terminado. Por fin.
Su cabeza perdió el sentido de la orientación y el equilibrio, y un fuerte temblor se apoderó de sus músculos. La flacidez hizo presencia en sus piernas, y finalmente, cerró los ojos y se dejó llevar por el estupor.
Pero los brazos de Esteban estaban allí, preparados para recibirla. Nunca, nunca más, iba a fallarle.Esteban paseaba nervioso por la sala de espera del hospital General. Intentaba mentalmente, repasar los sucesos del día, concentrarse en la investigación que había iniciado la policía para capturar a Alba y en su resultado final. Alba entre rejas, Maldonado muerto y enterrado y ellos felices para siempre. Pero hechos y detalles se volvían borrosos y en lo único que podía pensar era en María y en lo cerca que había estado de convertirse en una víctima más entre las manos de una enferma, de una demente y perversa mujer que jamás quiso a nadie más que a sí misma.
Por unos estremecedores minutos, había llegado a pensar que Alba había sido tan precisa en su actuación que hasta había llegado a intuir que María escaparía por la cornisa y la había preparado para que esta se derrumbara. Cuando vio que María se precipitaba al vacío, fue como si el corazón le estallara en mil pedazos.
_ ¿Dónde está, Esteban? ¿Dónde está María?
Esteban levantó la mirada para descubrir que Vivian y los demás se dirigían hacia él. Sus hijos tenían una expresión de verdadero pánico.
_ Ahora mismo está con Rubén.
_ ¿Se encuentra bien?_ preguntaron Héctor, Ángel y Estrella a la vez.
_ Sí, parece que no ha sufrido daños graves_ dijo Esteban. Poniendo una mano sobre el hombro de Ángel y abrazando a Estrella con el brazo libre_. Sólo una herida superficial, o por lo menos eso es lo que me dijeron los sanitarios de la ambulancia que la trajo aquí.
Pero el tiempo pasaba y allí no aparecía nadie del equipo médico que atendía a María.
Estaba empezando a impacientarse, cuando una enfermera lo llamó.
_ ¿Esteban San Román?
_ Sí, soy yo.
_ Su esposa ha preguntado por usted. Dentro de unos minutos la subirán al quirófano para hacerle una pequeña operación en el brazo, nada importante. Pero el doctor ha dicho que puede quedarse con ella hasta entonces.
_ Gracias.
_ Sígame.
Los otros hicieron amago de seguirlo, pero la enfermera se lo impidió.
_ Solo una persona. La paciente preguntó por el señor.
Estaba temblando por dentro cuando entró en la habitación. Ella dormía. ¡Oh, Dios! La amaba tanto Se sentó a su lado y le tomó la mano.
María sintió su contacto y su calor y abrió los ojos. Esteban estaba sentado frente a ella, su silueta se veía recortada a contraluz de la ventana.
Gracias susurró María_. Por estar a mi lado. Por estar junto a mí.
_ Soy yo quien tiene que darte las gracias, mi amor. Por permanecer con vida Por que salvándote has salvado la mía.
María tragó saliva. ¡Oh, Dios! Cuanto lo amaba
_ ¿Ana María está bien?
_ Sí. Parece como si no hubiese pasado por lo que tuvo que pasar. Es un bebé, María. En un par de días, no se acordará de nada.
Gracias a Dios suspiró María_. Por que yo, dudo de que lo olvide nunca.
Esteban la besó en los labios, ávidamente, y María se aferró a él con fuerza. En esos momentos lo necesitaba más que nunca.
La enfermera que llevó a Esteban, asomó la cabeza en la habitación.
_ ¿Lista, María?
María sonrió y asintió con la cabeza.
_ ¿Estarás aquí cuando vuelva en sí, Esteban? Será una operación corta.
Por supuesto. Se inclinó para besarla nuevamente en los labios. Fue un beso que contenía una promesa de pasión, de amor eterno y duradero_. Te esperaré todo el tiempo que haga falta. Por que siempre, siempre, estaré a tu lado.
_ Ten cuidado con lo que prometes. Pienso recordártelo luego.
_ Lo tengo. Cuenta con ello. Cuenta conmigo. Ya va siendo hora de que delegue en los chicos el control de las empresas y me dedique por entero a complacer a mi mujercita. Aunque no te prometo que de vez en cuando
La risa de María se escuchaba por el pasillo, mientras dos celadores la llevaba en una camilla camino del quirófano. Cuando ambos fuesen viejos y aunque tuviese que utilizar andador, Esteban seguiría dejándose caer de vez en cuando por las empresas.
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UNA MUJER DE BANDERA
Fanfictionpara descubrir la historia les invito a leerla una mujer de bandera es escrita por ARECIA .