capítulo final

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Allí estaban todos. Ángel y Alma, Héctor y Vivian, Estrella y Greco, Luciano y su prometida Laura, Gerardo y Carla y Leonel y Lupita. Todos esperaban ansiosos, nuevamente, noticias de Rubén.

_ La bala pasó rozando tu sien, Esteban_ Los informaba Rubén que los había puesto a ambos en la misma habitación_. Sólo tienes un pequeño arañazo que te molestará durante algunos días. En cuanto a ti_ se giró hacia la cama de María y la señaló con el dedo_. Te dejaré aquí hasta mañana. Sobre todo para vigilar que la herida de la operación que tienes bajo la escayola no se haya abierto por el esfuerzo. Por desgracia, Alba no tuvo tanta suerte. El inspector Méndez tiene muy buena puntería, no pudimos hacer nada para salvarla, la bala del inspector le atravesó el corazón. Lamento mucho no haberme dado cuenta de lo enferma que estaba, a pesar de haber tenido siempre claros signos de ello. Pero pensé que se debía a su carácter difícil y no a una neurosis tan arraigada.
_ Tú no eres culpable de nada, Rubén. Ninguno nos dimos cuenta de que mi tía Alba había perdido la razón, y por mi parte te debo la vida de María y la salud de todos nosotros. Gracias, Rubén, viejo amigo, gracias por todo_ le dijo Esteban estrechándole la mano_. Y ahora, por favor, ¿podrías salir ahí afuera y tranquilizar a mis hijos?
En eso pensaba sonrió el médico girándose hacia la puerta. En eso y en poneros una plus especial por utilización excesiva del hospital.
En cuanto Rubén abandonó la habitación, Esteban se levantó de su cama, la empujó hasta ponerla junto a la de su esposa y se metió dentro de un salto, la atrajo hacia sí y la apretó contra su pecho.
_ Rubén nos reñirá_ dijo María sonriendo_. Es por algo que no existen camas de matrimonio en los hospitales.
Esteban suspiró sobre la cabeza de María.
_ Tía Alba a muerto, ¿te das cuenta?
María alzó la cabeza y so lo quedó mirando fijamente antes de preguntar:
_ ¿Y?
Esteban sonrió.
Que ya nada ni nadie nos van a impedir ser felices le susurró Esteban acercándose a su boca y besándola dulcemente.
María se acercó más a él y pudo sentir contra su cadera la muestra de su deseo. Metió la mano entre las sábanas y lo tomó con la mano introduciéndola por la cinturilla de goma del pijama hospitalario.
Suavemente, lo acarició en toda su longitud.
_ Si persistes en proseguir con esa actitud, en menos que decir Jesús estaremos puestos de patitas en la calle_ gimió Esteban, apretándose contra la juguetona mano de su esposa.
Pues que nos echen rió María, acoplándose en jarra sobre su marido e introduciéndolo en su interior. Esteban gruñó de placer y subió las manos para acariciar los senos de María, que se movían al ritmo del va y ven de su cuerpo a través del camisón, mientras cabalgaba sobre él.

_ No se asusten por el vendaje que Esteban tiene puesto en la cabeza, tan solo se lo pusimos para que no se le suelten los puntos_ dijo Rubén a todos los que esperaban ansiosos por ver a la accidentada pareja que se encontraba tras la puerta que el médico acababa de abrir.
Cuando se giró para entrar el primero y observó lo que estaba sucediendo, salió rápidamente de la habitación y, encendido como una antorcha, objetó:
_ Será Será mejor que les demos cinco minutos_ tartamudeó el viejo médico, con los ojos abiertos como platos_. Ni María ni Esteban se encuentran en estos momentos preparados para recibir visitas.
Vivian sacudió la cabeza, molesta.
_ ¿Pero no habías dicho que se encontraban bien, Rubén?_ resopló la chica, acercándose a la puerta y asomando la cabeza al interior del cuarto.
Cuando se giró rápidamente, cerrando la puerta tras de sí de un golpe, su cara estaba tan encendida como la del doctor.
_ No Es cierto_ balbuceó Vivian azorada_. Esos dos Tienen Algo importante entre manos.
_ ¡No digas tonterías, Viv!_ espetó Héctor intentando acercarse a la puerta, pero su mujer se puso de puntillas y le susurró algo en el oído_. ¡No1 ¡No puede ser cierto! ¿Aquí, en un hospital?
Eso parece asintió Vivian, tomando a Alma del brazo y guiándolos a todos de regreso a la sala de espera.
Viendo la cara de circunstancias que tenían Héctor y Vivian, Gerardo, que era perro viejo, soltó una carcajada y exclamó:
_ ¡No me digas que el liviano de tu padre le está metiendo mano a su mujer en un hospital!
Aquel comentario que por una parte era totalmente cierto, le hizo a Gerardo Salgado ganarse una colleja de su prometida y adorada Carla que se lo quedó mirando abochornada.
_ Pues la verdad es que no podría decirte quién le está metiendo mano a quién_ dijo Vivian, arrancando así una carcajada de todos los que estaban allí presentes_. Desde luego, María nunca va a dejar de sorprenderme.
Es que mi madre es una mujer de bandera exclamó Ángel entre carcajadas.

Mientras los demás se reían a gusto; allí, muy cerca de ellos, en el interior de la habitación de un hospital. Dos amantes se poseían el uno al otro sin importarles absolutamente nada de lo que ocurriera a su alrededor. Por fin estaban juntos, por fin, no había nada en el futuro inmediato que pudiera separarles, por fin podían amarse si tener que rendirles cuenta a nadie.
Mas tarde, cuando regresaran a su hogar, empezarían una nueva vida. Una vida dónde su principal objetivo sería la felicidad de sus hijos, la unión de su familia y criar a Ana María hasta que se convirtiera en una preciosa y juiciosa mujer.

FIN.

Gracias chicas
By arecia

UNA MUJER DE BANDERA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora