capitulo 12

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_ Hoy te toca regresar o decidir, María_ Le dijo Patricia, sacándola de una conversación interesantísima que María tenía con su tía Laura, a quién habían permitido acompañarla durante su larga espera_. Si todo ha salido como el gran padre esperaba, pronto estarás con tus hijos, y yo podré, por fin. Estar al lado de mi querido Arturo.
_ ¿Es que antes no podías?_ preguntó María, a la que todo aquello le era totalmente extraño y nuevo, y para la que parecía que hubiese pasado horas y no meses en aquel bello lugar.
_ No. No mientras que tu vida, a la que mi muerte puso patas arriba, no se solucionara.
_ ¿Pero si tú no tuviste culpa de nada?_ exclamó María sorprendida_. ¿Por qué el Gran Padre no te permitió llegar hasta...?
_ No fue él, María_ se apresuró a aclararle Patricia_. Yo no podía permitirme ser feliz hasta que tú no lo fueses. El que Alba decidiera ir a por mí, fue culpa mía. Ella guardaba un secreto que no quería que nadie supiera y que yo descubrí en una conversación que Servando Maldonado y ella mantenían sobre los amores de cada uno. En esa conversación, Servando le confesó a Alba que estaba locamente enamorado de ti y que debía hacer algo urgente; porque si no eras para él, no serías para nadie y mucho menos para Esteban. Y Alba se ofreció enseguida a ayudarlo, porque le confesó que ella amaba a Esteban como mujer, desde que ella era joven, y Esteban un niño de doce años.
« ¡Maldita bruja demoníaca! ». Gritó María para sí misma, cuando un enorme trueno, hizo temblar el lugar.
_ Perdón_ se apresuró a decir.
_ Estás perdonada_ le dijo la voz del Gran Padre, hablándole por primera vez desde que estaba allí.
_ ¿Estás preparada para lo que tiene que venir?_ la interrogó el Gran Padre.
_ Creo que sí, Padre_ María bajó la cabeza y su mirada se entristeció_. Ya me he acostumbrado a estar aquí. Así que si tengo que elegir entre la vida de Esteban o la mía, prefiero que sea él el que siga viviendo.
Un silencio helador rodeó a María, hasta que la voz del Gran Padre se dejó oír de nuevo, pero esta vez, sonó bastante más cálida, más afectiva.
_ Puede que no tengamos que llegar a eso, hija mía, siempre y cuando, Esteban supere la prueba a la que lo someteré hoy.
María quiso saber cual sería esa prueba, pero Patricia negó con la cabeza, antes de que a ella le diera tiempo a abrir la boca.
_ Se ha marchado, María. El Gran Padre tiene muchas cosas que hacer, mucho en lo que pensar, y, muchos hijos a los que cuidar_. Después, Patricia tomó a María de las manos y se las apretó_. Vamos, amiga mía. Tenemos que prepararte para el viaje. Tanto si es de regreso, o directa hacia arriba, tienes que estar preparada.

Esteban se había hecho asiduo del hospital. Desde el intento de asesinato de María, no la habían dejado sola ni un solo momento.
Entre los chicos y Esteban la tenían continuamente vigilada. Incluso Estando Esteban allí, solía estar acompañado por alguno de sus hijos, alguna de sus parejas, o algunos de sus amigos. Sus buenos amigos; que habían resultado ser Gerardo y Luciano, y hasta a veces sus novias.
Y precisamente, esa mañana, el día que María hacía los cinco meses de haber entrado en coma, era Ángel el que acompañaba a Esteban.
_ Buenos días, chicos_ los saludó Rubén que aquella mañana parecía más optimista que nunca_. Tengo dos noticias interesantes. Una buena y la otra no tanto.
Esteban resopló nerviosamente, y Ángel se puso blanco como la nata.
_ ¡Por Dios, Rubén!_ le rogó Esteban acercándose al médico_. No nos tengas en ascuas. ¿Qué es lo que tienes que decirnos?
_ Está bien, Está bien_ sonrió Rubén ojeando el informe médico de su paciente_. María ha experimentado un ligero cambio durante las últimas horas.
Los otros dos hombres que estaban en el cuarto lo miraban con expectación.
_ ¿Y eso quiere decir?_ lo interrogó Ángel, ya que Esteban parecía haberse quedado mudo.
_ Solo eso. Que ha experimentado un ligero cambio a mejor. Pero aún no podemos cantar victoria. Estas mejorías suelen ser también normales en pacientes a punto de fallecer.
_ ¿Y eso es una buena noticia?_ le espetó Esteban, lleno de aprensión.
_ Cualquier cambio es mejor que nada en pacientes en coma profundo, Esteban. Eso suele significar que la situación está a punto de inclinarse, hacia un lado o hacia el otro.
_ ¿Vas a tenerme todo el tiempo rezando hasta que eso suceda, Rubén?
_ Eso depende de ti, Esteban. Yo no puedo ni obligarte ni impedirte hacerlo. Lo que si puedo hacer, es procurar que tu mente se centre en otra cosa, mientras esto se resuelve_ le dijo, apretándole el hombro amistosamente_. Ana Rosa ha sido ingresada esta mañana. Está de parto, Esteban y al parecer, las cosas no andan muy bien.
En realidad, a Esteban aquello no debía importarle nada. Al fin y al cabo ese bebé no era suyo. Aún así, debía reconocer, que por algún tiempo Ana Rosa lo había ayudado a combatir su soledad y por lo menos, le debía el estar a su lado ya que se había enterado.
_ ¿Puedes quedarte un poco más, hijo?_ le preguntó a Ángel que se había sentado sobre el borde de la cama y tenía las manos de su madre arropadas entre las suyas.
_ Acabo de llamar a mis hermanos, papá. Si algo ocurre, sea bueno o malo, deben estar aquí.
_ Muy bien, hijo_ Esteban se moría por abrazarlo, por reconfortarlo, pero Ángel estaba totalmente concentrado en las facciones de su madre_. Entonces, voy a acercarme un momento a maternidad. Ana Rosa
_ Lo he oído, papá_ lo cortó Ángel sin volver la cara_. Ve, y haz lo que debas hacer. Yo cuidaré a mamá.

UNA MUJER DE BANDERA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora